Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 29 de diciembre de 2011

El fonema


     Nos enseñaron que un fonema es la unidad mínima de la lengua con valor distintivo, que no cuenta con significado por sí solo, pero que distingue palabras. Lo cual, alcanzado ese otro nivel superior no fonológico, nos lleva a resaltar la importancia de esa unidad para hacer que una palabra sea la que es y no otra o que, en un contexto más pragmático, su articulación concreta incorpore significaciones reveladoras. Es lo que ocurre con el fonema oclusivo, dental, sonoro /d/ cuando escuchamos con atención el discurso de investidura del recién elegido Presidente del Gobierno. Advertimos entonces que Rajoy se refiere unas veces al estado y otras al estao, pero no indistintamente y me temo que no por casualidad. Así, si tienen ocasión de repasar su grabación sonora, notarán que nos habla del Estado con mayúsculas, con énfasis, masticando la palabra para que resuene en el auditorio, cuando la liga casi en exclusiva a presupuestos o boletines y se envuelve en conceptos como déficit, austeridad o reformas. Sin embargo, no ocurre lo mismo en otros contextos digamos más corrientes o genéricos del término, donde el orador relaja la entonación de modo que el sonido tiende a su desaparición casi completa, en lo que podría considerarse un claro vulgarismo si la caída del fonema es total; así ocurre (aunque no de forma absolutamente general, todo hay que decirlo) cuando se refiere, por ejemplo, al estao social, al estao de bienestar e incluso a los cuerpos de seguridad del estao. Podría tratarse tal vez de un galleguismo, de la misma forma que el anterior Ministro de Fomento hablaba de conceto y efeto, pero me parece que no es ésa la explicación. Sabido es que por la boca muere el pez y que el lenguaje oculta un comportamiento. Tomado en tal sentido, no cabe duda ya de que estamos ante una evidencia y no frente a una simple relajación del fonema /d/ en posición intervocálica. Habrá que estar atentos, pues, a la fonética del actual Gobierno para saber a qué atenernos.

Publicado en La Crónica de León, 30 diciembre 2011

viernes, 16 de diciembre de 2011

Lo contrario


     Puesto que los discursos, a fuerza de lugares comunes y suplantaciones de ideologías, han acabado convertidos en entes vacíos, más vale apartar por esta vez las palabras y atender a los hechos para entender mejor cuanto sucede. Y lo que sucede, sencillamente, es un retorno al siglo XVI merced a la reiterada actitud del pueblo español y de sus gobernantes, aunque no solos, por mantenerla y no enmendarla; es decir, por marcar una postura y sostenerla a toda costa a pesar de que sus efectos sean contrarios a lo pregonado. Por ejemplo, se impone la etiqueta de la austeridad y -¡ale!- todos a ser austeros sin importar que la austeridad sea, como bien sabemos y lo recuerda el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “una receta para menor crecimiento, para una recesión y para más desempleo. Una receta para el suicidio”. Así mismo, con grandes palabras nos quiso convencer sobre sus reformas el extinto Zapatero (y lo repite ahora, mutatis mutandis, la bisoña Cospedal con sus ajustes) proclamando que “los sacrificios de hoy serán la puerta del bienestar de mañana” y ya vamos viendo el resultado de la profecía, lo cual no obsta para que el electo Rajoy se apunte a aplicar otra vuelta de tuerca sobre el mismo clavo. Es lo que ocurre también con las expectativas de futuro que todos identificamos y que se centran, entre otras materias, en una mejor formación y en un modelo productivo con alto valor añadido. Pues bien, mientras todo eso se dice, ocurre que las comunidades autónomas han invertido en educación durante el último curso 2.300 millones de euros menos que el ejercicio presupuestario anterior, reduciendo en 15.000 las plazas docentes y la oferta de servicios educativos complementarios; y, por su parte, las empresas españolas redujeron un 0’8% su gasto en investigación y desarrollo en el año 2010, con lo cual ya solo financian el 43% en I+D+i cuando el objetivo de la Unión Europea era que financiasen el 66’7%.

Publicado en La Crónica de León, 16 diciembre 2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

La corrupción


¿Qué pensarán de nosotros nuestros más ilustres antepasados? Me refiero a los Lázaro de Tormes, Rinconete, Cortadillo, Marcos de Obregón, la Pícara Justina, el bachiller Trapaza, Guzmán de Alfarache, el Buscón Don Pablos y otros, en cuyas fuentes tanto y con tan gran tesón ha bebido el ser nacional. Corregidos y muy aumentados se reconocerán sin duda en los entresijos de los casos Gürtel, Babel, Campeón, Brugal, Malaya o Palma Arena. Admirados habrán de sentirse de lo mucho aprendido y adecuadamente progresado por directivos, presidentes, consejeros y otros adláteres de la cosa bancaria y su álbum de cajas. Identificados así mismo en el trapicheo de dietas, haberes, estipendios, pluses y honorarios de algunas administraciones públicas o poco públicas. Asombrados tal vez de que incluso por los pasillos de la actual monarquía, como en los mejores momentos de la suya en los siglos llamados de oro, se deslice turbia la sombra de la estafa y el olor del abuso. Cómo no iban ellos, maestros de maestros, a emitir facturas falsas, a frecuentar la economía irregular o sumergida y a solazarse en la amplia piratería, que hace de este país nuestro un referente mundial con un 77’3% de contenidos digitales esquilmados (casi 11.000 millones de euros en el último año). ¡Ay de aquellos pícaros ingenuos! Dudosamente sus trampas y añagazas pueriles estarían a la altura de lo que se lleva en estos tiempos engañosos, donde la corrupción es la principal seña de identidad general y el que no la practica es o un tonto de capirote o un traidor a la patria. Total, que fuéronse las campañas electorales, sus mítines y sus urnas y nada o casi nada se dijo de todo esto, aunque materia hubiera para más de una novela y para la perpetuación de todo un género.  De ello y de ese silencio proceden buena parte de nuestros males; así que cualquiera se atreve a imaginar lo que pueda dar de sí la literatura de los próximos cuatro años.

