Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 27 de diciembre de 2012

Rumor


     Cada día de la semana, casi cada hora, tenía sus rituales, y la música, naturalmente, no era ajena a esos ritmos repetidos entre timbres de clase, sirenas de azucarera y silbidos del ferrocarril. Como bien se puede suponer, en los fines de semana llegaba la coronación del show, aunque no todo en esos dos o tres días respondía a una misma mecánica ni a un mismo repertorio; es decir, no siempre era posible actuar sobre la misma combinación en el teclado para ambientar la fraternidad. Por ejemplo, los domingos, después del horario de misa, tenían necesariamente otro sabor y otro rumor.

     A esas horas, mediodía del domingo, se producía en los bares una hibridación que obligaba a poses y concesiones que no sucedían en otros momentos y en otros espacios de gustos más restringidos y homogéneos. Olía a limpio, se bebía mosto o vermouth (según sexos y edades) y en los locales que tenían un aparte con la máquina de discos (que los había en casi todos los barrios) se amontonaban todas las liturgias posibles e imposibles. Predominaba lo comercial, como sucede en estas amalgamas, y un tal Laurent Voulzy se las llevaba de calle, así que hubo que cortar por la del medio y reconquistar posiciones hasta remodelar el deleite colectivo con otros patrones que empezaban a ganar protagonismo. Enseguida aquel protomix que tenía por título Rockcolletion fue dejando espacio a un single de Triana que albergaba en su cara A una canción perfectamente digerible para esos escenarios, Rumor, sin por ello dejar en el camino ni un ápice de su mensaje capital para aquellos años: “la guitarra a la mañana / le habló de libertad”.

     En realidad, lo del flamenco y el rock lo habíamos descubierto con Smash, pero resultaron demasiado psicodélicos o underground para una juvenilidad todavía pálida en exceso. Triana, en cambio, nos llegó en el momento justo.  En junio de 1976 formaron parte del cartel del “1er Enrollamiento Internacional de Rock Ciudad de León” (primero y último, por cierto), junto a Asfalto, Iceberg, Bloque, entre otros, y Nico como estrella venida del más allá. Dos años antes habían editado su primer disco, «El patio», y ya nos habíamos solazado bastante con sus canciones en las tardes de cafetería y en las exhibiciones de los virtuosos de la guitarra, que hicieron de Abre la puerta una parada obligatoria. Pero su aparición en el escenario, en medio de aquella melopea provinciana, resultó ser el pasaporte menos discutido para la ampliación de nuestro cancionero hacia los grupos hispanos sin que nadie se atreviera a ponernos en tela de juicio. Todo lo contrario, de ahí a sembrar las matinales domingueras requirió sólo una pequeña espera por su segundo álbum y una reconversión imprescindible en los ritmos de la tribu.

     Rumor, junto a Recuerdos de Triana en la cara B, fue editado por Movieplay en 1977, extraído del LP «Hijos del agobio». Según http://trianadiscografía.blogspot.com , “se dice, se cuenta, se rumorea (hoy ya leyenda urbana) que la revista musical de mayor tirada en América del Sur y Estados Unidos, Record World, les consideró en aquel año como el mejor grupo de toda el área latina”. http://www.youtube.com/watch?v=b2QljMsDZ_8

Publicado en genetikarockradio.com, diciembre 2012

sábado, 22 de diciembre de 2012

Esperando la revolución otra vez


Cuentan que cuenta el filósofo Manuel Cruz que en una clase de doctorado preguntó a los estudiantes cuál era para ellos ese acontecimiento que les había marcado, por el que creían poder definirse, que reflejaba mejor el momento en que se sintieron irrumpir en el mundo. Lo que más llamó su atención fue la declaración de un estudiante, para quien, sin el menor género de dudas, el acontecimiento que había significado un cambio radical en su vida y en la de su generación era la aparición de la tarifa plana de acceso a Internet.

Tal vez sea así en verdad y haya que convenir que la tecnológica es la única revolución que mantiene aprecio entre las generaciones jóvenes. Posiblemente no exista ya otro estímulo para que se produzcan fenómenos más o menos revolucionarios, que quizá para siempre han perdido el prestigio histórico de que gozaron en épocas anteriores. Ni siquiera sería esperable en un país como el nuestro, por más que identifiquemos motivos para ello, una revolución al estilo árabe, entre otras cosas porque aquí, como apunta Borja Casani, “no sabríamos a quién echarle la culpa, porque es colectiva”. Tan colectiva como el paro y la pobreza creciente y la indignación y la rabia y la tristeza. Ni siquiera esta mezcla espesa de condiciones objetivas y subjetivas cuajarán en un formato revolucionario, como habría ocurrido tal vez en otros periodos históricos no tan lejanos. Tal y como venimos sosteniendo, es una demostración más de que hemos pasado página en la historia hacia otra nueva edad, ni mejor ni peor que la precedente, que apura sus elementos definidores y se busca a sí misma entre el antes y el después.

