Blog de Ignacio Fernández

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jueves, 27 de octubre de 2011

Deja vu



     La política municipal en la ciudad de León es a grandes rasgos un deja vu. Cuatro años atrás, con un equipo de gobierno de signo diferente al actual, la invocación de una deuda heredada sirvió para encargar una auditoría con la que justificar, entre otras cosas, modificación de impuestos y tasas, alivio de plantilla y, finalmente, privatización de servicios. El problema no se resolvió entonces, porque dudosamente será resuelto nunca sin una adecuada Ley de Financiación Local que ningún Gobierno ha abordado hasta la fecha, ni se resolverá ahora cuando todo vuelve a ser igual y la canción nos resulta tan conocida como un viejo disco rayado. Con la peculiaridad importante que le añade la crisis económica, que ha desecado las fuentes de ingresos municipales, los gobernantes de ahora vuelven a invocar la deuda heredada para fiarlo todo a una nueva auditoría, modificación de impuestos y tasas, alivio de plantilla y, finalmente, nuevas privatizaciones de servicios. Lo dicho: un deja vu.

     Hay algunas diferencias, no obstante, que se puede y se deben resaltar. En aquellos tiempos, el Alcalde Fernández buscó al menos tímidamente la colaboración imposible de las organizaciones empresariales, sindicales y vecinales, y reuniones hubo varias al efecto hasta que las posturas se hicieron del todo incompatibles, el gobierno municipal se replegó sobre sí mismo, desconectó de sus bases, abdicó de su programa electoral y generó un conflicto todavía no cerrado. Nos referimos al proceso de privatización del Servicio Municipal de Aguas y su conversión en una empresa mixta. En estos tiempos, el Alcalde Gutiérrez y su equipo se lo guisan y se lo comen, explican poco y lo amagan todo, sin un gesto mínimo al entorno ciudadano y a sus organizaciones. Están en su derecho de hacerlo así, desde luego, y por eso seguramente son militantes del Partido Popular, que entiende la participación como una acción paternalista y poco más. Pero vuelve a cometer un pecado similar al de sus antecesores, el de renegar de su programa electoral, donde nada se dijo tampoco de nuevas privatizaciones de servicios públicos.

     Más bien podía esperarse lo contrario si atendemos a la famosa guerra del agua, que resultó pintoresca en algunos aspectos. Ocurrió, como consta en las hemerotecas, que se creó una plataforma antiprivatización, donde vinieron a coincidir en el rechazo numerosas asociaciones de distinto signo, incluido el PP. Esa paradójica presencia generó serios problemas en el seno de la plataforma, discusiones sobre la oportunidad política de ese gesto e incluso más de una deserción dentro de aquel movimiento. Vino a certificar la lealtad del partido, mandatado por la presidenta Isabel Carrasco (en la actualidad concejala en el Ayuntamiento de León), nada menos que su responsable de política municipal Cecilio Vallejo. Desde ese momento, todo hay que decirlo, el trabajo de los concejales del grupo popular, con Mercedes Moro a la cabeza, fue encomiable, e incluso se recuerda todavía el entusiasmo callejero del único concejal vivo de aquel grupo, Julio Cayón, en las dos manifestaciones que recorrieron las calles de la ciudad en defensa del agua pública.

     A propósito de todo aquello, los unos, los otros y los de más allá han hecho mutis por el foro, mientras en los tribunales sigue pendiente la resolución del contencioso-administrativo que presentamos los últimos resistentes de la plataforma, entre ellos CCOO y UGT. El PP ya había abandonado por entonces el campo de batalla y preparaba el relevo en sus caras y en los sillones municipales que pasaría a ocupar tras las elecciones del pasado mes de mayo. Sin embargo, guardó silencio sobre sus intenciones durante la campaña, como vuelve a hacer ahora por lo que se refiere al ámbito general del Estado, y, llegados a este punto, no le duelen prendas en decir digo donde dijo diego. Así de coherentes somos por estos pagos y así de corta es la memoria de cuantos hoy guardan silencio sobre este proceder, excepción hecha de IU y del presente escrito. No se ha visto tampoco en las gloriosas celebraciones de los quince de cada mes ninguna referencia a ello, como si la aspiración de un mundo global más justo no pasase antes por el pequeño detalle de las reivindicaciones más inmediatas y cotidianas.

