Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

viernes, 29 de julio de 2011

La salud

    Una de las paradojas más singulares de estos tiempos broncos es la supuesta preocupación de las autoridades públicas por nuestra salud, como si ese estado, determinismos y otras fatalidades aparte, no fuese ni pudiera ser un acto de autoafirmación individual. Es más, la necesidad de ser y estar sanos ha calado de tal manera que la sociedad en su conjunto se ha convertido a su vez en el principal valedor y velador de esa consigna, tal y como advierte por ejemplo la novelista alemana Juli Zeh: “Intenta fumar un cigarrillo en público estando embarazada y te darás cuenta de lo que es ser una bruja en el siglo XXI”. Y, sin embargo, una vez más todo es pura apariencia, como bien lo saben las víctimas genéricas de la crisis y lo atestiguan las más diversas estadísticas, desde el alarmante número de suicidios en el distrito financiero y empresarial de La Defense en París hasta el creciente índice de mortalidad en el Reino Unido, por no citar otras muestras más cercanas. Aunque para colmo de hipocresías nada como esa amenaza del copago sanitario, discreto eufemismo que se refiere en realidad al repago, pues ya hubo antes un prepago general y equitativo a través de nuestros impuestos. Este invento convertirá injustamente a las personas enfermas en dobles impositoras por obra y gracia de los mercados que todo lo santifican: esos mismos que escapan de toda imposición, esos mismos que han preparado el camino haciendo de la salud casi el valor fundamental de las sociedades capitalistas, esos mismos que nos atemorizan regularmente con vacas locas, gripe aviar, pandemia del virus H1N1, atunes rojos, pepinos y otras bacterias. Por esa razón, se mire como se mire y sobre todo si se mira con ojos siniestros, no queda otra que unirse a quienes, con el filósofo Boris Groys a la cabeza, estimamos que en esta materia “no hay otra opción para disentir que reivindicar la infelicidad, la enfermedad, el fracaso, la ruina”.

Publicado en La Crónica de León, 29 julio 2011

jueves, 14 de julio de 2011

Las cifras

    Según la Constitución, los sindicatos son una institución fundamental en la construcción del Estado social y democrático de derecho. En ella se garantiza así mismo la participación de las organizaciones sindicales en organismos públicos. Este derecho se obtiene a través de los resultados que cada sindicato alcanza en las elecciones sindicales, celebradas cada cuatro años con una participación superior a otro tipo de convocatorias electorales. Los sindicatos llevan a cabo una labor de negociación colectiva para adecuar las leyes a la realidad de los distintos sectores y empresas. Anualmente se negocian y firman alrededor de 4.000 convenios colectivos, que regulan las condiciones de trabajo de más de 11 millones de personas (afiliadas a los sindicatos o no). Por este trabajo, el Estado destina una financiación de 15,7 millones de euros a repartir en función de la representatividad obtenida en las elecciones sindicales. Por su parte, la patronal CEOE, que no celebra elecciones que avalen su representatividad, recibe 9,6 millones; los partidos políticos, 84,41 millones; la Casa Real, que tampoco celebra elecciones, 8,89 millones; la Iglesia católica, menos democrática todavía, 252 millones. Los religiosos que trabajan en instituciones públicas como hospitales, cárceles y el ejército, reciben lo mismo que los sindicatos, 15 millones de euros; la Federación Española de fútbol, 4,8 millones; el cine español, 89,6 millones; y las empresas privadas de prensa escrita, radio y televisión, vía publicidad institucional de las diversas administraciones públicas, 360 millones de euros al año. Aunque lo más llamativo de todo son quizá los 564 millones destinados a subvencionar los toros, afición que, según una encuesta de la consultora Gallup, no interesa nada al 72,1% de la población española. Las cifras son elocuentes y contribuyen a centrar el debate gratuito que se extiende en múltiples ambientes. Sentenciar sin conocer es una temeridad.