No formará parte de tales elementos el concepto de revolución en un sentido clásico, pero habrá que ver si algunas de las nociones y lemas a él ligados pervivirán o no. O mejor dicho, si conseguiremos que pervivan o no, pues las ideas necesitan también portadores. Sami Naïr, el politólogo francés sin ir más lejos, se ha encargado de mostrarnos algún camino al rescatar y poner al día la eterna proclama de todas las revoluciones desde la francesa. Propone él que hablemos (y defendamos) de “libertad en los espacios individuales, igualdad en los espacios públicos y fraternidad en los espacios colectivos”. No se trata ya de vender un slogan atractivo a fuerza de ser simple como un tuit, sino de presentar casi todo un programa político en tres sencillos enunciados. En su significado completo se encuentra, a nuestro modo de ver, una definición completa de la que quisiéramos sociedad posrevolucionaria o poscontemporánea, tanto da. Y eso es lo que en verdad está en juego y por lo que se debería velar. Mutatis mutandis, es lo que leemos en el capítulo LVIII de la segunda parte del Quijote, cuando el ingenioso hidalgo da algunos consejos a su escudero y le dice lo siguiente: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.


Publicado en Tam-Tam Press, 22 diciembre 2012

martes, 18 de diciembre de 2012

Highway Star


     En aquellos tiempos de los pelos largos, como bien cantaban los Burning en su inolvidable Una noche sin ti, las adhesiones eran inoxidables. Uno se apuntaba a un grupo y lo agotaba hasta sus últimos compases, aunque para ese fin no sirvieran los jukebox, que eran bastante limitados y se sometían al formato single. Pero, eso sí, aquellas canciones sueltas se devoraban una y otra vez a destajo.

     De tal manera que lo mismo que nos había ocurrido con Led Zeppelin vino a sucedernos con Deep Purple, aunque las diferencias entre uno y otro grupo fueran evidentes. Para nosotros, los primeros eran como más académicos, más música culta o de culto si pudiera decirse así, y por eso los escuchábamos en los bares, auténticos lugares sagrados. Por el contrario, los segundos nos parecían mucho más callejeros, más de andar por casa, y quizá por eso los solíamos seleccionar en las máquinas de las salas de juego, que es donde procedía lo gamberro. De los Purple, la mayor parte del auditorio solía preferir Smoke on the water, posiblemente porque a la par que se sucedía su característico riff central lanzábamos al aire juegos de humo con los cigarrillos y colaborábamos a rematar el decorado. En cambio, para otros la piedra angular de los músicos británicos fue Highway Star, que nos remitía a paisajes abiertos destinados a conquistarse.

     Porque lo que ocurría con aquellas canciones es que se incorporaban a nuestras vidas no sólo como su banda sonora en un momento dado, sino que se lucían poco menos que como la huella en el carnet de identidad. Por eso no es de extrañar que fueran origen de anécdotas sonadas. Se recuerda en los anales de la provocación, por ejemplo, la noche en que la policía –¡aquella policía!- nos detuvo en la calle para identificarnos sin razón aparente, como de costumbre. Hechas las presentaciones oportunas, a uno de los agentes le vino a bien preguntarnos a qué nos dedicábamos, y como un tiro, tan inocente como convencido, alguien le respondió: “nosotros es que somos jaiguaiestars”. No merece la pena, evidentemente, explicar el resto del relato, que queda a gusto del consumidor, pero lo que aquello significaba es que nuestra militancia, la vieja militancia de aquellos años clandestinos, además de política era también musical: “Nadie me va a desbancar, / tengo velocidad en el cerebro. / Nadie va a quitarme el liderato / ahora que estoy en la carretera de nuevo. / Oh, estoy en el cielo otra vez, / lo tengo todo: / un suelo para circular, / un acelerador y de todo. / Bien, agárrate fuerte, / soy una estrella de la carretera”. Como se puede comprender, con estos mimbres no era extraño que confeccionásemos aquellos cestos tan atrevidos.

     Highway Star se editó en 1972, dentro del álbum «Machine head», séptimo disco grande de Deep Purple, y supone, según la revista Rolling Stone, “el sonido más veloz y áspero del rock más duro”. Tanto es así que, seguramente, desde entonces ni ellos ni nosotros volvimos a ser los mismos. Ellos languidecieron poco a poco y nosotros, casi al mismo ritmo, fuimos recortando la melena. http://www.youtube.com/watch?v=jh0iihjANPc

Publicado en genetikarockradio.com, diciembre 2012

jueves, 13 de diciembre de 2012

El incidente


     Cuentan los diccionarios que un incidente es disputa, riña, pelea entre dos o más personas. Por eso no entendemos lo que quiso decir el Vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, al calificar de este modo lo ocurrido con el que fuera su jefe, Gerardo Díaz Ferrán, presunto delincuente. Quizá pretendió convertir el asunto en materia menor y, como de costumbre, erró. Tal vez hubiera querido decir incidencia, que es acontecimiento que sobreviene en el curso de un asunto o negocio y tiene con él alguna conexión; pero entonces, como mal conocedor que este individuo es de la lengua, se hubiera dado poco menos que por aludido, que es justo lo que no deseaba hacer. Sea como fuere, lo cierto es que por la boca muere el pez, como le sucede a don Arturo, y también por andar en aguas turbulentas, como ocurre con don Gerardo, dos ejemplares de empresarios, que no es exactamente lo mismo que dos empresarios ejemplares. Porque sucedidos como a los que aquí se aluden nos confirman que los que están arruinando el país no son los pensionistas, a los que se merma la pensión, o los empleados públicos y el resto de trabajadores, a quienes se recorta su salario, sino gente como Díaz Ferrán y compañía, que aseguran que hay que "trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos" para que el país salga de la crisis. De manera que, uniendo uno y otro cabo de la farsa, lo que cabe pensar es si no va siendo hora de introducir en el análisis de algunos aspectos de lo que nos ocurre en el país otros elementos más importantes que la legislación laboral, como la estructura productiva o la calidad del empresariado, a los que no se suele atender. Nos parece algo tan cierto y necesario como constatar que, desde principios de los años ochenta, cuando se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, los diferentes Gobiernos (de centro, de izquierdas y de derechas) han puesto en marcha 53 reformas laborales y sus fracasos son más que evidentes.