Publicado en La Crónica de León, 2 diciembre 2011

viernes, 18 de noviembre de 2011

La efepé


     En vísperas de elecciones generales, saturados de anuncios de futuro, duras realidades del presente y ecos sórdidos del pasado, y con el empleo grabado como una patente de corso en todos los programas electorales, desde el lado siniestro se nos ocurre echar también una ojeada sobre un aspecto en liza que no debiéramos pasar por alto. Hemos sabido recientemente que sólo el 24% de los españoles ha cursado o cursa formación profesional, frente al 47% de la media de la Unión Europea, lo que representa la tasa más baja de toda la Unión. A pesar del impulso incuestionable que supuso para estos estudios la aprobación de la LOGSE en 1990, lo que también es evidente es que ningún gobierno posterior, ni del PSOE ni del PP, ha sido capaz de modificar notablemente el mapa escolar ni nadie ha querido reconocer en este déficit una de las razones de nuestra actual situación económica y laboral.  Porque tenemos que saber así mismo que en materia de desempleo juvenil, con una tasa escandalosa cada día más próxima al 50%, resulta que dicha tasa entre los menos formados duplica a la de titulados en FP o universitarios, y que, según la Encuesta de Población Activa, normalmente las cifras se atenúan cuanto más cerca se está de una adecuada capacitación laboral. Cierto es que la Formación Profesional no solucionará por sí sola ni nuestros problemas colectivos ni los individuales, pero también es verdad que, dando por hecho que el capitalismo no sea un cadáver y nosotros sus restos, la recuperación, de haberla, habrá de venir también y sobre todo de ese lado. Mucho más todavía si nos damos cuenta de que en 2020 la mitad de todos los empleos en Europa requerirán, al menos, una formación secundaria postobligatoria, lo que habrá de suponer necesariamente el final de los empleos de baja cualificación en la Unión Europea, o lo que sea eso entonces. Es un horizonte que se escapa de estos comicios, pero que en ellos hunde sus raíces. Para bien o para mal.

Publicado en La Crónica de León, 18 noviembre 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

Pensar la Ciudad 2011. Conclusiones



    La edición 2011 del ciclo Pensar la Ciudad, organizado por el Ateneo Cultural “Jesús Pereda” de Comisiones Obreras, ha tratado acerca de quienes, con toda legitimidad, con toda urgencia ya, habrían de constituirse en sujetos activos del diseño y desarrollo de las ciudades: sus vecinos y vecinas. Lo cual no es aún posible en León por cuanto los gobiernos municipales de nuestros dos partidos políticos gemelos – rivales se han resistido a abrir cauces efectivos de participación ciudadana en todos estos años de pretendida democracia.

     ¿Comenzamos este artículo de conclusiones con excesiva dureza? La participación ciudadana es un asunto más serio de lo que a algunos les puede parecer. Dice el filósofo italiano Giorgio Agamben que el paradigma político de Occidente no es ya la ciudad, sino el campo de concentración, y que hemos pasado de Atenas a Auschwitz. Para comprender su tesis, aconseja distanciarse del horror que supuso aquella anomalía histórica y centrarse en la estructura jurídico – política en la que se produjo.

     Cuando Heinrich Himmler creó el campo de Dachau lo hizo fuera de las reglas del derecho penal y del derecho carcelario, desde un estado de excepción que sin  embargo devino en regla. Y, ¿no vivimos hoy en un estado de excepción que se ha estabilizado y en el que cada vez más ciudadanos y ciudadanas son desposeídos de sus derechos, en el que los gobiernos nacionales que votamos se pliegan obedientes a poderes financieros que nadie vota, en el que día a día  cada uno de nosotros es menos ciudadano y más, en la expresión de Agamben, homo sacer  o persona desechable, que no cuenta?

     ¿No es hoy la ciudad, también la nación, un espacio permanente de excepción (como fueron los campos), una localización sin ordenamiento, en el que hasta la intocable Constitución Española puede ser modificada para favorecer a los mercados, por vía de urgencia y a espaldas de quienes no contamos, de quienes tan sólo votamos gobiernos vicarios a golpe de campaña de marketing?

     Entrando en lo que fue el ciclo de conferencias, la primera ponente, Isabela Velázquez, hablando del urbanismo sensato para tiempos difíciles, se preguntaba si nuestras ciudades van a servir para un futuro escenario de cambio climático y carencia de petróleo y si no será hora ya de plantear el urbanismo teniendo en cuenta la coherencia ambiental y la responsabilidad respecto a la equidad social. Y defendió la necesidad de crear un nuevo modelo en el que es necesaria la participación de la ciudadanía.

Cuadro de César Bobis
     Inés Sánchez de Madariaga habló de la organización del espacio suburbano que se produjo en Estados Unidos en los años 50 y que fue importada en España en los años 80, de cómo una gran coalición de industrias, petrolíferas y automovilísticas (para imponer el uso del vehículo privado), inmobiliarias y financieras (para vender viviendas unifamiliares), etc., produjo un nuevo modelo de vida y relegó a las mujeres al papel de misses consumers, apartadas de la vida laboral y centradas en su papel de amas de casa. ”Construyamos las viviendas unifamiliares para que sean el espacio de las mujeres”, dijo el artífice del Estado del Bienestar británico, William Beveridge. Éste ha sido el modelo de urbanismo socialmente segregador y sexista que se nos ha impuesto en los últimos 20 años en España.

     Los participantes en la mesa redonda sobre presupuestos participativos, Pedro Chaves, Miguel Ángel Carbajo y Gregorio López, hablaron de la necesidad de la participación ciudadana para contrarrestar la evidente desafección hacia la política, que se observa en especial entre las y los jóvenes. Es necesario, oímos entonces, que se genere un empoderamiento por parte de la sociedad, concepto éste con gran arraigo y que ha surgido de las ideas feministas.

     Las prácticas locales de participación ciudadana avanzan poco a poco: están implantadas en algo más de 50 ciudades europeas, de las que 22 son españolas, con gobiernos IU, PSOE, CiU, PP y otros. De hecho, la ponente Rosa Martínez expuso una interesante experiencia participativa, la Iniciativa Urbana del Barrio del Espíritu Santo de Murcia, sustentada por un gobierno local del Partido Popular y con financiación europea.

     Es decir, que pese a que las tesis de Agamben son reconocibles en muchos aspectos, también constatamos resistencias, sobre todo en el ámbito local.

     El penúltimo ponente del ciclo, el eurodiputado Francisco Sosa Wagner, aludió al clamor generalizado que pide una reforma del sistema electoral español, “absolutamente pervertido” en su opinión y causa del desentendimiento de los ciudadanos de las exigencias políticas que todos tenemos en un sistema democrático; un sistema que lejos de ser cerrado y rígido como el de las dictaduras (y como el de los campos de concentración, por cierto), ha de ser ventilado, abierto, “esponjoso”, capaz de ir incorporando a las instituciones políticas todo lo que late en la sociedad, incluso a quienes están en desacuerdo con el sistema.

