Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

lunes, 20 de diciembre de 2004

Política de humo en salud laboral

    Todos los trabajadores y trabajadoras sabemos por experiencia que las actuaciones en materia de salud laboral y prevención de riesgos en el trabajo son complejas. Una vez que existe una Ley sobre la materia, lo cual no es poco si se llega a aplicar, se requiere voluntad política de los empleadores, planes específicos, acuerdos con los órganos de representación de los trabajadores, determinación de objetivos, elaboración de análisis de situaciones, establecimiento de medidas preventivas, constitución de grupos de apoyo, tareas de información y señalización, edición de guías formativas, etc. La formalización de todo este catálogo constituye sin duda el criterio inicial básico para una evaluación positiva en materia de salud laboral.
 
    Pues bien, estamos en condiciones quizá de felicitarnos porque la Junta de Castilla y León, llamada a dar ejemplo en la aplicación de las leyes, ha puesto en marcha todo ese protocolo, mediado el mes de noviembre, para ser cumplido en los edificios administrativos que son de su competencia. Así ha obrado la Directora General de la Función Pública al reunirse el día 16 de noviembre con el Comité Intercentros, al que ha presentado un ambicioso programa en el marco de la política de prevención de riesgos laborales. Ahora bien, ¿de qué política de prevención y de qué riesgos laborales se trata? Muy sencillo: lo que la Consejería de Presidencia y Administración Territorial ha elaborado no es otra cosa que un Plan de Espacios sin Humo de Tabaco. Eso es todo.
 
    Naturalmente, no se trata aquí de polemizar sobre lo oportuno o inoportuno de ese Plan, ni sobre la posible toxicidad del tabaco y sus humos. Pero lo que sí resulta evidente es que no se actúa con la misma diligencia, severidad y contundencia en otros aspectos, con toda seguridad más graves, que afectan a la salud laboral de los trabajadores y trabajadoras, sean éstos de la administración o no. De ahí que si un asunto tan colateral a lo que nos ocupa, como es el tabaco, se coloca como materia de primer orden en las políticas de prevención de riesgos por parte de la Junta de Castilla y León, lo que debemos considerar como mínimo es que esta Administración convierte en humo sus prioridades. No hemos visto que, detrás de cada uno de los accidentes mortales habidos este año 2004 en la provincia de León –y van 19-, se hayan animado medidas o protocolos completos como los arriba descritos. Muy por el contrario, el goteo de fallecidos en accidente laboral se sucede sin que nada se modifique, y sólo a través de la presión de las organizaciones sindicales se consigue avanzar en el cumplimiento de una Ley que administraciones y patronales sortean o no aplican con la necesaria decisión.
 
    Para empezar, la Administración no tiene un dispositivo fuerte en Inspección de Trabajo: baste decir que en Castilla y León existe un inspector por cada 1.200 centros de trabajo (8 inspectores para toda la provincia de León), es decir, que el número de efectivos es muy débil y, además, su dedicación no es sólo la prevención de riesgos, sino también el control de la contratación, la rotación y el encadenamiento de contratos,  la vigilancia del cumplimiento de las normas laborales en su conjunto, etc. Ésta sí que debería ser una prioridad para la Junta de Castilla y León, unida a la exigencia de que las patronales cumplan con la legalidad, no bloqueen la labor de los delegados de prevención y permitan el acceso de los  técnicos sindicales a las empresas para que puedan verificar y denunciar en su caso si existen riesgos para los trabajadores.
 
    Porque podría darse la paradoja de que un observador externo, ajeno a los procesos laborales, examinado el repertorio previsto por la Junta en la cuestión del tabaco, concluyera que las actuaciones en materia de salud laboral resultan poco menos que sencillas, habituales y casi rutinarias en el común de los sectores. Y no es así, los avances en esta cuestión son lentos, peleados y costosos. Sin ir más lejos, señalaremos que entre los objetivos y criterios unitarios acordados por CCOO y UGT para la negociación colectiva y la renovación del ANC-2005 (Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva) se recogen aspectos tan básicos que suponen un indicativo de cuanto todavía queda por construir para reforzar los instrumentos de intervención y participación sectorial en materia de prevención y salud laboral. Así pues, muy diferentes son las simples políticas de humo de los planteamientos reivindicativos que aún nos vemos en la necesidad de conquistar a través de la negociación con la parte empresarial. La Junta de Castilla y León vuelve a mostrarnos su rostro blando y el papel de celofán que utiliza como envoltorio colorista para disfrazar los asuntos amargos que no afronta con la voluntad resolutiva que sería exigible. Y, peor aún, con semejante proceder propone modelos fáciles y baratos para ser continuados en el ámbito privado que justifiquen la inoperancia en las cuestiones de fondo.