Publicado en La Crónica de León, 28 diciembre 2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

En tiempos de paradojas


     Toda época de tránsito como la nuestra se nos aparece contradictoria en lo inmediato, posiblemente porque en ese trance conviven elementos extremos que pugnan por reinar en el futuro o por pervivir desde el pasado. Además, el presente actual es especialmente notable en materia de opuestos, en tanto que no se trata de un simple vaivén sino que, según palabras de Juan Goytisolo, “estamos al cabo de un ciclo histórico y de una crisis de civilización”. No es extraño, por tanto, que convivan en nosotros y entre nosotros lo estable con lo voluble, lo pasajero con lo perdurable y la eventualidad con la sustancia. Es más, hasta que averigüemos en donde hemos desembocado a la postre, la paradoja será con toda seguridad la figura que ilustre este camino y sobrados andamos de ejemplos en tal sentido.

     Lo explican bien, por lo que hace a la economía, los profesores Mauro Guillén y Emilio Ontiveros en su libro de reciente publicación Una Nueva Época. Los grandes retos del siglo XXI: “Otro rasgo más intratable del siglo XXI es que la mayoría de los cambios parecen ser paradójicos. En este caso, el auge de las economías emergentes está permitiendo que cientos de millones de personas superen la pobreza. Sin embargo, también plantea retos complicados en términos de pérdidas de empleo en el mundo desarrollado, de competencia por la energía y los recursos naturales y de gobernanza económica y financiera global”. Y lo remataba Juan Luis Cebrián con la ponencia ¿Crisis? ¿Qué crisis?, presentada en el Foro de la Nueva Comunicación el pasado mes de septiembre, atendiendo a un marco mucho más amplio: “Frente a la defensa de los derechos y las libertades individuales, sobre la que se construyó el entramado de las instituciones democráticas, es creciente el reclamo de los derechos colectivos y la afirmación de identidades del mismo género, en torno a culturas, religiones, territorios, lenguas o tradiciones singulares”. En fin, un lío del que ya veremos cómo salimos.

     Seguramente, esta convivencia entre extraños, este matrimonio sin lógica explica en parte la gran desorientación que nos domina y que, en el peor de los casos, nos paraliza. Pero eso tampoco impide que unos y otros extremos se manifiesten con rotundidad incluso en los hábitos más cotidianos: lo individual narcisista se mezcla sin traumas con lo reticular y así nuestra sociedad no podría existir ya sin lo uno ni lo otro, pues al cabo son cara y cruz de una misma moneda. Tejemos redes con la misma facilidad que nos replegamos sobre nuestros capullos. Voceamos la indignación con el mismo repertorio argumental con el que abrigamos la resignación. Nos manifestamos o nos aislamos, tanto da, sin aparente incoherencia.

     Ahora bien, todo ello no quita para que afrontemos con urgencia algunas preguntas que requieren pronta respuesta, porque de lo contrario otros tomarán decisiones por nosotros y serán definitivas. Vistos los acontecimientos económicos, sociales, laborales y de todo signo que se precipitan de día en día, ¿podría alguien decirnos cuanto antes qué será de una democracia burguesa sin burguesía, qué de una sociedad de consumo sin consumo, qué de un Estado sin Estado? Porque nos inquieta, nos urge.


Publicado en Tam-Tam Press, 6 diciembre 2012

viernes, 30 de noviembre de 2012

Los emprendedores


     Lo que se lleva, dicen, son los emprendedores. No se lleva el trabajo ni se lleva la empresa, el formato de moda es hoy el de la persona que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas, como lo define la Real Academia. Resulta elocuente sin duda, pues la dificultad y el azar tienen bastante que ver con el devenir de las sociedades actuales. De hecho, no se emprende cualquier cosa, sino una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro, según la misma fuente. En suma, nada fácil por más que nos lo repitan a menudo como la fórmula al alcance de cualquiera para la total sanación de nuestros males económicos y laborales. Porque, al cabo de todas las digresiones que podamos hacer al respecto, lo que en verdad anida en este fenómeno vuelve a ser, como en tantas otras invenciones poscontemporáneas, un asunto lingüístico. Cargados de notables connotaciones negativas términos como empresario o trabajador, por no decir autónomo, la castidad y nadería del emprendimiento llega para sustituir a todo aquello que huele a rancio, a siglo XX o a conflicto de clases. Pero sólo en la superficie pues, si exceptuamos a los locos inventores en sus locos garajes de siempre, inclinados ahora hacia lo digital y reticular, lo que se nos aparece de nuevo son los mesoneros y tenderos de toda la vida pasados, eso sí, por el tamiz de lo ecológico, lo étnico, lo online, lo low-cost o similar. Mientras tanto, el Instituto de Estadística nos cuenta que en la provincia de León se han perdido desde 2008 hasta principios de 2012 un total de 1.626 empresas, la mitad de ellas dedicadas al comercio, las cuales, conforme al nuevo diccionario, no debían tener al frente a emprendedores, sino a rudimentarios individuos que arriesgaron su capital y a algunos otros que apenas aportaban su mano de obra, esas técnicas tan antiguas. De otro modo no hay quien consiga entender este cataclismo verbal.