     Pues bien, las dos organizaciones sindicales mayoritarias de este país volvemos a situarnos enfrente de estas decisiones que esquilman lo público y santifican lo privado. Y tornamos a colocarnos en disposición de colaborar en las soluciones coyunturales y estructurales para un ayuntamiento como el de León en franca bancarrota. E insistimos en reclamar foros de participación y compromiso para conseguirlo, sabedores de que sólo de este modo las decisiones políticas serán asumidas por la ciudadanía y tendrán éxito. De lo contrario, dentro de cuatro años regresará una vez más el deja vu, sus auditorías, sus modificaciones de tasas e impuestos, sus alivios de plantilla y sus reprivatizaciones. Eso sí, sin que por el camino, ni antes ni ahora, nadie haya sido condenado al menos con la incompatibilidad para cargo público por haber generado todo ese tipo de deudas que unos y otros, hoy por ti y mañana por mí, se pasan de mano en mano como un testigo de la incompetencia.


Publicado en Diario de León, 29 octubre 2011

viernes, 21 de octubre de 2011

El presentismo


     Mucho se habla de absentismo laboral, sobre todo entre los patronos, y tanto o más se yerra o se retuerce el sentido de las palabras o de los hechos. En la mayor parte de ocasiones, de lo que se trata es más bien de fomentar el presentismo, es decir, la permanencia en el puesto de trabajo en cualquier condición. Ignoran estos habladores las consecuencias negativas que este comportamiento acarrea tanto a trabajadores como a empresas, tales como deterioro de la salud, pérdida de bienestar, disminución del rendimiento, incremento de fallos e incluso más bajas y más largas a medio plazo. Se sabe, por ejemplo, que la gripe A obligó a unos 26 millones de trabajadores estadounidenses a ausentarse del trabajo, mientras que otros 8 millones que la habían contraído acudieron a trabajar a pesar de ello, con el resultado de que los que acudieron estando enfermos acabaron contagiando a otros 7 millones de personas. Es un proceder común corroborado por la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo, realizada en 2010: ante la pregunta “Durante los últimos 12 meses, ¿ha trabajado estando enfermo?”, el 40,7% de los trabajadores y trabajadoras de la Europa de los quince responde sí y el 46% admite que se había ausentado del trabajo por motivos de salud en el transcurso del último año. La forma en que las empresas fomentan ese presentismo es muy diversa y va desde prácticas institucionalizadas claramente visibles hasta la presión informal de jefes o mutuas. Pero el mecanismo socialmente más eficaz es vincular bajas laborales con absentismo y fraude, ocultando de mala fe que en realidad, según datos de 2007, sólo el 2’1% de ausencias lo fue por razones injustificadas (retrasos, salidas anticipadas, permisos particulares…), mientras que el resto lo fue claramente por el ejercicio de derechos (visitas médicas, ILT, maternidad, permisos negociados, horas sindicales, formación…). Conviene conocerlo para saber de qué hablamos.

Publicado en La Crónica de León, 21 octubre 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

KEVIN JOHANSEN: Vivo en Buenos Aires


     Por fin el nómada se detuvo en su verdadera cuna, Buenos Aires, y culminó un itinerario de lenguas, estilos y geografías para explayarse en la capital argentina con un disco y un DVD casi definitivos en su carrera de músico vagamundos. Fairbanks (Alaska), San Diego (California), Montevideo y Nueva York (por no citar sus otros antecedentes de madre argentina-española-catalana y padre yanqui-noruego) son las demás estaciones de ese camino recorrido por Kevin Johansen, el Piojo, donde se ha nutrido sabiamente con los productos de cada lugar: inglés, francés y, naturalmente, castellano porteño; funk, pop y, por supuesto, tango y milonga; Jorge Dréxler, Paulinho Moska y Barry White. "The mixture is the future", como él mismo confiesa.