     Confiemos en que el nuevo gobierno de España no se comporte como un factor antisistema, degradando aún más nuestra maltrecha democracia y comprenda que abrir las instancias públicas a la participación de ciudadanos y ciudadanas es la más acertada de las políticas, en especial en estos tiempos supuestamente excepcionales.


Publicado en El Mundo de León, 23 noviembre 2011

domingo, 6 de noviembre de 2011

Crónica profesional y laboral


     Las crónicas de La Crónica abarcan un panorama tan amplio al menos como secciones, fechas, noticias, viñetas o fotografías que en su historia han sido. Añadir a ese índice un capítulo con perspectiva laboral o profesional puede parecernos quizá menor para tanta gloria como seguramente se recogerá en el cuaderno de los 25 años. Ahora bien, si convenimos en el papel decisivo que las personas juegan en toda empresa, por más que en ocasiones resulten poco apreciadas, entonces no podrá sernos ajena la peripecia de nombres que por el periódico han transitado durante estos cinco lustros. Honremos, pues, con ese motivo a los hacedores de prensa, los consagrados y los anónimos, los idos y los permanecidos, necesarios todos para la elaboración diaria de este portavoz de nuestro existir social.

     En lo profesional, que es palabra bien connotada, lo que sabemos es que La Crónica, por sí sola o en compañía de otros apellidos, ha sido durante estos años una auténtica escuela de periodismo. Si bien es cierto, como diremos luego, que el periodista es un ser obligado en nuestros tiempos a la itinerancia, ello arroja no obstante un resultado positivo que no debe pasársenos desapercibido. No es casual que en este 2011 los tres directores de los diarios provinciales hayan trabajado y se hayan formado antes en el periódico de referencia; como tampoco lo es que desde el mismo se haya nutrido, bien a otros medios de comunicación, bien a otros gabinetes al efecto; o que desde sus páginas de tacto tosco y sucio de tinta algunos hayan dado el salto hacia otros papeles más nobles e incluso literarios. Es un mérito que le cabe a este periódico y justo es reconocerlo en el momento de los aniversarios.

     Sin embargo, por lo que hace a lo laboral, que resulta ser un término mucho más pedestre que el anterior y casi hasta desprestigiado en medio de tanto impulso emprendedor, La Crónica no se ha escapado ni se escapa del sino común al sector de la comunicación. Al margen de que la época fuera de expansión o, como ahora, de depresión –que de todo ha habido en la viña de este diario-, los vaivenes entre su personal no sólo lo han sido por un paso a mejor vida, sino que en muchos casos son fruto de la inestabilidad en este tipo de empleo. Además, esa precariedad laboral existente en los medios de comunicación en general puede condicionar la libertad de opinión y de crítica y, en consecuencia, poner en riesgo los valores democráticos y la necesaria pluralidad informativa y de opinión a la que tiene derecho la ciudadanía. Pensemos, por ejemplo, que los medios de comunicación españoles han perdido en lo que llevamos de 2011 más de mil empleos, una cifra que triplica la correspondiente a todo 2010.

     Mas, en fin, los cumpleaños, sobre todo aquellos tan redondos como el que aquí nos ocupa, no sólo son útiles para evaluar el pasado; sirven también, y es oportuno que así sea, para avanzar propósitos de futuro. En tal sentido, desde un punto de vista sindical, creemos que para La Crónica y para el conjunto de medios de comunicación sería buena la atención de las instancias de control administrativo y laboral para evitar situaciones de precariedad o irregularidades que cuestionan incluso la viabilidad de las empresas; igualmente, la promoción de una Mesa sobre la situación de los medios, compuesta por el Gobierno, las partes implicadas y los agentes sociales, que promueva medidas para reforzar esa viabilidad; y, por último, avanzar y consolidar un modelo de radio, televisión y nuevos servicios de comunicación que cumpla con sus funciones de servicio público de calidad, respetando los derechos laborales. Son sugerencias humildes para que dentro de otros veinticinco años volvamos a tener ocasión para celebrar un aniversario tan relevante como este en un periódico al que todos estimamos.

Publicado en La Crónica de León (especial 25 aniversario), 6 noviembre 2011

viernes, 4 de noviembre de 2011

El obrero


     En ese mar de emprendedores y otras etiquetas genéricas similares al que nos conduce la ola conservadora, tiene razón de ser todavía una palabra tan digna como obrero (u obrera, si se me permite simplificar el rasgo de género). No hay definición más sencilla que la aportada por la Real Academia Española: “el que trabaja”. De otro modo más literal podríamos decir también “el que obra”, es decir, según la misma fuente, “hacer algo, trabajar en ello”. No hay por qué darle más vueltas ni entrar en matices: obrero lo es tanto el que trabaja manualmente en un sentido clásico como el que obra más modernamente en jóvenes tareas, ya sea el cloud computing o el community management. Con un detalle decisivo, no obstante, si volvemos a la RAE: el de la retribución. Esto es, que recibe a cambio “recompensa o pago”. Poco se habla de esto ahora y menos aún desde que lo obrero fuera estigmatizado por un afán ilusorio de distinción. Indudablemente, mucho han tenido que ver también los nuevos trabajos, la volatilidad del empleo y los cambiantes modos de producción, y mucho más todavía la semilla de la anti-conciencia de clase, que ha germinado en clases medias, autónomos, profesionales liberales, auto-empleados y más recientemente en los citados emprendedores. Por no mencionar el drama de los desempleados ni la casta singular que formamos los empleados públicos. Sin embargo, nadie podrá negar que una constante se mantiene e incluso se mantendrá en la nueva edad: por más compleja que haya de ser nuestra sociedad, el tiempo de los que obran seguirá siendo vendido a cambio de un salario. No importará el quehacer ni la localización. De tal manera que, puestos a dibujar el mapa de lo que nos viene, más vale servirse de la línea fina y ajustar nuestro vocabulario. Tal vez así las piezas del puzzle social vuelvan a encajar y consigamos situarnos para obrar en consecuencia. De lo contrario, como titulaba Sánchez Ferlosio, “vendrán más años malos y nos harán más ciegos”.