Publicado en La Crónica de León, 30 noviembre 2012

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Whole lotta love


Escalera hacia el cielo y Sobre las colinas y muy lejos son los títulos de dos canciones sublimes de Led Zeppelin. Por eso mismo, por su excelencia y por la firma, son también dos acontecimientos en nuestra existencia; al menos en una época de nuestra existencia en que el consumo de música no tenía nada que ver con las fórmulas actuales, donde todo parece estar al alcance de un simple clic. Eran los tiempos gloriosos del vinilo y de ciertos artilugios que permitían socializar la audición en los bares y en las salas de juego: los jukebox. En aquella prehistoria, década de los setenta del siglo pasado, escuchar música de este modo era casi un acto heroico, suponía invertir un pico de la propina semanal en un par de buenas canciones que duraban lo que duran un par de canciones; claro que la vida en pandilla permitía compartir sacrificios y, sumando los de unos a los de otros, decorar las tardes con unas melodías que nos hicieron crecer y fortalecernos como grupo. Puesto que había un precio de por medio y un cierto prurito ante la compañía, era preciso ser muy exquisitos en la selección y atinar en la combinación de teclas como verdaderos ingenieros de sonido.

     Así aprendimos. Los unos nutríamos a los otros y a la inversa. A falta de métodos pedagógicos hoy mucho más generalizados, nos obligábamos a afinar el oído no sólo frente a las sonoridades del ambiente cuando era otra tribu la que se adueñaba del altar, sino también al lado de quienes por las razones que fueran se convertían en vanguardia del gusto colectivo. Es verdad que las maquinitas en cuestión daban para todo, pues no en balde se trataba de un negocio en el que no se reservaba el derecho de admisión, y siempre había alguien que desbarraba por el lado más comercial de la oferta; pero, en general, solía producirse una especie de comunión de intereses y de necesidades que aseguraba buenas tardes de rock and roll. Todo ello con el valor añadido de que éramos nosotros los protagonistas totales de la fiesta ocupando todos los roles posibles, desde el pincha discos hasta el distante oyente en apariencia.

     Ése fue el guión de muchos viernes y sábados y domingos. Salíamos de la Laboral zamorana a media tarde en dirección al antiguo Bar El Abuelo y allí, junto a unas cervezas y unos pinchos, tres eran los dioses que se sucedían en el púlpito: Neil Young, Don Mclean y Led Zeppelin. Cierto es que ni las colinas ni las escaleras cabían en el repertorio, su larga duración lo impedía, aunque ésas hayan sido, por otras vías, las canciones que a mí se me quedaron grabadas en el genoma musical de aquellos tiempos. Pero nunca nos faltó, repetida hasta el delirio, Whole lotta love, el muchísimo amor con que nos entregábamos a la camaradería y a la construcción de nuestras vidas: “Has estado aprendiendo, / nena, yo he estado aprendiendo. / Esos buenos tiempos, / nena, los he echado de menos. / Muy dentro de mi…”

     Whole lotta love se editó en single en 1969 y formó parte también del álbum «Led Zeppelín II». Sobre ella han escrito los eruditos: “Canciones como ésta han entrado y vuelto a entrar en el canon del rock tantas veces que han sobrepasado la barrera del cliché para transformarse en elementos del vocabulario musical”. Añadamos que también para nosotros son un elemento fundamental de nuestras devociones. http://www.youtube.com/watch?v=2eOx3MBUS6k

Publicado en genetikarockradio.com, diciembre 2012

domingo, 18 de noviembre de 2012

Sindicalismo y trabajo


A lo largo de los últimos años hemos explicado en distintas ocasiones el modelo del lastre cero. Se trata de un tipo de persona muy querida para la economía estadounidense que, inevitablemente, se exporta en estos tiempos salvajes hacia cualquier destino. Denominan así a aquellas personas que no tienen raíces, que tienen pareja pero no están enamoradas, que no tienen hijos o los tiene distanciados, que tienen formación pero no es una formación muy vocacional… Son los habitantes de un mundo líquido y volátil, tendente a desvanecerse.

     En paralelo y en otras tantas ocasiones también, nos hemos referido a las ideas y a los datos aportados por el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, a la hora de advertir acerca de que una menor afiliación y unas mayores dificultades para que los trabajadores se unan a los sindicatos y así negociar mejor  sus condiciones laborales son parte de las causas que provocan el gran incremento de la desigualdad. Y cita el economista, como ejemplo, que un tercio de la diferencia en desigualdad entre Estados Unidos y Canadá se debe no casualmente a la caída de la afiliación en el primero de esos países.

