Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 12 de septiembre de 2010

La reforma empresarial

    En medio del empacho reformista en que ha convertido el Presidente del Gobierno la política nacional se echa en falta una reforma de la que intencionadamente no se habla. Mientras que reformas laborales, financieras y de pensiones parecen indiscutibles y a todos nos han llevado ya al huerto sobre su oportunidad, nadie mira ni quiere mirar al sector empresarial, como si estuviese limpio de polvo y paja y no requiriese de ningún retoque. Da la impresión de que los únicos orígenes de la deriva económica actual son los trabajadores y trabajadoras que tenemos poco menos que secuestradas a las empresas, nuestros ahorros o nuestras deudas que tienen maniatados a bancos y cajas, y los insoportables pensionistas que con eso de la esperanza de vida están muy acomodados en este lado de la galaxia.

    Y no es así aunque no se diga, pero habrá que decirlo. Con muy honrosas y seguramente notables excepciones, el conjunto del empresariado español requiere un repaso de gran calibre en fondo y en forma, una reforma en toda línea que nos permita al menos eliminar del horizonte ese modelo que se impuso en los últimos años y que resulta verdaderamente insoportable. Me refiero, por supuesto, al indefinido especulador, arrivista y desalmado que floreció al calor del dinero fácil y que seguramente con él se ha estrangulado a sí mismo; eso sí, cargando de deudas a la Seguridad Social, a la Agencia Tributaria, a sus empleados y probablemente sin ni siquiera haber abonado las cuotas de su organización empresarial. Pero también, claro, a esos otros empresarios de lujo que presiden cajas de ahorro con créditos pendientes en sus ventanillas, a los constructores megalómanos que se enturbiaron en tramas de corrupción y siguen bajo sospecha, a los inmorales que no abonan nóminas ya trabajadas para persistir en el chantaje al Estado y, naturalmente, a cuantos han convertido los paraísos fiscales en su auténtico fondo de pensiones. Todo ello por no citar a su cabeza visible, recientemente condenado por los tribunales a pagar de su bolsillo los salarios adeudados en su quebrada aerolínea, quien en los primeros momentos de la crisis solicitaba -¿recuerdan?- un paréntesis salvador en la economía de mercado.

    Presidente Zapatero, mire a ver, todos esos nos vienen sobrando, ¿no podría usted impulsar una reforma empresarial? Por decreto, naturalmente.

Publicado en La Crónica de León, 17 septiembre 2010 

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