Publicado en La Crónica de León, 4 noviembre 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

Deja vu



     La política municipal en la ciudad de León es a grandes rasgos un deja vu. Cuatro años atrás, con un equipo de gobierno de signo diferente al actual, la invocación de una deuda heredada sirvió para encargar una auditoría con la que justificar, entre otras cosas, modificación de impuestos y tasas, alivio de plantilla y, finalmente, privatización de servicios. El problema no se resolvió entonces, porque dudosamente será resuelto nunca sin una adecuada Ley de Financiación Local que ningún Gobierno ha abordado hasta la fecha, ni se resolverá ahora cuando todo vuelve a ser igual y la canción nos resulta tan conocida como un viejo disco rayado. Con la peculiaridad importante que le añade la crisis económica, que ha desecado las fuentes de ingresos municipales, los gobernantes de ahora vuelven a invocar la deuda heredada para fiarlo todo a una nueva auditoría, modificación de impuestos y tasas, alivio de plantilla y, finalmente, nuevas privatizaciones de servicios. Lo dicho: un deja vu.

     Hay algunas diferencias, no obstante, que se puede y se deben resaltar. En aquellos tiempos, el Alcalde Fernández buscó al menos tímidamente la colaboración imposible de las organizaciones empresariales, sindicales y vecinales, y reuniones hubo varias al efecto hasta que las posturas se hicieron del todo incompatibles, el gobierno municipal se replegó sobre sí mismo, desconectó de sus bases, abdicó de su programa electoral y generó un conflicto todavía no cerrado. Nos referimos al proceso de privatización del Servicio Municipal de Aguas y su conversión en una empresa mixta. En estos tiempos, el Alcalde Gutiérrez y su equipo se lo guisan y se lo comen, explican poco y lo amagan todo, sin un gesto mínimo al entorno ciudadano y a sus organizaciones. Están en su derecho de hacerlo así, desde luego, y por eso seguramente son militantes del Partido Popular, que entiende la participación como una acción paternalista y poco más. Pero vuelve a cometer un pecado similar al de sus antecesores, el de renegar de su programa electoral, donde nada se dijo tampoco de nuevas privatizaciones de servicios públicos.

     Más bien podía esperarse lo contrario si atendemos a la famosa guerra del agua, que resultó pintoresca en algunos aspectos. Ocurrió, como consta en las hemerotecas, que se creó una plataforma antiprivatización, donde vinieron a coincidir en el rechazo numerosas asociaciones de distinto signo, incluido el PP. Esa paradójica presencia generó serios problemas en el seno de la plataforma, discusiones sobre la oportunidad política de ese gesto e incluso más de una deserción dentro de aquel movimiento. Vino a certificar la lealtad del partido, mandatado por la presidenta Isabel Carrasco (en la actualidad concejala en el Ayuntamiento de León), nada menos que su responsable de política municipal Cecilio Vallejo. Desde ese momento, todo hay que decirlo, el trabajo de los concejales del grupo popular, con Mercedes Moro a la cabeza, fue encomiable, e incluso se recuerda todavía el entusiasmo callejero del único concejal vivo de aquel grupo, Julio Cayón, en las dos manifestaciones que recorrieron las calles de la ciudad en defensa del agua pública.

     A propósito de todo aquello, los unos, los otros y los de más allá han hecho mutis por el foro, mientras en los tribunales sigue pendiente la resolución del contencioso-administrativo que presentamos los últimos resistentes de la plataforma, entre ellos CCOO y UGT. El PP ya había abandonado por entonces el campo de batalla y preparaba el relevo en sus caras y en los sillones municipales que pasaría a ocupar tras las elecciones del pasado mes de mayo. Sin embargo, guardó silencio sobre sus intenciones durante la campaña, como vuelve a hacer ahora por lo que se refiere al ámbito general del Estado, y, llegados a este punto, no le duelen prendas en decir digo donde dijo diego. Así de coherentes somos por estos pagos y así de corta es la memoria de cuantos hoy guardan silencio sobre este proceder, excepción hecha de IU y del presente escrito. No se ha visto tampoco en las gloriosas celebraciones de los quince de cada mes ninguna referencia a ello, como si la aspiración de un mundo global más justo no pasase antes por el pequeño detalle de las reivindicaciones más inmediatas y cotidianas.

     Pues bien, las dos organizaciones sindicales mayoritarias de este país volvemos a situarnos enfrente de estas decisiones que esquilman lo público y santifican lo privado. Y tornamos a colocarnos en disposición de colaborar en las soluciones coyunturales y estructurales para un ayuntamiento como el de León en franca bancarrota. E insistimos en reclamar foros de participación y compromiso para conseguirlo, sabedores de que sólo de este modo las decisiones políticas serán asumidas por la ciudadanía y tendrán éxito. De lo contrario, dentro de cuatro años regresará una vez más el deja vu, sus auditorías, sus modificaciones de tasas e impuestos, sus alivios de plantilla y sus reprivatizaciones. Eso sí, sin que por el camino, ni antes ni ahora, nadie haya sido condenado al menos con la incompatibilidad para cargo público por haber generado todo ese tipo de deudas que unos y otros, hoy por ti y mañana por mí, se pasan de mano en mano como un testigo de la incompetencia.


Publicado en Diario de León, 29 octubre 2011

viernes, 21 de octubre de 2011

El presentismo


     Mucho se habla de absentismo laboral, sobre todo entre los patronos, y tanto o más se yerra o se retuerce el sentido de las palabras o de los hechos. En la mayor parte de ocasiones, de lo que se trata es más bien de fomentar el presentismo, es decir, la permanencia en el puesto de trabajo en cualquier condición. Ignoran estos habladores las consecuencias negativas que este comportamiento acarrea tanto a trabajadores como a empresas, tales como deterioro de la salud, pérdida de bienestar, disminución del rendimiento, incremento de fallos e incluso más bajas y más largas a medio plazo. Se sabe, por ejemplo, que la gripe A obligó a unos 26 millones de trabajadores estadounidenses a ausentarse del trabajo, mientras que otros 8 millones que la habían contraído acudieron a trabajar a pesar de ello, con el resultado de que los que acudieron estando enfermos acabaron contagiando a otros 7 millones de personas. Es un proceder común corroborado por la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo, realizada en 2010: ante la pregunta “Durante los últimos 12 meses, ¿ha trabajado estando enfermo?”, el 40,7% de los trabajadores y trabajadoras de la Europa de los quince responde sí y el 46% admite que se había ausentado del trabajo por motivos de salud en el transcurso del último año. La forma en que las empresas fomentan ese presentismo es muy diversa y va desde prácticas institucionalizadas claramente visibles hasta la presión informal de jefes o mutuas. Pero el mecanismo socialmente más eficaz es vincular bajas laborales con absentismo y fraude, ocultando de mala fe que en realidad, según datos de 2007, sólo el 2’1% de ausencias lo fue por razones injustificadas (retrasos, salidas anticipadas, permisos particulares…), mientras que el resto lo fue claramente por el ejercicio de derechos (visitas médicas, ILT, maternidad, permisos negociados, horas sindicales, formación…). Conviene conocerlo para saber de qué hablamos.