     Estas dos referencias, arraigadas ya en la cuna de muchos de nuestros modelos, buscan acomodo entre nuestras fronteras gracias al empuje del individualismo triunfante y de la muy adversa coyuntura laboral, pero también –¡sólo faltaría!- con el impulso fervoroso de los gobiernos y de los ideólogos de los gobiernos. Por lo que hace al primer ejemplo, las nuevas leyes laborales y el patrón productivo que se persigue casi lo aseguran; de hecho, obligados por ese rumbo en apariencia imparable, buena parte de nuestra juventud ya ha mutado y sabe que más o menos así será su destino si consigue incorporarse al mercado de mano de obra, cualificada o no; peor lo tienen, en cambio, quienes caen en el abismo del desempleo con mediana edad y difícil capacidad evolutiva por ello, lo que les convierte poco menos que en cadáveres laborales. En cuanto a lo relativo al segundo ejemplo, tampoco hay duda de que el sindicalismo español y europeo está llamado a su transformación, exigido en buena medida por el nuevo escenario productivo con sus nuevos formatos; también porque la metamorfosis general generará muchos empleos de perfiles distintos a los tradicionales, para los que todos debemos estar preparados; aunque no porque las ideologías ajenas, cuando no directamente contrarias, lo reclamen por simple y propio interés.

     Ahora bien, la nueva edad en la que poco a poco vamos internándonos exige no sólo anticipar cómo puede ser el futuro, cuando formas y contenidos se decanten por fin, sino también, como sucede en toda progresión histórica, consolidar lo que ha sido y que haya de permanecer, pues nunca en estos procesos se actúa con borrón y cuenta nueva. Por ese motivo, es importante resaltar, a nuestro juicio, que hoy por hoy el sindicalismo (nos referimos al llamado sindicalismo de clase) es casi el único elemento que contrapesa la depredación insaciable del capitalismo agónico. Por eso resulta molesto y es objeto de agresiones constantes por parte de la ultraderecha económica, empresarial y mediática, que extiende una opinión simple en titulares para que cale fácilmente en ese pensamiento ikea con que definimos y explicamos el mundo. Mas siendo evidente la necesaria evolución, en general de modo poco cuestionable, tampoco resultará suficiente si los principales protagonistas de este movimiento, trabajadores y trabajadoras, y la sociedad en su conjunto no recuperan el valor de la participación, que hace de las organizaciones seres auténticamente vivos. Sin duda alguna, un inconveniente para este objetivo es el lastrecerismo con el que se nos pretende conformar.

     De ahí que a nadie le extrañe que triunfen cada vez más las contestaciones más o menos espontáneas de naturaleza emocional y gaseosa; lo mismo que las procesiones ciudadanas de tipo sectorial o animadas por reivindicaciones parciales y concretas, en detrimento de los elementos comunes y generales que las envuelven y explican. Sucede así porque lo otro, lo que va siendo pasado, es percibido como parte de lo que Marx llamaba la superestructura, es decir, el conjunto de los fenómenos jurídico-políticos e ideológicos y las instituciones que los representan, adonde también se han sumado en los últimos años los sindicatos. Su conquista de un lugar relevante en términos sociales y políticos, su condición de elemento básico del sistema recogido en la Constitución y su notable grado de participación institucional han hecho que la ciudadanía, bien por sí misma, bien al hilo de mensajes teledirigidos, los perciba y juzgue sin distingos de esa manera y se rebele contra ellos como un agente más de sus desdichas. Así pues, zafarse de ese estigma será también cuestión ineludible para su supervivencia.

     En medio de estas y otras cuitas seguramente mucho más dramáticas se viene celebrando un nuevo proceso congresual de Comisiones Obreras, la primera organización sindical en la provincia, en la Comunidad Autónoma y en el Estado. Hoy tiene lugar en León el 10º Congreso de se estructura provincial, donde se tratará de dar respuesta a parte de lo que aquí se ha comentado. Lo que resulta evidente de entrada es que no se puede conquistar el porvenir avanzando por simple inercia ni despreciando lo que los nuevos tiempos del trabajo nos reclaman.

Publicado en Diario de León, 17 noviembre 2012

viernes, 16 de noviembre de 2012

La cultura


     Entre los delitos de abandono y desprecio en los que el actual Gobierno incurre, tan abundantes y diversos como nuestras miradas advierten con una simple ojeada alrededor, el de la cultura no debiera parecernos menor si no queremos caer en la misma miopía de nuestros ministros. Apuntemos dos referencias para demostrar nuestra opinión. Por un lado, en el contexto general de las subidas del IVA con que hemos sido castigados este año, el notable incremento con que se grava a la cultura hasta situarlo en el nivel más alto de la eurozona demuestra que para este Gobierno la cultura es valorada como una simple mercancía más, sin otras consideraciones, susceptible además de ser cercenada por esta vía porque cultura es sobre todo crítica y utopía para quienes la cultivan, bien como creadores, bien como usuarios (si se permite la expresión). Por otro lado, mucho podría decirse acerca de los mermados capítulos presupuestarios con el título cultural, pero uno de ellos, atendiendo a su evolución durante los últimos años, explica mejor que otros en qué terrenos de desidia nos movemos: el de la protección del patrimonio histórico. Siendo España el segundo país europeo, después de Italia, con más patrimonio protegido, su deriva económica le condena poco menos que a la ruina total: 13,9 millones en 2009; 11,5 millones en 2010; 10,3 millones en 2011; y 7,5 millones en 2012. Como se puede observar, el compromiso menguante en esta materia no es propio sólo del Partido Popular, sino también del Partido Socialista, en particular desde que le fue revelada la fe de las austeridades monacales. En fin, hubo un tiempo, largo y tendido, recordado para bien no obstante, en que los unos y los otros, los legos y los versados, todos parasitaban la cultura hasta convertirla, según palabras del escritor Juan Cueto, en una perra de lujo a la que todo se le volvían pulgas. Hoy da la impresión de que ni para pulgas queda.