Publicado en La Crónica de León, 15 julio 2011

viernes, 8 de julio de 2011

La herramienta del Ateneo

    Por décimo año consecutivo, la Universidad de León ha organizado un curso de verano que lleva, desde su temprano fallecimiento, el nombre del profesor Joaquín González Vecín, hombre de izquierdas y sindicalista siempre admirado. Lo dirige y organiza otro profesor de la Universidad de León, de izquierdas y sindicalista también, Enrique Díez Gutiérrez. Su temática gira por lo general en torno a la actualidad de los Derecho Humanos; en concreto este año atendió a los Derechos Humanos y las políticas sociales en el contexto de la crisis.

    Nos interesó especialmente, de entre todo lo dicho y explicado con fundamento por los ponentes, un dato que aportó el profesor de la Universidad Complutense de Madrid Marcos Roitman Rosenmann, quien en su conferencia, además de alertarnos sobre la necesidad de combatir las trampas del lenguaje y sus significados, nos advirtió, por ejemplo, de que 7 de cada 10 conceptos de las ciencias sociales y tecno-ciencias proceden en los últimos tiempos de los Estados Unidos. Este hecho nos confirma una vez más que las factorías del pensamiento de la derecha siguen a pleno rendimiento, generando formas de pensar que se traducen en palabras y que, a fuerza de repetidas, acaban traduciéndose en comportamientos más o menos comunes sin mayor cuestionamiento. Por el contrario, los talleres del pensamiento de la izquierda, o si se quiere de la vieja Europa social, continúan ensimismados y hace años que se buscan a sí mismos sin apenas encontrarse.
    Decimos esto para resaltar de nuevo la importancia de que exista un ateneo obrero vinculado a un sindicato de clase. Posiblemente, a pesar de los tres años de vida del Ateneo Jesús Pereda, todavía haya entre los afiliados y afiliadas de CCOO quien se cuestione el encaje del mismo en la ortodoxa estructura sindical; incluso habrá quien a esos efectos apunte la relativa limitada asistencia a los actos que el Ateneo convoca, como si en cambio los puramente reivindicativos lo fueran de masas en sus últimas ediciones. Ignoran quienes así piensan que nada favorece más al triunfo del pensamiento único y castrador que la desaparición de los espacios de reflexión y de pensamiento entre las gentes en general y las de izquierdas en particular, que nuestros conceptos necesitan regenerarse y reconstruirse frente al discurso dominante (que no es ni debería ser el nuestro) y que la lucha por la emancipación de la clase trabajadora pasa, antes que por las condiciones laborales, por la reconquista de las ideas, que es tanto como decir del lenguaje que las verbaliza y de los comportamientos que en consecuencia las expresan.

    Con modestia y titubeos todavía, esa es la sustancia básica del Ateneo, con la que debieran nutrirse en principio la afiliación del Sindicato y acto seguido toda la ciudadanía dispuesta a defender las conquistas de la razón. Por eso, junto a otras acciones, diseñamos espacios para pensar juntos sobre el lugar en el que convivimos como ciudadanos y ciudadanas, la ciudad; por eso mismo premiamos el impulso cultural de quienes trabajan contracorriente y les distinguimos con la seña del diálogo; por eso, en fin, acercamos a autores y creadores varios, en cuya obra literaria, musical y artística reside, a nuestro juicio, el contrapeso de lo oficial y de lo que se lleva. No es fácil combatir el poder de los grandes laboratorios de ideas ni el de sus medios de expresión, nunca lo fue a lo largo de la historia. Por ese motivo, junto a la praxis sindical, la teoría y el pensamiento siguen siendo también una lucha política imprescindible que nos incumbe a todos. Y para ello el Ateneo Jesús Pereda se nos presenta como una herramienta que fortalecer y de la que servirnos para progresar.

Publicado en el Boletín Cultural Ateneo, nº 4, julio 2011