Publicado en La Crónica de León, 21 octubre 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

KEVIN JOHANSEN: Vivo en Buenos Aires


     Por fin el nómada se detuvo en su verdadera cuna, Buenos Aires, y culminó un itinerario de lenguas, estilos y geografías para explayarse en la capital argentina con un disco y un DVD casi definitivos en su carrera de músico vagamundos. Fairbanks (Alaska), San Diego (California), Montevideo y Nueva York (por no citar sus otros antecedentes de madre argentina-española-catalana y padre yanqui-noruego) son las demás estaciones de ese camino recorrido por Kevin Johansen, el Piojo, donde se ha nutrido sabiamente con los productos de cada lugar: inglés, francés y, naturalmente, castellano porteño; funk, pop y, por supuesto, tango y milonga; Jorge Dréxler, Paulinho Moska y Barry White. "The mixture is the future", como él mismo confiesa.

     Disco definitivo, decimos, de este Vivo en Buenos Aires porque es compilación de cuanto hubo antes y punto seguido para cuanto se anuncia hacia después. Disco definitivo también porque, grabado en directo en el Teatro El Nacional, rezuma la frescura callejera y pendenciera de este desgenerado, es decir, todo lo contrario del artista unidimensional en la medida que sabe eludir el esquema de los géneros con tanto respeto como audacia. Y disco definitivo, en fin, porque conjuga todos los envoltorios que ha ido acumulando con los años, desde la fidelidad de su grupo The Nada hasta el acompañamiento en vivo del dibujante Liniers, más la costumbre de subir al escenario otras voces para recrear como si fueran nuevas sus canciones de discos precedentes; en este caso, Kiko Veneno, el brasileño Paulinho Moska, el uruguayo Fernando Cabrera o la portorriqueña Ileana Cabra. Y todo ello bajo la batuta en la coproducción de Matías Cella, de quien, para más referencias, ya tuvimos noticia aquí en el comentario de Cara B de Dréxler.

     Lo cual que, a la hora de la crítica, tampoco el que suscribe puede a veces sustraerse a sus propias emociones, y no las vamos a ocultar. Por eso ahora, cuando cuentan que no se sabe qué será de la Semana Negra gijonesa, a punto de ser devorada por el Ogro del Principado y sus ogritos, al repasar el concierto bonaerense de Johansen es inevitable no recordar el que nos regaló a la orilla del Molinón con motivo de una de aquellas citas con la literatura, la música y el guirigay. Aquel bullicio literario fue probablemente el mejor decorado para la “Cumbiera intelectual”, lo mismo que los puestos abigarrados de vendedores inmigrantes nos permitieron sentir de forma más viva “Sur o no sur”. Así que, de consumarse la afrenta (que no será la única en esta materia), también canciones como “Desde que te perdí” cobrarán otro sentido, si acaso no dispusieran ya de él en la actualidad por muy otros motivos. Total que, metidos en sentimentalismos, no resta más que agradecerle al Flaco que un día remoto nos diera a conocer al bueno de Kevin Johansen. Son deudas que se contraen y que se deben lucir; no como otras más prosaicas que nos estrangulan desde hace años y no nos permiten ni respirar.

Publicado en Notas Sindicales, noviembre 2011 

sábado, 8 de octubre de 2011

Lo indecente


     Hoy, 7 de octubre, como viene ocurriendo desde 2006 a instancias de la Confederación Sindical Internacional, se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. El concepto de trabajo decente, acuñado por la Organización Internacional del Trabajo, se refiere al que se realiza respetando los convenios proclamados por esta organización en 1998 –libertad sindical, derecho de huelga y negociación colectiva, prohibición del trabajo infantil y forzoso, y prohibición de toda forma de discriminación laboral– y que, además, es un trabajo que se realiza bajo contrato, con una remuneración justa y el derecho a unas prestaciones sociales básicas. Esta necesidad de reivindicar el trabajo decente remite, como es obvio, a la existencia de ese otro trabajo indecente, que desde 2008 y gracias a la codicia sin límites ha conocido un notable incremento, así en los países donde siempre se supuso su madriguera como en nuestro entorno cercano. Porque indecente es esa tasa de desempleo que se sitúa en la provincia leonesa en  el 17’17% mediado el presente año. Indecente es la tasa de temporalidad que ascendió en 2010 hasta el 20%. Indecente es que a estas alturas del año sean todavía 4.500 los trabajadores y trabajadoras sin renovar su convenio desde el año pasado y 17.500 en el actual. Indecentes son los 7.470 que han sufrido accidentes laborales hasta el mes de junio y mucho más que indecentes los 9 muertos por esas circunstancias hasta la fecha. Indecentes son la media docena de empresas y las innumerables entidades administrativas en la provincia que, obligadas por Ley, continúan sin disponer de plan de igualdad. El trabajo decente, en fin, no es ni debe ser un privilegio, y sólo será una cualidad general si colocamos en nuestra prioridad a las personas, es decir, el empleo, las prestaciones sociales, la defensa de los servicios públicos fundamentales, en particular educación y salud, y la negociación colectiva.

Publicado en La Crónica de León, 7 octubre 2011

jueves, 22 de septiembre de 2011

La misa


     El próximo lunes, 26 de septiembre, la Universidad de León organiza el acto de apertura del curso académico universitario. A tal fin, ha remitido invitaciones cuyo motivo de cabecera lo ocupa una imagen de un fragmento del Fuero de San Miguel de Escalada, conservado en el Archivo Histórico Nacional. La presencia en el acto del Presidente Juan Vicente Herrera obliga a una serie de protocolos que también figuran impresos. Por último, en el reverso del documento, donde se recoge el programa, nos sorprende que, junto al acto académico propiamente dicho, previsto para el mediodía, y en pie de igualdad con él, se anuncie un acto religioso, consistente en la celebración de la eucaristía. Aunque tampoco nos pareciese adecuado, no se trata de honrar al Santo Isidoro, patrón de esta universidad, en cuyos festejos también se acostumbra a incluir este tipo de expresiones de fervor católico. Al contrario, nos encontramos ante una cita puramente académica, bien que a la antigua usanza como muchas de las celebraciones y ritos universitarios, tuna incluida, la cual debería ser más exquisita todavía en sus formas y en el respeto que seguramente merece la comunidad universitaria. ¿O es que tan provinciana y estrecha resulta ser nuestra universidad que no acoge en ella a musulmanes, judíos, protestantes varios, agnósticos e incluso ateos? ¿Por qué entonces esta demostración, una vez tras otra, de esa fe parcial, santificada a todas luces desde su Rectorado como animador del evento? ¿Es la nuestra una universidad pública o pontificia? En fin, lejos de nosotros, los siniestros, el afán de prohibir que los católicos celebren sus ágapes o que los budistas entonen sus tantras de alta espiritualidad tibetana. Ahora bien, dejemos que la academia sea academia y el templo, templo. Y cada uno en su sitio. Demasiadas han sido y son las interferencias interesadas entre una y otro como para asistir a estas mixturas sin inquietud.