Publicado en La Crónica de León, 16 noviembre 2012

jueves, 15 de noviembre de 2012

Manifestación 14 noviembre 2012


Discurso de cierre de la inmensa manifestación con la que se cerró en León (Plaza de San Marcos) la jornada de huelga general del 14 de noviembre de 2012: http://youtu.be/BozVqwUPSnI

domingo, 4 de noviembre de 2012

Sobre el pensamiento y otras basuras


     
     En estos tiempos de transición hacia no se sabe dónde, la nuestra es cada vez más una sociedad-basura y parece importarnos cada vez menos. Comida-basura, televisión-basura, bonos-basura, contratos-basura, moral-basura, vuelos low-cost, bazares chinos, hipotecas subprime… Da la impresión de que no existe escapatoria. Incluso, como remacha Vicente Verdú en su ensayo El capitalismo funeral, “en esta actualidad, los artefactos son planos, las pantallas, las tarifas, las compresas son planas, y hasta el planeta se ha descubierto que también responde a la estampa de lo más plano, transitable e igual. Los cuerpos tienden a la delgadez, la arquitectura o el arte acogen el minimal y las ideologías son sintagmas de tres palabras: «Yes, we can»”. ¿Habrá, pues, y será una seña de la nueva época, un pensamiento-basura?

     Nos había advertido de ello el sociólogo francés Alain Touraine en una tribuna titulada La crisis dentro de la crisis: “Ya no hay pensamiento en el poder. La única gran tendencia de la derecha es la xenofobia; la única gran tendencia de la izquierda es la búsqueda de una vida de consumo sin contratiempos”. Pero nos lo ha refrescado todavía con mayor crudeza el humorista Máximo Pradera en un artículo altamente recomendable [http://www.huffingtonpost.es/maximo-pradera/pensamiento-basura-modo-d_1_b_1985494.html], donde nos remite a una antigua sentencia de Milton Friedman, según la cual: "Cuando las crisis tienen lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que esa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable". Para eso están los laboratorios de ideas pestilentes, recuerda Pradera, pero también y cada vez con mayor poder los medios de comunicación.

     En este sentido, el futuro ya está aquí y nos acecha. Sin ir más lejos, el denominado “decano de la prensa local” leonesa ignoraba en su portada del pasado 27 de octubre algunos hechos que a cualquier persona sensata le hubieran parecido merecedores de un titular en cabecera. El día anterior habíamos asistido a un nuevo episodio en el drama de la inmigración, con el resultado de al menos 23 muertos y un número indeterminado de desaparecidos en el tránsito entre África y el continente europeo; por otro lado, también esa fecha fatal nos anunció que las cifras de parados en España superaban el 25% de la población activa y alcanzaban un récord jamás conocido en las estadísticas. Pues bien, ni una ni otra noticia llamaron la atención del citado periódico. Por el contrario, el gran titular de cabecera, la gran noticia, fue el siguiente: “Muere la osa ‘Jimena’ camino de Picos donde iban a soltarla”. Junto a esa emotiva información, el toque gráfico lo completaba una gran fotografía de los futbolistas Íker Casillas y Xavi Hernández, recogiendo el Premio Príncipe de Asturias, y una frase no menos conmovedora: “Su amistad y compañerismo suponen un modelo para los jóvenes”. Ésta es, pues, una muestra de la ruta de la seda del pensamiento-basura, inoculado con las artes que utilizan el aspecto emocional mucho más que la reflexión, y que enlazan así mismo con las teorías del pensamiento líquido de Zygmunt Bauman. Sin embargo, este filósofo y sociólogo polaco también nos ha advertido de que “la emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero. Con emociones solo, sin pensamiento, no se llega a ninguna parte”. Sobre esas arenas movedizas se está construyendo la nueva sociedad.

Publicado en Tam-Tam Press, 4 noviembre 2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

La huelga


     Lo excepcional es la huelga. Y lo más excepcional es la huelga general. En cualquier caso, se trata siempre de un derecho constitucional básico, que ya sólo por ese motivo merece un mínimo respeto, se secunde o no. Todo lo demás es opinable, por supuesto. Lo que sí parece guardar cierta lógica es que se responda con acciones excepcionales a situaciones igualmente excepcionales, y nadie dudará de que la presente lo es y de forma muy dilatada. También es verdad que la excepcionalidad no es la misma para todos, lo cual, precisamente, forma parte de la sustancia de la excepción. En ese escenario, que no hace falta glosar más pero que no ha llegado todavía a lo peor, es donde se inscribe la propuesta de Acción y Solidaridad lanzada por la Confederación Europea de Sindicatos para el próximo 14 de noviembre. Recuerda la CES en su declaración que la Unión Europea está obligada por el Tratado a “actuar por el desarrollo sostenible de Europa, fundado sobre un crecimiento económico equilibrado y sobre la estabilidad de los precios, una economía social de mercado altamente competitiva, que tienda al pleno empleo y al progreso social, y a un nivel elevado de protección y de mejora de la calidad del medio ambiente”. Constatado el fracaso de las políticas de austeridad, contrarias por otro lado al anterior principio, se propone una jornada a favor de un nuevo contrato social, que adoptará diversas formas: en España y en otros países la de la huelga general. Por primera vez en la historia de este tipo de movilización no es un conflicto laboral lo que está en su raíz, sino un conflicto social y ciudadano: las consecuencias de las políticas que se están llevando a cabo perjudican a toda la sociedad y sólo se salvan, o incluso medran con la crisis, las élites económico-financieras que la originaron. Todo tan excepcional como comprensible, si lo valoramos con algo más que el pensamiento-basura tan de nuestros tiempos.