     Disco definitivo, decimos, de este Vivo en Buenos Aires porque es compilación de cuanto hubo antes y punto seguido para cuanto se anuncia hacia después. Disco definitivo también porque, grabado en directo en el Teatro El Nacional, rezuma la frescura callejera y pendenciera de este desgenerado, es decir, todo lo contrario del artista unidimensional en la medida que sabe eludir el esquema de los géneros con tanto respeto como audacia. Y disco definitivo, en fin, porque conjuga todos los envoltorios que ha ido acumulando con los años, desde la fidelidad de su grupo The Nada hasta el acompañamiento en vivo del dibujante Liniers, más la costumbre de subir al escenario otras voces para recrear como si fueran nuevas sus canciones de discos precedentes; en este caso, Kiko Veneno, el brasileño Paulinho Moska, el uruguayo Fernando Cabrera o la portorriqueña Ileana Cabra. Y todo ello bajo la batuta en la coproducción de Matías Cella, de quien, para más referencias, ya tuvimos noticia aquí en el comentario de Cara B de Dréxler.

     Lo cual que, a la hora de la crítica, tampoco el que suscribe puede a veces sustraerse a sus propias emociones, y no las vamos a ocultar. Por eso ahora, cuando cuentan que no se sabe qué será de la Semana Negra gijonesa, a punto de ser devorada por el Ogro del Principado y sus ogritos, al repasar el concierto bonaerense de Johansen es inevitable no recordar el que nos regaló a la orilla del Molinón con motivo de una de aquellas citas con la literatura, la música y el guirigay. Aquel bullicio literario fue probablemente el mejor decorado para la “Cumbiera intelectual”, lo mismo que los puestos abigarrados de vendedores inmigrantes nos permitieron sentir de forma más viva “Sur o no sur”. Así que, de consumarse la afrenta (que no será la única en esta materia), también canciones como “Desde que te perdí” cobrarán otro sentido, si acaso no dispusieran ya de él en la actualidad por muy otros motivos. Total que, metidos en sentimentalismos, no resta más que agradecerle al Flaco que un día remoto nos diera a conocer al bueno de Kevin Johansen. Son deudas que se contraen y que se deben lucir; no como otras más prosaicas que nos estrangulan desde hace años y no nos permiten ni respirar.

Publicado en Notas Sindicales, noviembre 2011 

sábado, 8 de octubre de 2011

Lo indecente


     Hoy, 7 de octubre, como viene ocurriendo desde 2006 a instancias de la Confederación Sindical Internacional, se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. El concepto de trabajo decente, acuñado por la Organización Internacional del Trabajo, se refiere al que se realiza respetando los convenios proclamados por esta organización en 1998 –libertad sindical, derecho de huelga y negociación colectiva, prohibición del trabajo infantil y forzoso, y prohibición de toda forma de discriminación laboral– y que, además, es un trabajo que se realiza bajo contrato, con una remuneración justa y el derecho a unas prestaciones sociales básicas. Esta necesidad de reivindicar el trabajo decente remite, como es obvio, a la existencia de ese otro trabajo indecente, que desde 2008 y gracias a la codicia sin límites ha conocido un notable incremento, así en los países donde siempre se supuso su madriguera como en nuestro entorno cercano. Porque indecente es esa tasa de desempleo que se sitúa en la provincia leonesa en  el 17’17% mediado el presente año. Indecente es la tasa de temporalidad que ascendió en 2010 hasta el 20%. Indecente es que a estas alturas del año sean todavía 4.500 los trabajadores y trabajadoras sin renovar su convenio desde el año pasado y 17.500 en el actual. Indecentes son los 7.470 que han sufrido accidentes laborales hasta el mes de junio y mucho más que indecentes los 9 muertos por esas circunstancias hasta la fecha. Indecentes son la media docena de empresas y las innumerables entidades administrativas en la provincia que, obligadas por Ley, continúan sin disponer de plan de igualdad. El trabajo decente, en fin, no es ni debe ser un privilegio, y sólo será una cualidad general si colocamos en nuestra prioridad a las personas, es decir, el empleo, las prestaciones sociales, la defensa de los servicios públicos fundamentales, en particular educación y salud, y la negociación colectiva.

Publicado en La Crónica de León, 7 octubre 2011