Blog de Ignacio Fernández

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miércoles, 17 de noviembre de 2010

NOEMÍ G. SABUGAL: El asesinato de Sócrates


LA AUTORA.
Noemí G. Sabugal es licenciada en Ciencias de la Información, rama Periodismo. En 2005 recibió el Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío, en la modalidad de prensa, por el reportaje “De cruce de caminos a cruce de culturas”, sobre la inmigración en el barrio leonés del Crucero, publicado en El Mundo-La Crónica de León. Ha trabajado también para el diario El Mundo, el semanario Interviú y los servicios informativos de la Cadena SER; actualmente lo hace para el Diario de León. Con El asesinato de Sócrates, su primera novela, fue finalista en la XI edición del Premio de Novela Fernando Quiñones, ganado por Raúl Guerra Garrido.

EL LIBRO.
§   Una novela negra, que se presentó en la Semana Negra de Gijón. Dice sobre ello Javier Pérez: “la autora explicó que se había internado en el mundo de la novela negra tras trabajar en la sección de sucesos de un periódico, y que aunque prefiere el realismo como género literario, pocos tipos de literatura permiten abordar la realidad con tanta cercanía y tanta sinceridad como el género negro, abordando el deterioro físico y social de las ciudades y la corrupción política”.
§  Un libro sobre la incomunicación. Dice Noemí en un clip promocional: “una buena novela tiene que hablar sobre los conflictos en las cada vez más complicadas relaciones humanas”.
§  Una historia criminal tradicional, si se exceptúan la ambientación y el contexto actual: la investigación de un asesinato (el de un periodista peculiar que husmeaba donde no debía), pero con presencia importante del periodismo, la corrupción municipal, dosis de inmigración y en una curiosa ciudad de provincias –San Martín- más apropiada para la novela histórica o de costumbres que para el género negro.
§   Una novela hablada: los hechos no se narran, se hablan. “Son los diálogos los que mejor representan el carácter de los personajes, pues en un diálogo de una novela, lo mismo que en la vida real, es tan importante lo que se dice como lo que se calla”. No obstante, las muestras de narratividad resultan exquisitas y recogen un derroche de imágenes puramente literarias.

EL TEXTO.
“Desde allí no se oía nada. El silencio era completo a pesar de la nota discordante de algún pájaro. Los pitidos de los coches y los gritos de los repartidores habían quedado abajo, en la ciudad que se enroscaba a sus pies como el garabato de un niño. (…) La ciudad sabría algo más de sí misma en unas horas. No mucho, sólo un poco más. Habría indignación, discusiones airadas en los bares, alguna manifestación, y después nada. El reemplazo de unos días por otros. Se encogerían de hombros y pasarían a otra cosa. (…) Seguirían adelante con sus pequeños negocios, sus pequeñas traiciones, sus pequeñas mentiras. Pequeñeces de una ciudad pequeña. (…) Al fondo, las naves brillantes del minúsculo polígono industrial. Bajo los tejados de chapa imaginaba a los obreros transportando carga, soldando metal. Cansados y sudorosos, yendo de acá para allá, aún dormidos. ¿Acaso recordaban que habían muerto dos hombres? Hacía ya tanto tiempo que ni les importaba. (…) Todo se renovaba, pero la ciudad tenía su propio tiempo. Despacio. Ellos no eran los insectos que morían en invierno dejando crías para estrenar vida al año siguiente. Se aferraban a sus costumbres, a sus cañas en el bar, la televisión. Para que nada cambiara.”

Presentación del libro en Valladolid, noviembre 2010

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