Lo
más adecuado para una antología póstuma sería que la seleccionara el propio
finado. Así mismo, podría de paso encargarse también de los textos
introductorios y de otras exégesis más o menos oportunas. Por último, debería
igualmente supervisar el formato, las imágenes e incluso los colores de la
obra. Dicho lo cual, hay serias dudas de que José Antonio Labordeta, a pesar de
haber sido un hombre un tanto adusto y de modestia contrastada, hubiese dado el
plácet a esta recopilación que vino a conmemorar el primer aniversario de su
fallecimiento. En primer lugar, porque la selección musical es irregular e
incompleta; en segundo, porque las grabaciones recogidas en DVD llevan a pensar
en si no habría otras más apropiadas; en tercero, porque ofrece una cronología
demasiado esquemática con un diseño en colorín de feria; luego, porque le
sobran elogios –merecidos todos, por otra parte-, pero falta historia; y,
finalmente, porque el conjunto es tan austero que parece un producto más de la
doctrina última de los mercados que él, con toda seguridad, habría también
rechazado.
Aún
con todo, qué duda cabe de que saludamos esta edición amplia (tres CD y el
citado DVD) del repertorio de Labordeta y precisamente lo traemos aquí para
común conocimiento. Hay, por supuesto, otras recopilaciones suyas en el mercado
y otras reediciones de viejos discos. Lo que añade ésta, además de hacer un
poco de todo lo anterior, es que suma rarezas, versiones compartidas y, sobre
todo, imágenes en vivo (algunas de ellas prescindibles, por cierto, salvo para
los muy adictos), tomadas de actuaciones en directo y de programas de
televisión: de estos últimos, sorprenden y casi irritan los que lo presentan en
plan chansonnier o cantautor ligero
comercial, casi lamentables. Pero de todo hubo en la viña del aragonés. Por
ejemplo, sus colaboraciones (éstas sí dignas de consideración) con el grupo
Puturrú de Fuá, donde el lado irónico del Abuelo brilla sobremanera, y hasta con Serrat, Aute o
Sabina. De paso, la inclusión en el conjunto del disco de 1991 Tú y yo y los
demás nos permite recuperar a Ovidi Montllor y a Imanol, tan
escondidos por desgracia en el viejo baúl de la canción de autor.
Y
ocurre, en suma, que nos sigue emocionando este hombre y nos sigue estimulando
cualquiera de las flores de su cancionero. Y, como suele ocurrir con aquellos
que nos abandonan y a los que tanto quisimos, la sensación de orfandad apenas
si es compensada por su pervivencia sonora. A él se refirió Fernando González
Lucini en el disco-libro Nueva visión y
en el libro La canción de autor en España (donde nadie le discute un lugar más que notable) con estas palabras
que traemos aquí casi a modo de epitafio: “José Antonio Labordeta no se rinde
y, como la sabina, se mantiene altivo y nada puede truncar su canto; y ahí
permanece como un monegrito más, sabiendo, como ellos saben, lo
duro que es pelear”.
Publicado en Notas Sindicales, septiembre 2012
Aunque han pasado ya unos 35 años, aún se me levanta...
ResponderEliminar... el puño y se me pone la carne de gallina cuando escucho eso de "Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga Libertad"
Y vuelvo a sentirme joven.
Salud