Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 26 de septiembre de 2010

CAROLE KING & JAMES TAYLOR: Live at the Troubadour

    The Troubadour es una famosa sala de conciertos de la ciudad de Los Ángeles, inaugurada en 1957, por la que han desfilado gentes tan nombradas y variopintas como Elton John, The Byrds, Eagles, Joni Mitchell, Linda Ronstadt, Buffalo Springfield, Miles Davis y Guns N’Roses. Hasta cuentan las malas lenguas que John Lennon y Harry Nilson fueron expulsados de ella una noche de 1974 a causa de sus expresivas borracheras.

    El caso es que en noviembre de 1970 actuaron allí juntos por primera vez Carole King y James Taylor cuando sus carreras estaban a punto de caramelo. Volvieron enseguida, en 1971, con dos discos bajo el brazo, Tapestry y Sweet baby James respectivamente, con los cuales acabarían consagrándose una y otro. Bastantes años después de su primer encuentro y con mucha biografía acumulada por ambos, en noviembre de 2007, James Taylor y Carole King regresaron al Troubadour junto con su grupo original, The Section, para actuar tres noches y seis conciertos con motivo del cincuenta aniversario del famoso club. Y sellaron esa vuelta, naturalmente, con un repertorio clásico que bebe del folk, del country y del soft rock.

    Por supuesto esto es precisamente lo que encontramos en este CD y DVD tan recomendables. No se trata, aclaremos, de un ejercicio de nostalgia, aunque nos permitan, eso sí, reencontrarnos con un tiempo y unos usos musicales poco comunes en los tiempos que hoy corren. Por ejemplo, podremos recuperar el arte de hacer canciones, asunto nada desdeñable cuando todo el mundo se empeña en la actualidad en componer temas sin que sepamos muy bien de qué demonios se trata. Ese equilibrio sutil entre un texto bien trabajado y una melodía adecuadamente construida no es otra cosa que el eterno secreto del cancionero. No hacen falta muchos más artilugios, ni efectos especiales, ni juegos de palabras. Si acaso que la edad nos respete las voces, como así sucede, y que las cicatrices de la vida se limiten, en apariencia, a una calvicie espectacular y a un par de patas de gallo, tan reales como figuradas. Con semejantes herramientas se presentan los dos cantantes y repasan sus repertorios a solas y al alimón, en dúo y en sencillo, demostrando, como hemos apuntado ya en otros comentarios, que las buenas canciones resisten todo lo que se les quiera echar encima y más. Un público entregado colabora activamente en la ceremonia y recibe con entusiasmo, más o menos como nosotros a través del formato digital, el repaso de algunos de los hitos musicales en los que hemos sido y, por fortuna, según se demuestra, seguimos siendo. Imposible dejar de lado la altura lírica y emotiva de versos como los que vuelven a sonarnos imperecederos: “Cuando estés triste y preocupado, y necesites una mano amiga... / cierra tus ojos y piensa en mí, / sólo grita mi nombre, iré corriendo, / invierno, primavera, verano u otoño, / todo lo que tienes que hacer es llamar / y ahí estaré, tienes un amigo".

Publicado en Notas Sindicales, noviembre 2010 

domingo, 12 de septiembre de 2010

La reforma empresarial

    En medio del empacho reformista en que ha convertido el Presidente del Gobierno la política nacional se echa en falta una reforma de la que intencionadamente no se habla. Mientras que reformas laborales, financieras y de pensiones parecen indiscutibles y a todos nos han llevado ya al huerto sobre su oportunidad, nadie mira ni quiere mirar al sector empresarial, como si estuviese limpio de polvo y paja y no requiriese de ningún retoque. Da la impresión de que los únicos orígenes de la deriva económica actual son los trabajadores y trabajadoras que tenemos poco menos que secuestradas a las empresas, nuestros ahorros o nuestras deudas que tienen maniatados a bancos y cajas, y los insoportables pensionistas que con eso de la esperanza de vida están muy acomodados en este lado de la galaxia.

