Cuentan los diccionarios que un incidente es disputa,
riña, pelea entre dos o más personas.
Por eso no entendemos lo que quiso decir el Vicepresidente de la CEOE, Arturo
Fernández, al calificar de este modo lo ocurrido con el que fuera su jefe,
Gerardo Díaz Ferrán, presunto delincuente. Quizá pretendió convertir el asunto
en materia menor y, como de costumbre, erró. Tal vez hubiera querido decir
incidencia, que es acontecimiento que sobreviene en el curso de un
asunto o negocio y tiene con él alguna conexión; pero entonces, como mal conocedor que este individuo es de la lengua,
se hubiera dado poco menos que por aludido, que es justo lo que no deseaba
hacer. Sea como fuere, lo cierto es que por la boca muere el pez, como le
sucede a don Arturo, y también por andar en aguas turbulentas, como ocurre con
don Gerardo, dos ejemplares de empresarios, que no es exactamente lo mismo que
dos empresarios ejemplares. Porque sucedidos como a los que aquí se aluden nos
confirman que los que están arruinando el país no
son los pensionistas, a los que se merma la pensión, o los empleados públicos y
el resto de trabajadores, a quienes se recorta su salario, sino gente como Díaz
Ferrán y compañía, que aseguran que hay que "trabajar más y,
desgraciadamente, ganar menos" para
que el país salga de la crisis. De manera que, uniendo uno y otro cabo de la
farsa, lo que cabe pensar es si no va siendo hora de introducir en el
análisis de algunos aspectos de lo que nos ocurre en el país otros elementos
más importantes que la legislación laboral, como la estructura productiva o la
calidad del empresariado, a los que no se suele atender. Nos parece algo tan
cierto y necesario como constatar que, desde principios de los años ochenta,
cuando se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, los diferentes Gobiernos (de
centro, de izquierdas y de derechas) han puesto en marcha 53 reformas laborales
y sus fracasos son más que evidentes.
Publicado en La Crónica de León, 28 diciembre 2012
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