Publicado en La Crónica de León, 23 septiembre 2011

martes, 13 de septiembre de 2011

El autobús

     Parece ser que al llamado Parque Tecnológico de León le han inyectado nuevos servicios de autobús urbano. Se trata de una de las 100 medidas en 100 días prometidas por el actual equipo de gobierno del ayuntamiento leonés. Al margen del valor puramente escaparatista que este tipo de acciones contienen, nadie puede dudar no obstante de que se trata de una mejoría para el acceso a este enclave perdido en el extrarradio de la ciudad. Ahora bien, medidas de este tipo, tomadas al hilo de una necesidad propagandística evidente, no pueden ocultar las persistentes deficiencias de la movilidad urbana, en particular las que se refieren al acceso a los lugares de trabajo.

     Cuando se diseñó el último Plan de Movilidad Urbana Sostenible del Ayuntamiento de León en 2008, que no sabemos bien si llegó a cobrar vida o si como tantos otros proyectos de este tipo descansa en un cajón olvidado a pesar de su factura, nos sorprendió que, junto a los núcleos de referencia para el gran tráfico urbano (centros comerciales, hospitales, universidad…), no se tuviese en cuenta aquellos otros que diariamente generan también grandes flujos de vehículos y de personas: los polígonos industriales del entorno, donde se concentra la mayor parte de la actividad productiva local. Esto fue así, según se dijo, porque se hubiera obligado a comprometerse en el Plan a otros ayuntamientos (Onzonilla, San Andrés del Rabanedo, Villaquilambre y Valdefresno, principalmente), lo cual era imposible a corto o medio plazo. Es decir, el Plan ya era un plan fracasado de entrada, pues se sacrificaban, como vemos, elementos importantísimos para el propósito que se perseguía.

     En el caso que comentamos, la medida es así mismo una medida fracasada desde el principio, pues se adopta de forma aislada, dentro de un grupo de ellas que nada tienen que ver entre sí y sin atender a un objetivo general que no puede concebirse independiente de otros aspectos colaterales. Es decir, una vez más sin una verdadera política de movilidad urbana. Una política, a nuestro juicio, cada vez más necesaria y urgente, así para la solución de los problemas comunes de tráfico como para facilitar el acceso ágil y barato a los lugares de trabajo. Una política que no puede realizarse a golpe de ideas más o menos simpáticas del gobierno de la ciudad, sino que debe ser participada, compartida y asumida por el conjunto de ciudadanos y ciudadanas para que tenga éxito. Una política que, por lo que hace a los enclaves laborales, debe contar necesariamente con la opinión e intervención de trabajadores y trabajadoras, sus protagonistas, y de las organizaciones que los representan, los sindicatos. De otro modo repetiremos errores del pasado y es posible que esos autobuses del Parque Tecnológico se conviertan en auténticos autobuses fantasmas con fecha de caducidad.

     Así pues, estamos a la espera, puesto que en campaña electoral nada se dijo al respecto desde las filas ganadoras, de que se abra un verdadero proceso participativo para abordar la movilidad en la ciudad de León y en su periferia, donde se incluyan como ejes cardinales los espacios del trabajo, sean estos de un municipio u otro; y lo mismo cabría decirse de la ciudad de Ponferrada. Estamos a la espera de que se nos reconozca al menos que un 40% de los desplazamientos en nuestra ciudad son al centro de trabajo, lo que nos sitúa a los trabajadores y trabajadoras frente a la responsabilidad de evitar el daño al medio ambiente que supone el transporte inadecuado. Estamos a la espera de que alguien sensato, un alcalde por ejemplo, se comprometa con una verdadera estrategia de ahorro y eficiencia energética y que, para ello, aborde de verdad la puesta en marcha de líneas de autobuses o autobuses conectados con estaciones de tren, la utilización del coche compartido, la promoción de las rutas en bicicleta o a pie, las políticas de aparcamiento que dificulten la utilización del vehículo privado o la adecuación de los sistemas de transporte públicos. Y todo ello sin olvidar, naturalmente, que una política de transportes más adecuada evitaría el incesante incremento de los accidentes ''in itínere'', cerca de 3.000 al año en el conjunto del país.

     Y decimos esto y en este momento delicado porque, a diferencia de quienes hablan del empleo en perdigonada, no importando sus características con tal de maquillar cifras y realidades verdaderamente insoportables, para nosotros sigue manteniendo relevancia tanto el empleo en sí mismo como sus condiciones, su dignidad y sus garantías. Cuando el colapso económico se ha convertido para algunos en una patente de corso para recortar o suprimir elementos clave de un adecuado ejercicio laboral, todo ello en pos de una productividad nunca bien definida, la legalidad y seguridad jurídica de los contratos, el mantenimiento de las medidas para la prevención de riesgos laborales o las mejoras para una movilidad al trabajo más eficaz son o deben ser, entre otras, cuestiones irrenunciables para la clase trabajadora y para la sociedad en conjunto. Y que nadie se despiste o nos despiste: con un autobús de más o de menos no cambiamos casi nada.