Publicado en La Crónica de León, 2 noviembre 2012

jueves, 1 de noviembre de 2012

Palabras como vidrio



Devoción por las palabras y por las canciones: ésas son, tal y como dijimos en la entrega inicial, las señas que nos identifican y por donde andaremos. De manera que si “en el principio era la palabra, y la palabra estaba con Dios y Dios era la palabra” [http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=304&capitulo=4215], qué podemos hacer nosotros, laicos confesos no obstante, sino abordar la relevancia de las palabras en la construcción de las canciones y su elevación a categoría temática de las mismas. Al fin y al cabo, si el Evangelio de San Juan lo dejó así sentado, no menos importante resulta la aclaración del ensayista francés Joseph Joubert, para quien “las palabras son como el vidrio; oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor”. Ocupémonos de ello por lo tanto y hagámoslo en clave musical, que es la que aquí interesa.

[http://www.youtube.com/watch?v=JrrMlpJTF-g] “Palabras para cantar, / palabras para reír, / palabras para llorar, / palabras para vivir, / palabras para gritar, / palabras para morir”. Eso nos enseñó el abuelo Labordeta y casi ni haría falta seguir escribiendo para explicar mejor el significado y el amplio sentido del término. Pero también nos engañaríamos si se nos ocurriera pensar que con esto se cierra el mapa genético de este vocablo y sus resonancias sonoras. Porque, frente al aparente prosaísmo con que se expresa el cantante aragonés, se levanta otra dimensión, decisiva en nuestro caso, cuando la palabra se encarna en poesía y alcanza la quintaesencia de la expresión verbal. Otros lo han contado mucho mejor de lo que podríamos hacer nosotros, lo cual nos lleva a remitirnos por ejemplo a Santiago Auserón, que publicó el pasado mes de agosto un magnífico artículo, titulado El reto poético de la canción, donde hablaba de la muy necesaria recuperación de la unidad originaria que formaron música y poesía [http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/15/actualidad/1345048244_943105.html].

Es algo que supieron muy bien los juglares, los pasados y los presentes, pues por fortuna continúan entre nosotros los cantores que conocen como nadie la adecuada combinación de la palabra con el ritmo. Leonard Cohen, sin ir más lejos. Cuando en 1967 editó su primer disco, el arte de los cantautores cambió para siempre; no en vano, los eruditos del momento apuntaron: “En las canciones aparece poco más que la voz y la guitarra de Cohen, situando el centro de atención en su ingenioso uso de las palabras y su estilo agridulce”. Ingenioso uso de las palabras, he ahí una de las claves a resaltar de aquel disco seminal: [http://www.youtube.com/watch?v=oBFQg7P5YKw].

Y, por otro lado, tampoco las palabras, las letras, los textos pueden ser ajenos a la realidad por la que deambulan sus creadores y sus públicos oyentes. Al menos si se persigue un encaje más distinguido que el simplemente comercial –tan banal hoy en día- o una emoción no sólo epidérmica. La transparencia prosaica y la fe lírica se convierten entonces en un martillo que moldea la historia a fuerza de interpretaciones colectivas, que acaban convirtiendo a las canciones en patrimonio de la humanidad, no importa en qué tiempo se interpreten ni quién las entone, Pete Seeger [http://www.youtube.com/watch?v=QhnPVP23rzo] o Bruce Springsteen [http://www.youtube.com/watch?v=oqT9yegqoRk&feature=related]. We shall overcome fue, en efecto, el Himno del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, allá por la década de los sesenta del pasado siglo, y no está nada mal recuperarla en esta actualidad nuestra tan cruda, para seguir apostando, mediante palabras cantadas precisamente, por los derechos ciudadanos que nunca dejan de ser agredidos: “En lo profundo de mi corazón, yo tengo fe, / venceremos un día”.

Pero, bien, vayamos concluyendo: [http://www.youtube.com/watch?v=x8qwWlJYkZE] “Palabras nuevas, palabras llenas de remordimiento, / palabras que se lleva el viento. / Palabras viejas, palabras sólo como pasatiempo, / palabras que soplan en el viento, / palabras fáciles de olvidar”. Desde que Aristóteles, en el principio de todo, convino que el ser humano no es más que un animal que habla, toda nuestra existencia lo es porque es nombrada con palabras. De lo contrario, sólo hay agujeros negros y olvido. Discursos, leyes, testamentos, voluntades, lecciones, diálogos, monólogos, cartas, correos electrónicos, mensajes telefónicos, exámenes, comentarios de textos, confesiones, mentiras, prospectos, diagnósticos, homilías, himnos, declaraciones de guerra, armisticios… todo o casi todo viene a ser expresado mediante esa herramienta tan gratuita como poco apreciada. Entonces, en el epicentro de ese cataclismo verbal, ninguna cima es más alta ni la sensibilidad es tan exquisita como cuando las palabras y las canciones lo son de amor [http://www.youtube.com/watch?v=KDR4BCjMG7w].

