Salirse
de madre no es ninguna parida, ni mucho menos. Más bien todo lo contrario, tal
y como advertimos cada vez que se repite en el litoral mediterráneo ese
desastre de la gota fría, que acaba arrojando un saldo de destrozos e incluso de
víctimas como si se tratara de un castigo natural. Porque la madre es el cauce
del río o del arroyo, y en esa acepción es donde se sitúa el origen de la frase
hecha, en las crecidas de los ríos que se desbordan por el exceso de
precipitación. Por cierto, probablemente también de esa misma raíz derive el
localismo leonés madrices, con el que se
nombraba en algunas zonas de la provincia a aquellos regueros que se hacían para evacuar el agua desde
una finca inundada con el fin de verterla hacia los arroyos.
Así pues, ese
desbordamiento es lo mismo que ocurre, ahora ya en sentido figurado, cuando se
exceden los límites de lo aceptable. Por ejemplo, en sentido amplio, lo que nos
viene sucediendo a lo largo de los últimos cuatro o cinco años de temporales,
con todo su catálogo de destrozos y de víctimas, las más notables los casi seis
millones de personas desempleadas, una riada sin pinta de contenerse. Porque,
en sentido mucho más limitado e inmediato, de madre se salen también, por
inaceptables, los Presupuestos del Estado para 2013 y confirman que los
meteoros van a continuar azotándonos sin duda alguna. No hay en ellos casi
ninguna medida que pudiera servir de dique para frenar las avenidas ni
estímulos que vinieran a contrarrestar el efecto devastador de las borrascas.
Por el contrario, da la impresión de que sean unos presupuestos adecuados a un
país que anduviese sobrado de empleo, de salud o de educación, por citar
algunas partidas concretas. Sólo de este modo podría entenderse que las
prestaciones por desempleo caigan un 6,3%, que las dotaciones del Ministerio de
Sanidad se reduzcan un 22,6% y que las del Ministerio de Educación, Cultura y
Deportes lo hagan en un 17,2%, donde destaca que el dinero destinado a becas
merma en 45 millones de euros. Es decir: cuanto menores sean los gastos en
infraestructuras protectoras, mayores serán las consecuencias devastadoras.
¿Se equivocan
entonces los meteorólogos que nos gobiernan? Evidentemente, no. Sus políticas
responden a otros intereses, digamos que poco comunes, y saben muy bien que del
río revuelto se extraen ganancias. Las gotas frías, como otros fenómenos
meteorológicos, son hoy perfectamente previsibles y prevenibles en lo que hace
a algunas de sus secuelas más negativas. Sin ir más lejos, evitando la urbanización
de los cauces y de las ramblas, por donde, aunque sólo sea una vez al año, el
agua recupera su costumbre de discurrir por ellos de forma torrencial. El
Levante español es la muestra de una mala práctica a estos efectos, pero
también lo es de cómo sus meteorólogos regionales atienden a otros provechos
menos generales. Pues bien, lo mismo sucede en materia económica. Salvando las
distancias, que son amplias, un día después de que nuestro Gobierno presentará
en el Congreso sus Presupuestos, el ministro de
Asuntos Exteriores y Comercio Exterior de Islandia, Össur Skarpheoinsson, ha
sostenido en su comparecencia ante la Asamblea General de Naciones Unidas que
"la austeridad, por sí sola, no funciona" para salir de la crisis.
Islandia también decretó fuertes recortes, aunque al mismo tiempo incrementó
los impuestos a los más ricos. "Usamos el beneficio para estimular el
crecimiento y garantizar que el estado del bienestar quedara intacto", ha
ensalzado. "Hoy tenemos una de las tasas de desempleo más bajas en Europa
y un sólido crecimiento económico”. Todo esto, recuérdese, en un país donde la
crisis financiera se salió de madre en 2008 tras quebrar sus tres principales
bancos, a lo que siguió un inusitado aumento de la tasa de paro y una caída
estrepitosa del crecimiento, con cifras que bien pudieran asimilarse a las
nuestras.
Pero volvamos a nuestras madrices para una última ojeada sobre los tales Presupuestos.
Relevante es para esta provincia anegada hasta la asfixia por los males de las
aguas revueltas que a la CIUDÉN se le otorguen 41 millones de euros o casi 13
al INTECO. Frente a lo que en su momento quisieron los descreídos ante uno y
otro proyecto, su consolidación asegura un cierto porvenir para eso que llaman
nuevo modelo productivo, que en realidad ya habitaba entre nosotros. Pero
difícilmente sólo con esto o con el escaparate del AVE aliviaremos el saldo
adverso de una provincia que, en el último mes, abonó en concepto de pensiones
o análogos 40 millones de euros más de los que llegó a recaudar con toda su
menguada actividad productiva. Para que las aguas vuelvan de verdad a su cauce,
aquí y en el resto del país, sobra retórica suicida y falta inversión. En ese
aspecto, el paraguas presupuestario no nos va a librar de los aguaceros; más
bien nos confirma que tardará mucho en escampar y que el paisaje final puede
ser desolador. A menos que la riada se lleve consigo también a los
meteorólogos.
Publicado en Diario de León, 5 octubre 2012
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