Publicado en Diario de León, 21 diciembre 2004

martes, 12 de octubre de 2004

A favor de la memoria

“Ellos no están muertos sino desaparecidos, no acorralados sino infinitamente ausentes”
Vicente Verdú

    Más acá de los sentimientos convulsos, cuya suspensión resulta aconsejable, tal vez no posible, en ciertos trances del existir, las pérdidas personales abren en la memoria común un agujero irreparable. Cierto es que en otro sentido, el manriqueño, finalmente sólo la memoria nos consuela, pero ésta es la privada, la íntima, la que cada uno ha ido alimentando con el acompañamiento del otro, de quien no está pero permanece en ella. Me refiero más bien al acervo compartido, a esa memoria colectiva imprescindible que se nos aparece de repente como una casilla vacía e irrellenable. Y es en ese ámbito público, abierto, donde, a nuestro entender, más se acusa la orfandad consecuente: no en la ausencia en sí, que también, sino en el ya imposible aporte a la construcción general.

    Este año de 2004 la Universidad de León ha celebrado su vigésimo quinto aniversario. Hemos tenido ocasión con ello para remontarnos hasta su origen, para analizar su evolución, para juzgar su presente y para aventurar un futuro. Pues bien, si exceptuamos esto último, y la verdad es que no podemos estar seguros de ello, en toda esa otra trayectoria puede ubicarse la figura plural del profesor Joaquín González Vecín: plural, no exageramos, por cuanto su expresión personal se manifestó en una importante diversidad de formas. Y ése es precisamente el contexto en el que nos interesa hurgar al hilo de lo apuntado arriba, es decir, poner en cuestión la realidad del dibujo tal como lo conocemos o lo podemos conocer todavía frente a los trazos que ya no van a ser dibujados a causa de ausencias, según nuestro parecer, no suficientemente aprovechadas.

    Del origen de la Universidad leonesa, de sus momentos seminales y de su inicial andadura, permanecen sin duda los testimonios documentales que resultan de obligado cumplimiento. Los boletines oficiales conservan la prosa de las disposiciones legales; los balances de cuentas atesoran los índices financieros y presupuestarios; los libros de actas almidonan las decisiones primarias; las hemerotecas, en fin, guardan las crónicas escritas y los repertorios gráficos de aquel entonces . Y así, del mismo modo, todo el aderezo muerto que ocurrírsenos pueda acerca de éste o de cualquier otro acontecimiento de parecida índole. Esto es lo que podríamos llamar memoria pasiva, una colección de papel más o menos inerte, oportuna en efecto, necesaria como casi todo lo escrito con un sentido histórico, mas parca a la postre y poco útil desde el punto de vista que aquí defendemos. Porque la historia no la conforman sólo los hechos relatados en los anales; a su lado florecen otras miradas y otras voces que dan aliento y alma a los sucesos, de tal manera que esa otra intrahistoria deviene tan o más importante que la propiamente documentada. Es la memoria viva, susceptible por supuesto de ser así mismo almacenada en los soportes al uso, puesto que también es finita y además perecedera. De la suma de una y otra podremos extraer con toda seguridad los contornos de un mapa mucho más ajustado al territorio.

    Así pues, cabe preguntarse si en lo que aquí nos ocupa hemos sido o estamos siendo diligentes, esto es, si transcurridos veinticinco años de vida de la Universidad de León disponemos de todos los materiales que la retratan o si, por el contrario, desperdiciamos elementos capitales para esa mecánica. A nuestro entender, la respuesta es decepcionante. Conocemos más de la intrahistoria salmantina o de Alcalá de Henares, aunque debamos viajar para ello a los siglos XIII o XVI, que del más cercano origen de nuestra Universidad. La comunidad universitaria podrá opinar sobre las razones múltiples que explican, no justifican, esta circunstancia, pero no debe ignorar que ese déficit es cada vez más difícil de saldar. Desaparecen o enmudecen por causa de enfermedad personas que mucho podrían aportar a la descripción de aquellos años; junto al fallecimiento del profesor Vecín, se me ocurre citar, por cercanía sentimental, los también recientes de los profesores Bonifacio Rodríguez y Julia Miranda; pero en esa nómina de quienes ven mermadas sus facultades se inscriben también la calidad humana de quien fuera el primer Rector de la Universidad de León, Andrés Suárez, o, también por complicidad emocional, la figura capital de Justino Burgos. Y esto sólo atendiendo al sector del personal docente e investigador, que no agota ni mucho menos el cartel. En tal sentido, podemos afirmar que el aniversario y sus fastos han sido una oportunidad desaprovechada.

