Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 25 de noviembre de 2010

Energías

    Todo cuanto ocurre últimamente con el carbón, con el cierre o no de centrales nucleares, con el tendido de abusivas líneas eléctricas, con las cuotas de las renovables, con los contratos de gas…, todo lo que ocurre en general en el ámbito de la producción energética es inaudito. Que estábamos ante lobbys poderosos, lo sabíamos; que éramos un país muy dependiente en esa materia, también lo sabíamos y lo veníamos sufriendo; que el consumo de energía parecía ilimitado y que de repente nos hemos dado de bruces contra una realidad opuesta e irreversible, evidentemente también nos consta. Todo ello figura en el haber de nuestros razonamientos y de nuestras explicaciones al respecto. Ahora bien, lo que se hace insoportable es observar año tras año, lustro tras lustro, que no hay gobierno que sea capaz de poner un mínimo orden en el sistema y que, precisamente por ese desorden político, el caos crece y ni la ciudadanía sale de su asombro ni los trabajadores del sector consiguen un mínimo respiro.
 
    Es más, lo que todavía nos deja mucho más perplejos es que los gobiernos se humillen ante algunos empresarios, no casualmente bendecidos en su día por el poder, o ante algunas empresas, a las que se entregó graciosamente la gestión y el beneficio de un bien común tan básico sin que resulte posible dar marcha atrás. Con toda seguridad, habrá quien hoy se esté tirando de los pelos por aquellas decisiones, aunque más nos valdría a todos que hiciesen mejor un acto de contrición, que reconociesen el error y que se retirasen discretamente de la vida pública.
 
    Porque en el fondo lo que vuelve a advertirse es el desprecio por lo público y una perversa fe en lo privado que al final acaba estrangulándonos a todos. Se ha observado con motivo de la crisis económica por lo que hace a la orfandad de una banca pública y se observa en cuestiones energéticas al convertirnos en doblemente dependientes: por el lado inevitable frente a las materias primas y por el lado político frente a la abdicación ante los intereses de terceros.
 
    Y mientras nos enredamos en discusiones a corto plazo, en decretos y en medidas cautelarísimas, en expedientes de regulación y en dimes y diretes, el sector se viene abajo en lo laboral y nadie nos explica que o cambiamos de modelo o nos quedan dos veranos. Eso sí, nos regalan bombillas de bajo consumo como consuelo.

Publicado en La Crónica de León, 2 diciembre 2010

miércoles, 17 de noviembre de 2010

NOEMÍ G. SABUGAL: El asesinato de Sócrates


LA AUTORA.
Noemí G. Sabugal es licenciada en Ciencias de la Información, rama Periodismo. En 2005 recibió el Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío, en la modalidad de prensa, por el reportaje “De cruce de caminos a cruce de culturas”, sobre la inmigración en el barrio leonés del Crucero, publicado en El Mundo-La Crónica de León. Ha trabajado también para el diario El Mundo, el semanario Interviú y los servicios informativos de la Cadena SER; actualmente lo hace para el Diario de León. Con El asesinato de Sócrates, su primera novela, fue finalista en la XI edición del Premio de Novela Fernando Quiñones, ganado por Raúl Guerra Garrido.

EL LIBRO.
§   Una novela negra, que se presentó en la Semana Negra de Gijón. Dice sobre ello Javier Pérez: “la autora explicó que se había internado en el mundo de la novela negra tras trabajar en la sección de sucesos de un periódico, y que aunque prefiere el realismo como género literario, pocos tipos de literatura permiten abordar la realidad con tanta cercanía y tanta sinceridad como el género negro, abordando el deterioro físico y social de las ciudades y la corrupción política”.
§  Un libro sobre la incomunicación. Dice Noemí en un clip promocional: “una buena novela tiene que hablar sobre los conflictos en las cada vez más complicadas relaciones humanas”.
§  Una historia criminal tradicional, si se exceptúan la ambientación y el contexto actual: la investigación de un asesinato (el de un periodista peculiar que husmeaba donde no debía), pero con presencia importante del periodismo, la corrupción municipal, dosis de inmigración y en una curiosa ciudad de provincias –San Martín- más apropiada para la novela histórica o de costumbres que para el género negro.
§   Una novela hablada: los hechos no se narran, se hablan. “Son los diálogos los que mejor representan el carácter de los personajes, pues en un diálogo de una novela, lo mismo que en la vida real, es tan importante lo que se dice como lo que se calla”. No obstante, las muestras de narratividad resultan exquisitas y recogen un derroche de imágenes puramente literarias.

EL TEXTO.
“Desde allí no se oía nada. El silencio era completo a pesar de la nota discordante de algún pájaro. Los pitidos de los coches y los gritos de los repartidores habían quedado abajo, en la ciudad que se enroscaba a sus pies como el garabato de un niño. (…) La ciudad sabría algo más de sí misma en unas horas. No mucho, sólo un poco más. Habría indignación, discusiones airadas en los bares, alguna manifestación, y después nada. El reemplazo de unos días por otros. Se encogerían de hombros y pasarían a otra cosa. (…) Seguirían adelante con sus pequeños negocios, sus pequeñas traiciones, sus pequeñas mentiras. Pequeñeces de una ciudad pequeña. (…) Al fondo, las naves brillantes del minúsculo polígono industrial. Bajo los tejados de chapa imaginaba a los obreros transportando carga, soldando metal. Cansados y sudorosos, yendo de acá para allá, aún dormidos. ¿Acaso recordaban que habían muerto dos hombres? Hacía ya tanto tiempo que ni les importaba. (…) Todo se renovaba, pero la ciudad tenía su propio tiempo. Despacio. Ellos no eran los insectos que morían en invierno dejando crías para estrenar vida al año siguiente. Se aferraban a sus costumbres, a sus cañas en el bar, la televisión. Para que nada cambiara.”