Publicado en Diario de León, 13 septiembre 2011

jueves, 8 de septiembre de 2011

La declaración


     Hay declaraciones de amor y declaraciones de guerra. Las hay de la renta y de independencia. Y hay, en fin, declaraciones políticas que son mucho más expresivas de cómo somos y qué pensamos que todo un programa electoral, una intervención parlamentaria o un manifiesto ideológico. En un entorno comunicativo donde prevalece el titular y la simpleza de los mensajes, no importa su gratuidad, una frase redonda y bien filtrada a tiempo es mucho más eficaz que todas las páginas entintadas de un diario. Lo sabemos bien cuantos hemos portado pancartas con los más diversos lemas; lo han demostrado recientemente los irredentos de nuestras plazas con su artificio verbal; y trata de servirse de ello, con mayor o menor éxito, la clase política en su conjunto, muchas veces imposibilitada para enhebrar enunciados que superen con coherencia la docena de palabras. En este arte de la oratoria sin oratoria no hay nadie tan dotado como la señora de Cospedal. Su último hallazgo lingüístico es una mezcla perfecta de vitriolo, mala leche y fe abnegada en los inquebrantables principios de la insolidaridad (y ahí me las den todas): “Más impuestos equivale a más paro”. He ahí todo un tratado de filosofía medio moral y medio política, un texto doctrinal de primera categoría sin más pretensiones, una auténtica biblia del nuevo poder para esta era de dolores que estamos inaugurando. Ateniéndonos al mismo asunto y por el lado presuntamente contrario, sólo otra sentencia del señor Rodríguez estuvo casi a la misma altura: “Bajar los impuestos es de izquierdas”. Probablemente una y otro estaban pensando sin quererlo en la España de los primeros setenta, cuando no existían los impuestos que hoy conocemos y era éste un país dichoso, sin educación ni sanidad universales, con pensiones de perrona, barro en las calles y ruedas de molino. Aquello sí que era una declaración de pura austeridad, adonde pretenden devolvernos.

Publicado en La Cronica de León, 9 septiembre 2011

viernes, 26 de agosto de 2011

Los muros


     Cuentan las crónicas que en este mes de agosto se ha cumplido el cincuenta aniversario del levantamiento del muro de Berlín. Y cuentan así mismo esas crónicas y sus portavoces que los fastos oficiales, pues no se conoce que los hubiera de otro signo, se han entretenido en la adoración de la reliquia como si de un simple –y trágico, por supuesto- asunto del pasado se tratara. Sin más. No cuentan las crónicas, en cambio, ni sus portavoces, ni la prosa oficial, ni casi ningún medio de comunicación, que esa arquitectura sigue teniendo actualidad y, por desgracia, futuro; así que mejor hubieran hecho en explicar esta realidad que en contar la historia como si fuese solo un festival de efemérides blancas para lucimiento de gobernantes y adláteres. Ahí siguen, por si lo han olvidado, el muro que separa Israel de Cisjordania, el que se extiende a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Méjico, el que distancia a las dos Coreas, el que se levantó hace años en Chipre, las vallas de Ceuta y de Melilla, la muralla del Sáhara, o el que blinda los huertos petrolíferos de la feudal Arabia Saudí frente al avispero de las tierras de Irak. Un catálogo que podría completarse tomando el término en sentido figurado y enunciar entonces el muro de la necedad, el muro del miedo, el muro de la desigualdad o el muro del silencio, entre otros. Lo remata con acierto Nelly Prigorian, coordinadora del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos: “Tal vez los muros más peligrosos que ha desarrollado la humanidad, los que no permiten ni comunicarse, ni escucharse, ni entenderse, son los muros internos que levantamos dentro de nosotros mismos. Nos vuelven sordos, ciegos, mas nunca mudos, y el gritón más grande impone su verdad al resto del mundo. Y no queda ni espacio, ni aire, ni cuerdas vocales suficientes para detener la hegemonía del absurdo”. Mientras tanto, seguimos hablando como eruditos acerca de los puntos básicos de la prima de riesgo y de los nuevos dramas del fútbol.

Publicado en La Crónica de León, 26 agosto 2011

sábado, 13 de agosto de 2011

El lenguaje


     No pensaremos de otra forma si no hablamos de otra forma. El lenguaje, que es a la vez carcelero y liberador de nuestro pensamiento, no está exento naturalmente de los tópicos al uso que explican la actualidad. Mejor dicho, es la herramienta que transmite esos tópicos, los remacha en forma de conceptos y los traslada acto seguido a nuestros comportamientos. Por eso el lenguaje resulta capital también en estos momentos de desorientación general y por eso no es casual que siete de cada diez conceptos de las ciencias sociales y tecno-ciencias procedan de las factorías estadounidenses, tal y como nos ha enseñado en un reciente curso de verano de la Universidad de León el profesor Roitman Rossenmann. De este modo todos hemos integrado en nuestro vocabulario, y por lo tanto en nuestras vidas, términos como globalización, gobernanza o pragmatismo, que son meros cajones de sastre lingüísticos muy útiles para disfrazar la realidad a la que presuntamente se refieren. Eso sí, queda fino y aparentemente ilustrado introducirlos en nuestras conversaciones para no decir nada, que en el fondo es de lo que se trata: un lenguaje sin referentes o unos referentes sin lenguaje, lo que permite a los supremos hacedores continuar manipulando el mundo a su antojo. Por eso es de suma importancia, abierta la carrera electoral, reclamar de la clase política otro tipo de lenguaje, es decir, otro tipo de pensamiento. Al menos, en estos tiempos de confusión, donde todos resultan tan iguales en sus discursos, ésta debería ser una de las principales señas de identidad de la izquierda: llamar a las cosas por su nombre. Porque mientras unos y otros persistan por igual en sus letanías de ajuste, austeridad, líneas rojas, rescate, mercados, confianza y demás lugares comunes, difícilmente podremos alumbrar una realidad ajena a las plantillas elaboradas desde el poder y seguiremos enmarañados en un diccionario tan vacío y banal como doloroso e injusto.

Publicado en La Crónica de León, 12 agosto 2011

viernes, 29 de julio de 2011

La salud

    Una de las paradojas más singulares de estos tiempos broncos es la supuesta preocupación de las autoridades públicas por nuestra salud, como si ese estado, determinismos y otras fatalidades aparte, no fuese ni pudiera ser un acto de autoafirmación individual. Es más, la necesidad de ser y estar sanos ha calado de tal manera que la sociedad en su conjunto se ha convertido a su vez en el principal valedor y velador de esa consigna, tal y como advierte por ejemplo la novelista alemana Juli Zeh: “Intenta fumar un cigarrillo en público estando embarazada y te darás cuenta de lo que es ser una bruja en el siglo XXI”. Y, sin embargo, una vez más todo es pura apariencia, como bien lo saben las víctimas genéricas de la crisis y lo atestiguan las más diversas estadísticas, desde el alarmante número de suicidios en el distrito financiero y empresarial de La Defense en París hasta el creciente índice de mortalidad en el Reino Unido, por no citar otras muestras más cercanas. Aunque para colmo de hipocresías nada como esa amenaza del copago sanitario, discreto eufemismo que se refiere en realidad al repago, pues ya hubo antes un prepago general y equitativo a través de nuestros impuestos. Este invento convertirá injustamente a las personas enfermas en dobles impositoras por obra y gracia de los mercados que todo lo santifican: esos mismos que escapan de toda imposición, esos mismos que han preparado el camino haciendo de la salud casi el valor fundamental de las sociedades capitalistas, esos mismos que nos atemorizan regularmente con vacas locas, gripe aviar, pandemia del virus H1N1, atunes rojos, pepinos y otras bacterias. Por esa razón, se mire como se mire y sobre todo si se mira con ojos siniestros, no queda otra que unirse a quienes, con el filósofo Boris Groys a la cabeza, estimamos que en esta materia “no hay otra opción para disentir que reivindicar la infelicidad, la enfermedad, el fracaso, la ruina”.