    El compañero Joaquín González Vecín fue, además, un sindicalista. Con todas las cautelas sobre el rigor amarillento de los archivos, consta en el del Sindicato de Enseñanza de Comisiones Obreras de León su afiliación al mismo en las primeras fechas del año 1980. Por lo tanto, junto al ángulo docente o político, ésa debiera haber sido otra de las perspectivas que él podría haber sumado a la explicación del germen y desarrollo universitario leonés. Porque su trabajo en la sección sindical correspondiente se prolongó ininterrumpidamente desde entonces hasta que, ya en situación delicada, quiso aparecer todavía en la candidatura que presentamos en el año 2003 dentro del proceso de las últimas elecciones sindicales. Observador discreto a pesar de su compromiso notorio y evidente, nadie como él para haber glosado la arquitectura sindical universitaria, vertiente a la que Comisiones Obreras en general y sus afiliados y afiliadas en particular han contribuido de forma notable. Desde esta organización podemos naturalmente participar en la confección de la memoria pasiva, sumando a su corpus actas propias, resultados electorales dinámicos y todo género de resoluciones; pero volvemos a lo mismo: nos faltarían la palabra y la mirada, dos ejes trascendentales para alumbrar elementos aún escondidos de los últimos veinticinco años.

    Lo cual que en estos tiempos en que se persigue recuperar por fin la memoria histórica de este país, no estaría de más que se tomara nota de cuanto aquí modestamente se apunta. La institución universitaria, por su naturaleza y objetivos, debería comprometerse más en ese empeño, máxime cuando de su propia intrahistoria hablamos, pues, en caso contrario, lo que se vendría a hacer además de honrar a los muertos sería, parafraseando a Vicente Verdú, desaparecerlos.

Publicado en el libro editado por la Universidad de León
en homenaje al profesor Joaquín González Vecín, 2004

miércoles, 1 de septiembre de 2004

Patrimonio de la humanidad

    En medio de la gigantesca regresión social que vive esta parte del mundo, por no entrar en otro género de reacciones más globalizadas obrantes en la mente de todos, una vez más es Alemania el paradigma de un discurrir histórico donde muchos, para bien o para mal, se miran. Y según la pose que se adopte ante tal espejo la imagen reflejada es, por supuesto, cóncava o convexa, real o irreal, atinada o errónea. Pero lo cierto es que nadie puede dudar de la gravedad de los signos a través de los que se expresa esa regresión en el ámbito laboral, a saber: reducción de vacaciones, de salarios, de pagas extraordinarias y de los seguros de desempleo; mayor horario de trabajo; copago de la sanidad pública; eliminación de festivos, etcétera.
 
    Ahora bien, una visión objetiva nos revelará que el reflejo, es decir, el efecto producido, resulta cóncavo en el caso de los trabajadores, quienes vuelven a ser sometidos a la depresión, a la cavidad o al vacío, mientras que el reflejo convexo, esto es, redondeado, vuelve a corresponder al cuerpo empresarial, público o privado, por lo general más éste último. La realidad o irrealidad de la figura es en todo caso cambiante, pues el ser y el estar de la economía en un medio especulativo como el actual es con toda seguridad lo menos aprehensible que existe. Finalmente, el tino o el error dependen del punto de vista adoptado, es siempre subjetivo, resulta del interés previo del ojo que mira; y en este sentido nada puede extrañarnos que para algunos depredadores, no precisamente alemanes, el panorama venga a servir a su propósito de negar progresos sociales en otras latitudes que jamás habían llegado a las cotas alcanzadas en Alemania: café amargo para todos.
 