    Y no es así aunque no se diga, pero habrá que decirlo. Con muy honrosas y seguramente notables excepciones, el conjunto del empresariado español requiere un repaso de gran calibre en fondo y en forma, una reforma en toda línea que nos permita al menos eliminar del horizonte ese modelo que se impuso en los últimos años y que resulta verdaderamente insoportable. Me refiero, por supuesto, al indefinido especulador, arrivista y desalmado que floreció al calor del dinero fácil y que seguramente con él se ha estrangulado a sí mismo; eso sí, cargando de deudas a la Seguridad Social, a la Agencia Tributaria, a sus empleados y probablemente sin ni siquiera haber abonado las cuotas de su organización empresarial. Pero también, claro, a esos otros empresarios de lujo que presiden cajas de ahorro con créditos pendientes en sus ventanillas, a los constructores megalómanos que se enturbiaron en tramas de corrupción y siguen bajo sospecha, a los inmorales que no abonan nóminas ya trabajadas para persistir en el chantaje al Estado y, naturalmente, a cuantos han convertido los paraísos fiscales en su auténtico fondo de pensiones. Todo ello por no citar a su cabeza visible, recientemente condenado por los tribunales a pagar de su bolsillo los salarios adeudados en su quebrada aerolínea, quien en los primeros momentos de la crisis solicitaba -¿recuerdan?- un paréntesis salvador en la economía de mercado.

    Presidente Zapatero, mire a ver, todos esos nos vienen sobrando, ¿no podría usted impulsar una reforma empresarial? Por decreto, naturalmente.

Publicado en La Crónica de León, 17 septiembre 2010 

viernes, 10 de septiembre de 2010

Sobre el carbón

    Nada puede decirse acerca del futuro del carbón si no convenimos que tampoco nada puede decirse de otras fuentes energéticas sin entender el conjunto como un sistema, donde cada elemento tiene significado en sí mismo pero también con respecto a los demás. Del mismo modo, en el grado actual de la civilización nuestras opiniones al respecto no pueden dejar de lado los condicionantes de lo sostenible, es decir, de la combinación equilibrada entre lo económico, lo social y lo medioambiental. Finalmente, en la distancia más corta, conviene reconocer también que las incertidumbres que se advierten en el sector tienen mucho que ver con una larga indefinición de la política energética española y con la escasa armonía de la misma en el ámbito europeo.

    Superado este cóctel previo, que requiere un mucho más amplio desarrollo, ¿qué podemos inferir en cuanto a la producción de carbón en nuestro país en la actual coyuntura?

    Una primera conclusión, a nuestro juicio, debe ser que, más allá del horizonte de 2012 hasta donde alcanza el actual Plan y en un contexto de evidente adelgazamiento de todas las materias primas, el carbón requiere una catalogación indubitable y cuantificada como reserva estratégica al margen de contingencias mercantiles. En segundo lugar, con un horizonte más alejado, el establecido por la Unión Europea para 2020, que el carbón deberá ser limpio o no será. Y en tercer término que en una economía subsidiada como la nuestra se hace necesario revisar la posible nacionalización del sector, a la luz sobre todo del comportamiento inmoral de algunos de sus empresarios más notables y conocidos los dudosos beneficios de otras privatizaciones y transacciones de los suministradores eléctricos.

    Para acabar, dos referencias al hilo de decisiones tomadas por los políticos europeos. Por un lado, anunciar que las ayudas al carbón concluirán en 2014 no significa acabar con el consumo de carbón, sino ofrecer mercado al carbón internacional, aparentemente más competitivo a costa de peores condiciones laborales y de seguridad; aunque también es cierto que algunos enclaves nacionales podrán sostener el tirón reduciendo ganancias. Y por otro, ya veremos cómo se explica la paradoja de invertir millones de euros en la investigación para el secuestro de CO2 que actualmente se llevan a cabo en la provincia leonesa, cuando, de confirmarse los peores augurios, se trataría de una tecnología que ya sólo vendría a beneficiar a productores extranjeros y una vez más a los titulares de las eléctricas.

Publicado en El Mundo/Mercados, 12 de septiembre 2010 

lunes, 6 de septiembre de 2010

Más allá de este límite...

    Sobre los dinteles de salida de algunas vetustas estaciones de metro de París figura todavía un letrero tan real como sugerente: “Más allá de este límite sus billetes ya no son válidos”. Lo que en sentido real tiene un significado más que evidente, adquiere en el figurado otras connotaciones que extienden la semántica hasta donde el viajero quiera llevarla por esas calles de la capital francesa abiertas siempre a la ficción.

    No iremos tan lejos, sin embargo, pero bien podríamos servirnos de tan severa advertencia para imaginar -¿por qué no?- que semejante lema resulta más que adecuado para una jornada de huelga general como la del próximo 29 de septiembre. Y, a nuestro parecer, mucho más todavía para singularizar dicha convocatoria en el extenso ámbito de la cultura y del pensamiento.