Publicado en La Crónica de León, 29 julio 2011

jueves, 14 de julio de 2011

Las cifras

    Según la Constitución, los sindicatos son una institución fundamental en la construcción del Estado social y democrático de derecho. En ella se garantiza así mismo la participación de las organizaciones sindicales en organismos públicos. Este derecho se obtiene a través de los resultados que cada sindicato alcanza en las elecciones sindicales, celebradas cada cuatro años con una participación superior a otro tipo de convocatorias electorales. Los sindicatos llevan a cabo una labor de negociación colectiva para adecuar las leyes a la realidad de los distintos sectores y empresas. Anualmente se negocian y firman alrededor de 4.000 convenios colectivos, que regulan las condiciones de trabajo de más de 11 millones de personas (afiliadas a los sindicatos o no). Por este trabajo, el Estado destina una financiación de 15,7 millones de euros a repartir en función de la representatividad obtenida en las elecciones sindicales. Por su parte, la patronal CEOE, que no celebra elecciones que avalen su representatividad, recibe 9,6 millones; los partidos políticos, 84,41 millones; la Casa Real, que tampoco celebra elecciones, 8,89 millones; la Iglesia católica, menos democrática todavía, 252 millones. Los religiosos que trabajan en instituciones públicas como hospitales, cárceles y el ejército, reciben lo mismo que los sindicatos, 15 millones de euros; la Federación Española de fútbol, 4,8 millones; el cine español, 89,6 millones; y las empresas privadas de prensa escrita, radio y televisión, vía publicidad institucional de las diversas administraciones públicas, 360 millones de euros al año. Aunque lo más llamativo de todo son quizá los 564 millones destinados a subvencionar los toros, afición que, según una encuesta de la consultora Gallup, no interesa nada al 72,1% de la población española. Las cifras son elocuentes y contribuyen a centrar el debate gratuito que se extiende en múltiples ambientes. Sentenciar sin conocer es una temeridad.

Publicado en La Crónica de León, 15 julio 2011

viernes, 8 de julio de 2011

La herramienta del Ateneo

    Por décimo año consecutivo, la Universidad de León ha organizado un curso de verano que lleva, desde su temprano fallecimiento, el nombre del profesor Joaquín González Vecín, hombre de izquierdas y sindicalista siempre admirado. Lo dirige y organiza otro profesor de la Universidad de León, de izquierdas y sindicalista también, Enrique Díez Gutiérrez. Su temática gira por lo general en torno a la actualidad de los Derecho Humanos; en concreto este año atendió a los Derechos Humanos y las políticas sociales en el contexto de la crisis.

    Nos interesó especialmente, de entre todo lo dicho y explicado con fundamento por los ponentes, un dato que aportó el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Marcos Roitman Rosenmann, quien en su conferencia, además de alertarnos sobre la necesidad de combatir las trampas del lenguaje y sus significados, nos advirtió, por ejemplo, de que 7 de cada 10 conceptos de las ciencias sociales y tecno-ciencias proceden en los últimos tiempos de los Estados Unidos. Este hecho nos confirma una vez más que las factorías del pensamiento de la derecha siguen a pleno rendimiento, generando formas de pensar que se traducen en palabras y que, a fuerza de repetidas, acaban traduciéndose en comportamientos más o menos comunes sin mayor cuestionamiento. Por el contrario, los talleres del pensamiento de la izquierda, o si se quiere de la vieja Europa social, continúan ensimismados y hace años que se buscan a sí mismos sin apenas encontrarse.
    Decimos esto para resaltar de nuevo la importancia de que exista un ateneo obrero vinculado a un sindicato de clase. Posiblemente, a pesar de los tres años de vida del Ateneo Jesús Pereda, todavía haya entre los afiliados y afiliadas de CCOO quien se cuestione el encaje del mismo en la ortodoxa estructura sindical; incluso habrá quien a esos efectos apunte la relativa limitada asistencia a los actos que el Ateneo convoca, como si en cambio los puramente reivindicativos lo fueran de masas en sus últimas ediciones. Ignoran quienes así piensan que nada favorece más al triunfo del pensamiento único y castrador que la desaparición de los espacios de reflexión y de pensamiento entre las gentes en general y las de izquierdas en particular, que nuestros conceptos necesitan regenerarse y reconstruirse frente al discurso dominante (que no es ni debería ser el nuestro) y que la lucha por la emancipación de la clase trabajadora pasa, antes que por las condiciones laborales, por la reconquista de las ideas, que es tanto como decir del lenguaje que las verbaliza y de los comportamientos que en consecuencia las expresan.

    Con modestia y titubeos todavía, esa es la sustancia básica del Ateneo, con la que debieran nutrirse en principio la afiliación del Sindicato y acto seguido toda la ciudadanía dispuesta a defender las conquistas de la razón. Por eso, junto a otras acciones, diseñamos espacios para pensar juntos sobre el lugar en el que convivimos como ciudadanos y ciudadanas, la ciudad; por eso mismo premiamos el impulso cultural de quienes trabajan contracorriente y les distinguimos con la seña del diálogo; por eso, en fin, acercamos a autores y creadores varios, en cuya obra literaria, musical y artística reside, a nuestro juicio, el contrapeso de lo oficial y de lo que se lleva. No es fácil combatir el poder de los grandes laboratorios de ideas ni el de sus medios de expresión, nunca lo fue a lo largo de la historia. Por ese motivo, junto a la praxis sindical, la teoría y el pensamiento siguen siendo también una lucha política imprescindible que nos incumbe a todos. Y para ello el Ateneo Jesús Pereda se nos presenta como una herramienta que fortalecer y de la que servirnos para progresar.

Publicado en el Boletín Cultural Ateneo, nº 4, julio 2011