    En ese contexto, el de la regresión social y su pluriperspectivismo,  es donde se produce algo curioso, y seguramente en virtud de ello podamos entenderlo mejor. A principios del pasado mes de julio, dentro del Fórum de Barcelona, tuvo lugar un diálogo sobre Las culturas del trabajo, que fue aprovechado por las dos grandes centrales sindicales internacionales para anunciar su fusión, con lo que pasarán a representar conjuntamente a 150 millones de trabajadores. Todavía independientes, no obstante, la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres) y la CMT (Confederación Mundial de Trabajo) promovieron en ese mismo momento la Declaración de Barcelona para solicitar a la UNESCO que el trabajo sea declarado “patrimonio de la humanidad”.
 
    Acomodados como estamos a que esta etiqueta se adjudique a bienes culturales y naturales de interés, que requieren su conservación como elementos esenciales del acervo universal de la humanidad, atendiendo a la creciente amenaza de deterioro o desaparición que pende sobre ellos, el hecho de que convirtamos en objeto de la misma nada menos que al trabajo parece, al menos, chocante y provoca razones para el análisis.  No estamos ya ante ciudad, paraje o monumento amenazados, sino delante de una acción social recogida como principio básico en las constituciones y proclamada en el artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Hasta aquí hemos llegado en la degradación.
 
    Así que todo resulta cada vez más relativo y delirante. Por ejemplo, mientras en esta provincia nuestra se mantiene la expectativa sobre lo que habrá de dar de sí el llamado Plan Oeste, impulsado por el Gobierno como motor para la reanimación económica, los acuerdos firmados recientemente en España para evitar la deslocalización en el sector automovilístico rozan, en algunos casos, la legalidad marcada por el Estatuto de los Trabajadores. Como se puede observar, las infraestructuras, materia básica del citado Plan y tan necesarias por otra parte, son o pueden ser de ida y de vuelta.

    Por todas esas razones, en sintonía con el significado de la Declaración de Barcelona, estamos llamados a adoptar ante todo una actitud conservacionista y, por lo que a León se refiere, defender como prioridad el mantenimiento de los puestos de trabajo que su endeble tejido productivo genera, así en los sectores más emblemáticos como en las pequeñas y medianas empresas, no siempre bien regularizadas desde el ángulo de la negociación colectiva. Hemos sabido recientemente que esta provincia se encuentra a la cabeza de Castilla y León en cuanto a expedientes de regulación de empleo. Hemos denunciado así mismo que es la provincia que figura en la cola de la Comunidad Autónoma a la hora de poner al día sus convenios colectivos. Son datos que llaman a la preocupación y seguramente también a la movilización. Sólo resuelta esa amenaza de deterioro o desaparición, podremos posteriormente fiar en expectativas de futuro que, pendientes todavía de su expresión práctica en los Presupuestos Generales del Estado, son de momento una simple –e importante- declaración política de intenciones.

Publicado en Diario de León, 6 septiembre 2004

domingo, 4 de abril de 2004

La lengua es un comportamiento (también sindical)

    El poso que los estudios dejan en nosotros es en verdad diverso y no necesariamente inerte. Muy por el contrario, esas pequeñas partículas de saber en las que se sintetizan nuestros años de pupitre constituyen en numerosos casos el verdadero y casi único producto del líquido consumido y debidamente decantado. Todos podríamos citar ejemplos de uno y otro signo, pero a algunos se nos ocurre uno sin duda interdisciplinar del que nadie está exento y que, como valor suplementario, suele revelar mucho más de lo que aparenta.
 
    Del itinerario por las escuelas y facultades, pocas sentencias resumen con mayor nitidez todo cuanto pretendieron enseñarnos como aquélla que repetía con insistencia en la Escuela de Magisterio de León el profesor Don Waldo Merino, hombre pintoresco y talentudo, hoy ya fallecido, quien acostumbraba a iniciar el curso siempre con un mismo pensamiento: la lengua es un comportamiento, decía. En efecto: si es verdad aquello que alguien acuñó -por sus obras los conoceréis-, no es menos cierto que la lengua es mucho más que gramática, sintaxis o léxico y que, por su condición de bien natural, gratuito y común, se convierte en la primera evidencia de quiénes somos y cómo somos, así ante nosotros mismos como ante quienes nos conviven. Y ello, se mire como se mire, por igual en todo ámbito y contexto.
 
