Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 10 de agosto de 2010

Promisión

    Cuando en la campaña electoral del año 1977 el entonces candidato por la UCD, Adolfo Suárez, acuñó para la posteridad la frase “puedo prometer y prometo”, desconocía seguramente el beneficio que iba a producir a la retórica y el daño que ocasionaría a la política posterior. Desde entonces, los retóricos la repiten y señalan como eje para nuevas técnicas de comunicación en público, mientras que los políticos tratan de imitarla en vano, buscando su hueco en la historia universal de las citas.

    El Presidente Felipe González proclamó también en su momento una sentencia, que vuelve a cobrar actualidad al hilo de las reformas a las que en estos tiempos se somete al país. Dijo en 1985, a propósito de una de las ¡60! reformas laborales que hemos venido disfrutando a lo largo de nuestra vida democrática: “los empleos temporales de hoy serán los fijos de mañana”. Y se quedó tan ancho puesto que no se le conoce acto de contrición alguno a pesar del evidente fracaso de su profecía.

   Obviando las glorias verbales del Presidente Aznar, que merecerían capítulo aparte, le corresponde turno a nuestro paisano José Luis Rodríguez Zapatero, quien en un arrebato de visión de futuro nos dijo hace quince días que "lo que hagamos en 2010 y 2011 va a definir la economía y el bienestar de España para los próximos 20 años". Y por una vez tiene razón el augur, nos tememos, porque –listo como es el Presidente- evitó concretar ese porvenir, no fuera a ser que le ocurriese lo mismo que a su admirado González. Esto es, que las reformas por él planteadas en materia financiera (exclusivamente privatización de cajas), laboral (consagración de la barra libre empresarial) y de pensiones (alargar la vida laboral, si es posible, hasta unos meses antes del fallecimiento) nos presenten una economía y un bienestar a veinte años vista absolutamente insoportables en lugar del paisaje idílico que él quisiera dibujarnos.

   Por ese camino vamos y merecerá la pena tenerlo muy presente de cara a la convocatoria de exámenes del mes de septiembre. Que nadie piense que habrá aprobado general, pues el numerus clausus es cada día más estricto y para lo que no hay ya lugar es, desde luego, para repeticiones de curso. 

Publicado en La Crónica de León, 12 agosto 2010

lunes, 9 de agosto de 2010

Trabajo: derecho o servidumbre

    Es verdad que los derechos se conquistan, no se otorgan. Aunque posteriormente se recojan en textos legales y declaraciones de principios que parecen provenir de tiempos inmemoriales, son en realidad el producto de la evolución social e histórica a base del empuje sostenido de los ciudadanos y ciudadanas. En muchos casos con auténticos sacrificios personales importantes. 

    Así ocurre, por ejemplo, con el derecho al trabajo, que dejó de ser tarea de esclavos y de siervos para convertirse en un signo más de lo que podríamos llamar ciudadanía moderna. Y así la Constitución española, entre otros tratados de parecido rango, señala en su artículo 35.1: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.

    Los derechos naturalmente se regulan, en especial para garantizar su aplicación y evitar que alguien, persona o Estado, se apropien de ellos y de su libre y justo ejercicio. En último término, son las instituciones judiciales quienes los amparan.
  
    Pues bien, lo que está ocurriendo con la actual reforma laboral es, a nuestro juicio, una auténtica revisión del derecho al trabajo y una fulminación de buena parte de las garantías que hasta la fecha venían a defenderlo. No de otro modo puede entenderse la inseguridad jurídica que se genera en los casos de despido, el recorte arbitrario de lo que establecen los convenios colectivos y, por no citar más ejemplos, el menosprecio de la representación legal de los trabajadores. 

    Por ese motivo, cuando los secretarios generales de UGT y de CCOO califican la reforma que actualmente está siendo objeto de la guadaña parlamentaria como una ruptura laboral apuntan precisamente a eso, a la conversión de un derecho en una nueva servidumbre, que viene a ser como regresar a tiempos preconstitucionales. Eso sí, con la rúbrica para esta ocasión de un partido de izquierdas.

Publicado en La Crónica de León, 8 de agosto de 2010