Blog de Ignacio Fernández

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jueves, 2 de junio de 2011

II Premio Diálogo

    Para la Unión Sindical de Comisiones Obreras de León y para la porción del Ateneo Cultural “Jesús Pereda” que reside en esta provincia, la entrega del Premio Diálogo aquí entre nosotros y con nosotros es, a nuestro parecer, una buena expresión de lo que la afiliación leonesa aporta tanto al Sindicato como a su Ateneo.

    Desde que en noviembre de 2008 tomáramos el MUSAC para bautizarnos hasta este otro recinto en el que nos confirmamos, nuestros pecados han sido abundantes y suculentos: exposiciones, presentaciones de libros, foros para el pensamiento urbano, laboratorios en los barrios, recitales, conciertos, jornadas interculturales y hasta un taller de danza nos contemplan en estos dos años y medio de vida. Por el camino, hemos ganado, además, adhesiones importantes de instituciones que conforman nuestro tejido cultural, para las que quiero aprovechar este momento con el fin de honrar su colaboración: Caja España, naturalmente, o lo que quiera que sea o vaya a ser, la Fundación Monte León, la Fundación Sierra Pambley, los ayuntamientos de León y de Ponferrada, el Instituto Leonés de Cultura y la Universidad de León. El Sindicato se nutre con ellas en esta aventura y ellas se nutren del Sindicato en lo que entendemos que es una colaboración necesaria para la provincia, así en lo cultural como en lo estrictamente social y laboral. Para la vieja ortodoxia sindical esta dimensión tal vez no sea fácil de digerir ni de compartir y a nuestro alrededor provoca más de un sarpullido, pero a cuantos nos preguntan por el papel de un sindicato en los tiempos actuales, además de todo el bagaje clásico que no necesito enumerar aquí y que sigue vivo, yo suelo responder sencillamente: helo ahí.

    El Sindicato ha conquistado con el tiempo nuevos espacios y nuevas audiencias también para la acción sindical. El mundo de la cultura lo es sin duda, no sólo porque contamos con un número importante de afiliados y afiliadas que trabajan en ese ámbito, sino porque el conjunto de quienes están a nuestro lado desean que tengamos pensamiento, discurso y voz en ese terreno. Y lo estamos conformando.

    Sin ir más lejos, este premio que hoy entregamos con extensión regional, tuvo su célula madre en estos páramos nuestros. Justo es por ello reconocer la inspiración que para el mismo nos brindó Enrique Jiménez de la Asunción, quien lo urdió con otro formato pero con un espíritu muy parejo. En aquel momento seminal le pareció y nos pareció que era justo y oportuno instaurar un premio, seguramente más modesto que éste, con el que destacar a los artífices de la comunicación, intercambio, transferencia y circulación cultural entre León y Valladolid a lo largo de nuestra vida democrática. Nadie mejor que este Ateneo Cultural para abrir de nuevo esa ruta de la seda cultural, como él la nombra, para enfrentar el discurso, tan necio como perenne y simple, que hace de estas dos localidades enemigos a batir, y para reconocer a las personas que gestionaron ese encuentro sus inadvertidos méritos.

    Ese tránsito, que fue y es todavía constante y fecundo entre ciudades que otros colocan de espaldas, demuestra que la cultura trasciende y supera los localismos y los nacionalismos. Es el mejor antídoto contra ellos y es bueno tenerlo muy presente en esta época de cierre de fronteras y repliegue sobre los propios ombligos en este mundo confuso. De hecho, hubo un tiempo, señora Consejera, en que la Consejería de Cultura la formaron y dirigieron, junto a otros que no desprecio, un puñado de leoneses y leonesas que me permito citar porque se lo merecen: su Consejero Justino Burgos, lamentablemente olvidado, Ernesto Escapa, Santiago Trancón, Concha Láez, Pepe Mancebo y muchos más. Sirva también como ejemplo, y conste que podría haber otros, que allá por el año 1986 esa Consejería editó la primera serie de la colección Barrio de Maravillas, así titulada en homenaje a Rosa Chacel y cuyo diseño corrió a cargo de otro leonés-vallisoletano, Manolo Sierra; pues bien, en ella se incluyeron libros de los leoneses Elena Santiago, Gaspar Moisés Gómez, Miguel Suárez, Antonio Gamoneda, Luis Miguel Rabanal y Luis Federico Martínez. A ellos se ha añadido, todo hay que decirlo, en una segunda serie en los últimos años, Antonio Pereira, Victoriano Crémer, Margarita Merino, Antonio Colinas y de nuevo Antonio Gamoneda y Miguel Suárez.

    Del mismo modo, viniendo a la actualidad, cabría resaltar el papel que este Ateneo viene jugando en el intercambio de nombres entre unas y otras orillas. Así, desde el Bernesga han viajado hasta el Pisuerga para presentar sus libros Víctor Peña, Felipe Zapico, Noemí Sabugal y próximamente Rafael Saravia. Y desde el Pisuerga han venido a bañarse al Bernesga Nuria Ruiz, José Centeno o Arsenio e Ignacio Escolar, aunque éstos últimos lo hicieran a través del Arlanzón, toda vez que las cuencas fluviales para la singladura del Ateneo continúan extendiéndose.

    En fin, el caso es que nuestro premio se hizo ambicioso y creció en el mapa y en su contenido hasta llegar a esta su segunda edición, pugnando por hacerse un hueco relevante con identidad propia en un auténtico océano de premios de la más variada gama como los que existen actualmente en España. Para que se hagan una idea, limitándonos sólo a los premios y concursos literarios, en este país se convocan anualmente un total de 1.700, una cifra desde luego nada desdeñable. Pues bien, tengo para mí, y creo que desde hoy es un sentimiento bastante más compartido, que no hemos errado en la apuesta. Como saben, Carlos Sanz Mínguez y Catalina Montes Mozo han inaugurado el repertorio, pero ya otros muchos podrían figurar en una nómina que reconoce el avance social y cultural al unísono en Castilla y León. Esa simbiosis figura en el propio genoma del Ateneo Cultural “Jesús Pereda” precisamente porque se alimenta de los fundamentos de un sindicato como Comisiones Obreras.


Texto leído en la entrega del II Premio Diálog del Ateneo Cultural "Jesús Pereda",León, 2 junio 2011

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