    La esfera sindical no escapa de esta circunstancia. Incluso podemos decir que en dicha esfera se manifiesta con necesaria reiteración por cuanto la palabra, dicha o escrita, es elemento primordial de toda nuestra acción sindical. Nos pasamos el día leyendo o escribiendo comunicados y documentos, elaboramos carteles y pancartas, celebramos asambleas y reuniones sin cesar, discutimos y matizamos, escribimos ponencias y las enmendamos: el discurso, en suma, es la seña de identidad de nuestro trabajo. Y el discurso, por supuesto, es lenguaje.
 
    Pero todos esos textos, nuestra oratoria, los correos electrónicos... mucho de nuestro actuar lingüístico se nos atraganta y nos delata más aún que el contenido de cuanto escribimos o decimos. Cierto es que el medio es el mensaje, pero no lo es más que el código que utilizamos y cómo nos servimos de él. Para glosarlo, baste una mínima observación atenta al alcance de cualquiera, una ojeada escrutadota sobre los montones de papeles o correos que manejamos; o sirvan los ejemplos que a continuación se citan y que no tienen otro objetivo que colaborar en ese empeño:
  • Ellos preveen que aumentaran los alumnos, sobro todo en primavera, y que hay que ir a por las tardes, y el tema de los fines de semana durante el año 2004. No obstante, si se está produciendo deficiencias en el servicio...., en los casos que así sea, se estudia y se corrige inmediatamente. Es Eulen, quien en función de las horas de servicio, recorta o aumenta las jornadas de los trabajadores. En cuaquier caso, estamos a los que consideremos oportuno, tanto desde el punto de vista "educativo", como desde el punto devista de los trabajadores en relación a la federación. (X ha estado varias veces conmigo, ha tenido contactos con la empresa y están realizando cosas con los trabajadores (comunicados, asambleas, etc.). Por lo tanto, está al corriente del asunto y hemos trabajado en este problema respecto a los trabajadores y el sercicio. (Copia literal de un fragmento de una carta sobre el ‘Programa Madrugadores’. Diciembre 2003). 
  • Apreciables compañeroas/oa. Desde Palencia os pido que si alguien tiene alguna legislación sobre ratios, por favor lo más rapidamente posible, mandarmelo. Otro asunto es que me digais que medidas vamos a llevar sobre el tema del mes sin cotizar en la S.S. que nos han quitado en nuestra Consejería, aquí no nos sirve que nos digan que está pagado, de lo que se trata es de que conste reflejado en la vida laboral y yo hoy la he pedido y sigue sin solucionarse; aparte de hacer porque esto se resuelba, podiamos aprovechar las Eleciones para salir a la prensa y darles “caña”. Espero respuesta. (Copia literal de un correo electrónico cualquiera. Febrero 2004). 
  • XI. La formación sindical como parte del enriquecimiento organizacional. (Copia literal del título correspondiente al Capítulo XI del texto denominado ‘Propuesta para el Programa de Acción 8º Congreso Confederal’ o enmienda a la totalidad. Marzo 2004 ). 
  • Para CC.OO. la realidad es bien distinta tanto a los que dibujan una región sin solución como a la que nos sitúan en unos parámetros idílicos. (Copia literal de las líneas 22-24 del Capítulo 2 de la Ponencia para el 8º Congreso de la Unión Sindical de CCOO de Castilla y León. Abril 2004).
    En todo esto no hay moralina ni moraleja, sino una evidencia entre tantas otras de cómo nos comunicamos. Si la verbalización de nuestros pensamientos es como acabamos de reproducir en los textos precedentes, cabe preguntarse cómo es el orden interno de ese pensamiento y cómo actúa en consecuencia su autor o autora cuando hace uso de las atribuciones sindicales en virtud de las cuales han sido aquí mostrados. Como mínimo, podríamos pensar en manos y en palabras de quién depositamos esas atribuciones. Naturalmente, no se trata de evaluar la tarea sindical sólo por este método, pero sí también por este método tan revelador. Y, por supuesto, nadie está en condiciones de exigir ni calidad ni dominio lingüístico más allá del nivel de un simple Graduado. Ahora bien, al menos sí que podemos y debemos exigir que se utilice el corrector ortográfico de nuestro procesador de texto: basta con apretar una tecla. Porque si esto no se hace, además de ser unos mal hablados, demostramos que somos también vagos. Y malos sindicalistas.

Publicado en Notas Sindicales, agosto 2004