    Una mirada superficial reconocería apenas los motivos más prosaicos (no por ello menos importantes) de la movilización, es decir, reformas laborales, prevención en materia de pensiones o cuestionamiento del proceder financiero y empresarial. Y concluiría, seguramente, que en unos casos no se siente concernida, por cuanto esos espacios difusos de la creación rara vez se acomodan a normativa laboral, cotizan a regímenes generales o saben de ingeniería bancaria; en otros casos, faltaría más, directamente se cree muy por encima o al margen de semejantes cuitas mortales. Ahora bien, un sentido más agudo o una percepción más sabia debería advertir que en realidad lo que está en juego son las conquistas de la razón y que cualquier retroceso en ese campo supone dar al traste con años, si no siglos, de trabajo, de lucha y de generación de ideas. La pátina culta de la vieja Europa, como despectivamente la llamó el inteligente George Bush, se muestra cada día más oxidada y sobre su herrumbre se yerguen y ganan terreno las factorías del pensamiento conservador, las ideologías revisionistas y las leyes del consumo adolescente que están señalando el adverso camino de los tiempos poscontemporáneos. Tanto es así que incluso cabría preguntarse si el pensamiento es hoy un fenómeno de derechas en tanto y cuanto los talleres del pensamiento de la izquierda, como sus partidos y muchas de sus organizaciones sociales, hace tiempo que sestean dedicadas únicamente a la búsqueda de la identidad perdida. Por supuesto, en semejante estado afectivo difícil es que generen comportamiento ni individual ni colectivo, aspecto este en el que se han mostrado muy diligentes las huestes contrarias. Incluso en Estados Unidos –quién lo diría- se ha llegado a considerar que es bueno pensar una media hora al día porque ha habido estudios que han demostrado que se trata de una actividad que, siempre que no se abuse, genera unos procesos químicos que son provechosos para la buena salud, esto es, para la productividad y el consumo, precisamente los dioses del ideario neoliberal o socialdemócrata. Tanto da a estas alturas.

    Por ejemplo, alguien debería haber escrito ya (o recreado en la forma que le fuese más pertinente) que la crisis económica no fue fruto del azar ni del descuido, ni de los ciclos ni de las burbujas espontáneas, sino que es expresión de un auténtico montaje por parte de quienes se están beneficiando de ella: bancos, multinacionales, determinados sectores empresariales, países emergentes que no se sabe bien hacia donde emergen…, todos ellos gente muy bien formada, a la que no se les escapa el más mínimo detalle. Alguien debería señalar con el dedo a algunos de los principales responsables de que todo discurriera por donde ha discurrido, a saber, quienes no ejercieron la debida tarea de inspección y control como el Banco de España, el Banco Central Europeo o la Reserva Federal Americana, entre otros. Alguien debería iluminar el desconcierto de la ciudadanía y combatir de paso contra las armas de las que se sirven los gobiernos, todos los gobiernos, para mantenernos amedrentados y timoratos, esto es, el miedo y el patriotismo. Y, puestos a señalar, qué mejor que esperar que ese alguien formase parte de las filas de la cultura, del pensamiento y de la universidad, quienes a lo largo del siglo XX cumplieron tal papel mientras que en la actualidad se muestran anoréxicas, como un testimonio más del triunfo aparente del descompromiso y de la desmovilización general, otros de los signos de la nueva edad en ciernes.

    Quizá resulte exagerado asociar tan estrechamente el cartel del metro parisino con la fecha del 29 de septiembre de 2010. Todo es dinámico, evidentemente, y sería una temeridad indicar fronteras tan concretas. Ahora bien, los pequeños hitos que se colocan en los caminos tienen sentido en sí mismos y con relación a los demás; de ahí que nada sea despreciable en el trayecto y valga más ir atendiendo –y aprovechando- las señales que se nos presentan como un verdadero sistema. Podemos, por supuesto, permanecer estancados en el trajín cosmopolita del subterráneo; deleitarnos en que tal vez por él deambuló una noche Horacio Oliveira en pos de la Maga; entretenernos en imaginar el mapa sugerente que por encima de nuestras cabezas se dibuja en la superficie. Y podemos, en fin, superar despistados el umbral de salida del laberinto, momento en que nuestros billetes de viaje perderán sin remisión toda su validez. Ésta es la cuestión capital sobre la que merece la pena detenerse.

Publicado en Diario de León, 8 septiembre 2010, y en el boletín Cultural Ateneo nº 3, septiembre 2010.