Así pues, demostrado queda, a nuestro parecer, el rango que hemos de conceder a la palabra en la arquitectura de las canciones para ser tales y como tales degustadas. Moderato Cantábile, desde esta atalaya digital, se encargará de demostrarlo, ofreciendo a la par una selección de cantables de obligado cumplimiento. Sobre eso justamente nos extenderemos en el próximo capítulo para completar la definición de nuestro genoma musical. Tres capítulos en total con éste y con el que procedió, que nos servirán para recorrer la senda inagotable del cancionero. La propuesta final por esta ocasión, introductoria de lo que vendrá, no es otra que la referida a la que posiblemente sea la mejor canción de la historia reciente: http://www.youtube.com/watch?v=dSfc662vXZU.

Publicado en Conecta León 2, noviembre 2012

miércoles, 24 de octubre de 2012

Las barbas en remojo


En realidad, si hiciésemos uso de una memoria un poco menos perecedera de lo que acostumbramos, nos daríamos cuenta enseguida de que no hace tanto tiempo que tenemos barba. Apenas treinta años, pues sólo en 1980 el Fondo Monetario Internacional incluyó a España entre los países industrializados, momento en que dejó de ser un país receptor de ayuda internacional para convertirse en un país donante. Dos años después, en 1982, el Banco Mundial dejó de calificar a España como un país en desarrollo. Sólo treinta años de madurez, por lo tanto, si se nos acepta la imagen del vello facial para referirnos al crecimiento del país sin desprecios genéricos.

Por otra parte, tampoco hace tanto que nuestros datos de población remontaron el vuelo de forma positiva. Primero levemente en los años 80 y 90 y luego de un modo más vertiginoso por efecto de la inmigración en la primera década del siglo. Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística acaba de advertirnos de que en los últimos doce meses la población española se ha reducido en 45.245 habitantes, como consecuencia de que han vuelto a salir del país más personas de las que entran en él. Por eso, si nuestra memoria no fuese tan selectiva y de tan corto recorrido, en ello reconoceríamos de inmediato cierto estigma del ayer barbilampiño que parecía casi superado por completo.

Por último, como tercer aldabonazo de gloria, pensemos que el poder adquisitivo de los salarios se ha reducido dramáticamente al compás de las revisiones de los convenios y de la continua subida de la inflación, lo que nos devuelve también a tiempos pretéritos: desde 1985, el poder adquisitivo en general no había conocido una caída como la de 2012. A nadie extrañará, pues, que ya sean más de 12 millones y medio las personas que en España viven en la pobreza y en riesgo de exclusión, como en los años imberbes.

Y es que dura poco la alegría en la casa del pobre, sobre todo si se olvida con facilidad la condición de uno y la de sus iguales, cosa que suele ocurrir de forma harto ilusoria en esta sociedad de escaparates y oropeles. Cierto que la movilidad social es un hecho y que no nos regimos en apariencia por un sistema de castas, lo cual ha permitido un crecimiento económico y social notable a lo largo de los últimos cincuenta años. Cierto también que esa dinámica crea inercias y que sobre ellas acomodamos los cálculos de futuro para concluir, como solíamos hacer, que cada generación mejoraría el status de la precedente sin solución de continuidad. Sin embargo, los acontecimientos del último cuatrienio demuestran que esto ya no es ni va a ser así, posiblemente por largo tiempo; y el sobresalto nos ha pillado sin asideros, es decir, sin referencias: escasos de memoria, desclasados y con dudosos deseos de reconocernos en cuanto viene ocurriéndoles a otros como nosotros a nuestro alrededor. Por eso nos cuenta tanto poner las barbas a remojo y actuar en consecuencia.

Por eso y porque duele. De hecho, pelarse las barbas era un indicio de sentir y mostrar dolor. Y, antiguamente, incluso se consideraba una gran afrenta cortarle la barba a alguien, por no hablar de mesarle la barba o el cabello, lo que suponía una grave injuria obligada a reparación. Así es como, desde el siglo XV al menos, venimos repitiendo el dicho consabido sobre las barbas del vecino cuando sucede alguna desgracia a quienes son de nuestra condición y trato, ya que hemos de temer que lo mismo pueda sucedernos y, por tanto, estar prevenidos para que el golpe no sea tan fuerte. Todo ello, claro, si nuestra memoria y nuestra conciencia nos permitieran sabernos de la misma condición y trato que otros, en lugar de eludir orígenes y clase por el simple prurito individualista de distinción.

Conviene, a nuestro juicio, ampliar el foco para que la visión abarque la realidad en toda su magnitud. Descubriremos entonces, si no lo hubiésemos hecho hasta ahora, que más allá de nuestros ombligos y dolores hay quienes recorren con nosotros un itinerario semejante o que nos llevan en algunos casos varias estaciones de ventaja. Y puesto que el recorrido es evidente porque se repite a sí mismo como en una espiral, sin pensar tampoco que cualquier tiempo pasado fue mejor, empleemos la inteligencia para adelantarnos a los acontecimientos y dispongámonos a una acción más colectiva. Ése es el contexto preciso en el que debe valorarse, por ejemplo, la convocatoria de una nueva huelga general y de otras acciones que expresen nuestra voluntad de no resignarnos. No se trata ya de demostrar indignación, algo que todos de una forma u otra venimos haciendo, sino de expresar públicamente y con firmeza una postura opuesta a la resignación. Desde luego, la inversión del proceso histórico que envuelve los datos arriba explicados no vendrá de la mano de aquellos que lo provocaron; y tampoco será en este caso un grupo de barbudos el que mande parar.


Publicado en Diario de León, 23 octubre 2012