Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 13 de abril de 2012

Los últimos talleres


Taller Material Móvil 1940
     Lo malo de no haber alcanzado las disneylandias prometidas no es que ese fracaso nos devuelva al estadio inmediatamente anterior y en él nos deposite sine die. No, lo verdaderamente terrible es que frustra el futuro, disuelve el presente e incluso perturba el pasado. Se observa así mes a mes con la venta de automóviles, por ejemplo: no sólo desciende el número de nuevos modelos en las calles, sino que ni siquiera es posible sostener en ciertos casos el de vehículos usados a medida que empiezan a faltar piezas de repuesto en los desguaces.

     Algo parecido ocurre en esta ciudad y en esta provincia. Lo malo de no haber rematado la red de autovías no radica en resignarse a las carreteras de siempre, sino en aguantar su deterioro progresivo e irremediable a falta de presupuestos para el mantenimiento. Lo malo de no haber conquistado la alta velocidad ferroviaria, suponiendo su bondad, no consiste en conformarse con transportes menos competitivos, que por otra parte son bastante dignos, sino en constatar que ese efecto regresivo se lleva también por delante otras instalaciones que parecían consolidadas: no tendremos nueva estación por muchos años, no tendremos ni estación pues en su lugar se construyó un apeadero provisional, no habrá integración urbana del trazado sino la perpetuación de un vacío que mutará poco a poco en un vertedero integrado en nosotros mismos. Y esto sucede así porque el futuro, ese cuento de la lechera, no se quiso ni se quiere construir sobre un presente confirmado sino sobre su hipoteca, y cuándo aquél falla éste también se derrumba sin remisión y reescribe incluso el pasado.

     Ocurrió así con el desmantelamiento agrícola de la provincia tras la sumisión a las políticas europeas, lo cual menguó el sector y generó despoblación y abandono. Viene ocurriendo igualmente con la minería, otro sector en constante reconversión sin alternativas, que acabará desembocando en una  nueva nada. Y le toca el turno ahora al sector ferroviario, el tercer vértice sobre el que se asentó durante mucho tiempo el desarrollo provincial. Su merma ha sido paulatina y ha afectado por igual a plantillas, frecuencias, destinos, entes directivos, mercado y relevancia del conjunto en el mapa general ferroviario. La muerte más o menos anunciada de sus últimos talleres, los de material móvil y eléctrico, será muy pronto su corolario.

     La ausencia de voluntad política demostrada durante al menos el último trienio y confirmada en los Presupuestos del Estado para 2012 así lo sentencian. Porque podría comprenderse el aplazamiento para tiempos mejores del soterramiento del tren a su paso por la ciudad, pero lo que no es de recibo es ignorar el traslado previsto de los talleres a su nuevo emplazamiento en el polígono de Torneros; salvo que con esta omisión intencionada se persiga otro objetivo: su liquidación e impulso alternativo de las nuevas instalaciones de Redondela, en consonancia curiosamente con el fomento del trazado gallego de alta velocidad frente al retraso de la opción leonesa. Un proceso todavía menos comprensible si tenemos en cuenta el proyecto de ejes de trasporte europeo, que por lo que hace al del noroeste de España pasaría de ser sólo una línea dibujada en un plano a contar con una referencia sólida y física real: el citado polo logístico de Torneros. Así pues, podrán invocarse el déficit, la austeridad y los ajustes, pero resulta evidente que detrás de muchas decisiones vuelve a pesar más el componente localista que la racionalidad de las mismas.

Estamos ante otra muestra de cómo el futuro se nos presenta aún mucho más precario que el pasado: no tendremos nuevos talleres ferroviarios, es cierto, pero es que no tendremos ni talleres. Mas no queda ahí el asunto, pues la pérdida de esa estampa histórica puede ser sólo el prólogo de una decrepitud mayor: ¿cuánto tardarán algunos trenes Alvia que unen Asturias con Madrid en dejar de lado la operación de entrada y salida en el apeadero leonés con el fin de ganarle tiempo a los kilómetros? ¿por qué hay quien habla ya de un nuevo intercambiador de ejes precisamente en Torneros? ¿qué plazo de vida puede tener el control del AVE en el edificio que hoy se construye si, paradójicamente, vamos a quedar para largo al margen de los trayectos AVE? ¿cuándo advertirá el lado gallego de nuestra existencia este sinsentido y reclamará para sí lo que ya ha consumado en lo relativo a talleres y preeminencia de su recorrido?

La ofuscación popular por arrasar los proyectos del anterior Presidente del Gobierno (en parte ya se encargaron de hacerlo unas urnas cainitas en la ciudad de León) hace que no se repare en detalles ni en consecuencias. Cierto que tiempo tuvieron Rodríguez Zapatero y sus gobiernos para rematar la faena en lugar de dejarse ir en la desidia y el caos de su segunda legislatura. Cierto que las circunstancias económicas han cambiado también severamente y ello hace necesaria una nueva agenda. Pero lo que se descubre en el fondo, a la hora de continuar o laminar ideas, es que unos apostamos por talleres, es decir, trabajo clásico y productivo, y otros se conforman con palacios de congresos, esto es, desfiles de moda y cónclaves nupciales. Son estilos.

Estación de León 1883 (Foto Laurent)
Publicado en Diario de León, 18 abril 2012

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