Blog de Ignacio Fernández

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martes, 6 de marzo de 2012

Pirro trabajaba en Elmar


     Pirro, rey de Epiro, derrotó en dos ocasiones a la República Romana, pero a costa de tales pérdidas que al final de una de aquellas batallas llegó a reconocer que “otra victoria como ésta y volveré solo a casa”. Salvando las distancias, del conflicto laboral y sentimental de Elmar también se pueden extraer lecciones tácticas y estratégicas que en algún sentido tienen mucho que ver con las famosas victorias pírricas.

     Cuando en el pasado verano se empezó a visualizar la agonía de esta factoría leonesa de productos congelados, el horizonte que se abrió para sus trabajadores y trabajadoras así como para sus representantes fue doble: sostener el empleo o, en el peor de los casos, reducir lo más posible el daño que podría causar un fatal desenlace. En uno y en otro sentido todas las posibilidades fueron exploradas y aprovechadas. Lo que ya se presentaba entonces como un expediente de liquidación fue reconvertido, no gentilmente por cierto, en un expediente de suspensión por seis meses, que permitió un margen de tiempo para apurar el resto de posibilidades sin efectos colaterales sobre las economías. En ese momento UGT y CCOO, que gobernaban el comité de empresa, iniciaron acciones movilizadoras y negociadoras en varios sentidos: con la empresa, por un lado, y con las administraciones, por otro. Con la primera pudimos confirmar realidades e intenciones; con las segundas, el posible recorrido incentivador o resolutivo. Uno y otro frente sumados nos dibujaron los posibles márgenes de maniobra. En aquellos episodios hemos de reconocer y agradecer el papel jugado por el ayuntamiento de León, con su Alcalde a la cabeza, y por la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León.

     En el pasado mes de diciembre se renovó el comité de empresa, pero el final estaba ya escrito. Con un mensaje típicamente populista, de esos que cuajan fácilmente en tiempos y situaciones de crisis, USO recibió el apoyo mayoritario de un colectivo desesperado que podía haberse apuntado por igual a un bombardeo, como cualquiera puede comprender. Dos meses después la travesía ha terminado en el mismo punto en que se encontraba antes de que los advenedizos prometieran empleo a diestro y siniestro, líneas de producción a tutiplén o bien traslados con dieta asegurada. Por el medio queda un sufrimiento estéril, una resistencia numantina que no da ni para un relato menor, toda una colección de aves de rapiña que vinieron a escarbar en un cuerpo muerto, unas asambleas a la iraní donde sólo se admitía una única voz, un ERE rechazado como mandan los cánones sin mayores adornos, una manifestación con un coro final de voces pintorescas sin que ninguna fuera de los afectados, una negociación con la inclusión de un asesor externo –abogado él- que sacará sus beneficios (innecesarios, por otra parte), unas actas que lo dicen todo mejor que un portavoz palabrero y (finalmente) una votación secreta (al fin) donde trabajadores y trabajadoras pudieron (por fin) expresarse libremente y decir que ya valía, que lo que querían era terminar de una vez y empezar a pensar en otro porvenir. Eso sí, como corolario habrá que indicar también que todo ese proceder puso en jaque no sólo a la factoría leonesa sino al conjunto de todas sus sedes y empleados, que en un tris estuvieron de desaparecer; que son hoy menos los recolocados que los que pudieron serlo dos meses atrás y en condiciones mejor negociadas; y que a punto estuvo de aplicarse a todos el hachazo de la nueva reforma laboral y santas pascuas.

     Es lo que tiene el arribismo y los arribistas, que no valoran si los medios son éticos o no con tal de llegar a la cumbre. CCOO y UGT quizá cometieron errores en el gobierno del conflicto y merecieron por ello un papel secundario, pero en ningún momento, cuando les correspondió, generaron dolores o ansiedades inútiles, no despreciaron ni retaron con bravuconería a terceros y, en cambio, habían alcanzado ya en la mesa lo que al final los hechos impusieron. Tampoco hubo lucro, por más que la mala fe lo pregone sin pruebas, ni nadie podrá decir que se fue desleal en público con quien le tocó a la postre gestionar, erróneamente a nuestro parecer, el remate del asunto y presumir todavía de ello. Consumado éste, aunque mucho más podría decirse al respecto, bueno es aportar estas otras visiones para que la sociedad leonesa se haga una más adecuada composición de lugar.

     Por último, en lo estrictamente sindical, lo primero que debería tenerse presente, para no caer en demagogias, es saber cuándo merece la pena inmolarse porque a nadie afecta el fuego amigo o cuándo lo oportuno es conseguir un digno funeral para nuestros muertos. Habrá quien prefiera las victorias pírricas o las fosas comunes, pues en eso consiste también la pluralidad, pero a nuestro juicio los dos últimos meses de vida de Elmar, tal y como lo hemos visto, son un mal ejemplo de práctica sindical. Tal vez por ese motivo, conforme al último computo electoral en esta materia certificado por la autoridad laboral, UGT y CCOO obtuvieron en la provincia de León un total de 2.308 delegados o delegadas entre las dos organizaciones (el 76% de la representación total), frente a los 223 de la tercera, que resultó ser USO. Por cierto, acerca de la unidad que su líder local reclama frente a las agresiones contra la clase trabajadora, ¿no cabe preguntarse dónde estaban él y su guardia pretoriana mientras 20.000 personas se manifestaban en la ciudad de León contra la insufrible reforma laboral?


Publicado en Diario de León, 9 marzo 2012

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