Presentación del libro en Valladolid, noviembre 2010

lunes, 15 de noviembre de 2010

Pensar la Ciudad 2010 (Conclusiones)


    Hay cosas que parecen consolidarse en torno a nuestra insistencia por Pensar la Ciudad: el mismo ciclo que organiza el Ateneo Cultural “Jesús Pereda” de CCOO, que tendrá continuidad en una tercera edición en 2011; el laboratorio urbano, que iniciamos este año y continuará también el próximo y que supone que vecinos y vecinas piensen su barrio, como una primera aproximación a elaborar un proyecto de ciudad; y, con agrado. constatamos también que EL MUNDO nos permite glosar una vez más lo que ha sido la edición ahora finalizada.

    PLC2010 trató sobre el territorio. Nos hablaron profesionales punteros en su especialidad: el psicoanalista Fabián Appel, el geógrafo Lorenzo López Trigal, el arquitecto José María Ezquiaga, el geógrafo y político Oriol Nel.lo, la medievalista Cristina Jular,  los dirigentes de la Fundación + Árboles y otras personas cercanas. Además, sacamos adelante un laboratorio urbano que realizó un primer diagnóstico sobre el barrio de La Inmaculada (con demandas más que justas, como el soterramiento de unas nocivas líneas eléctricas que sobrevuelan el barrio) y propiciamos un interesante encuentro en torno a los problemas de la agricultura en la provincia de León y la deseable plantación de bosques.

    Ha sido un año intenso en el que los ponentes ratificaron muchas de nuestras relativas certezas (no practicamos las certezas absolutas, incluso las tememos), pero en el que se ahondaron nuestras tristezas por la indiferencia que nuestro esfuerzo suscita al gobierno y oposición locales. De nada vale que traigamos a profesionales y gestores públicos de reconocida solvencia intelectual: salvo la presencia puntual de Francisco Álvarez, Teresa Gutiérrez, Evelia Fernández y Vicente Canuria, nuestros representantes locales no necesitan aprender de lo que allí se dice. Y como tampoco los vemos en otros eventos parecidos nos preguntamos en base a qué prepararán sus ya cercanos programas electorales (quizá se los haga alguna empresa de marketing). Nos consuela, sin embargo, que entre el público fijo tengamos a Santiago Ordóñez, que últimamente hayamos saludado a dos militantes leonesistas y la carta de ánimo que nos remitió el mismo Presidente del Gobierno.

    Aun así nos duelen las ausencias e insistimos: todo lo que un político hace tiene relevancia y también lo que no hace. La desidia del gobierno de esta ciudad por conocer el debate hoy planteado en relación con lo urbano y su insensibilidad por lo que opinan y reivindican los vecinos y vecinas podría llevarles a una cierta dejación de funciones políticas en su ejercicio del gobierno. Ello podría hacer posible a su vez la tolerancia con las imposiciones del mercado y ese dejar hacer podría permitir que el mercado inmobiliario, que nos ha traído ya la precariedad, cuando se recupere nos  lleve al modelo que se impone en otros lugares: un mundo fragmentado en el que las urbanizaciones dispersas son cada vez más ostentosamente guetos de ricos que se autoexcluyen, un crecimiento urbano que es concebido únicamente en función de los valores, no éticos por cierto sino crematísticos (Ezquiaga), y en el que se impone un modo de vincularse al otro que lejos de ser amistoso o fraterno es competitivo y hostil (Appel).

    Lo expresó nuestro segundo ponente, el político socialista Oriol Nel.lo: tenemos obligación de preparar el futuro porque la ciudad es ante todo una construcción colectiva que dejada a los impulsos espontáneos, al simple juego de fuerzas del mercado, seguramente será una realidad menos sostenible, menos eficiente, menos equitativa y justa que la que podemos diseñar entre todos.

    León aún no ha llegado a niveles irreversibles, pero está en el tránsito de ciudad compacta a compacto–difusa (López Trigal) y va siendo hora de que el gobierno local comience a pensar en ir por delante de los intereses, legítimos pero no únicos, de los detentadores del poder inmobiliario, afrontando los focos de degradación urbana existentes en la ciudad y resolviendo las carencias de movilidad y ambientales (López Trigal). Y como estamos en tiempos de añoranzas de pretéritos reinos, quizá se pudiese afrontar esa voluminosa agenda de problemas nunca resueltos del modo (salvando las distancias) en que hacían ciudad nuestros ancestros medievales, viviéndola como un espacio de acuerdo, de pacto, de negociación y de consenso (Jular).

    Porque si nuestros regidores locales son incapaces de elaborar, transmitir y consensuar con los colectivos ciudadanos un programa político en el que se sustenten los cambios urbanos que necesitamos, ¿qué votaremos en las próximas elecciones municipales? ¿Votaremos alcaldes o votaremos contables?

    ¿Es esta política gris que padecemos el resultado de mil cien años de antigüedad democrática como presumen?


Publicado en El Mundo de León, 10 diciembre 2010