Blog de Ignacio Fernández

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martes, 18 de diciembre de 2012

Highway Star


     En aquellos tiempos de los pelos largos, como bien cantaban los Burning en su inolvidable Una noche sin ti, las adhesiones eran inoxidables. Uno se apuntaba a un grupo y lo agotaba hasta sus últimos compases, aunque para ese fin no sirvieran los jukebox, que eran bastante limitados y se sometían al formato single. Pero, eso sí, aquellas canciones sueltas se devoraban una y otra vez a destajo.

     De tal manera que lo mismo que nos había ocurrido con Led Zeppelin vino a sucedernos con Deep Purple, aunque las diferencias entre uno y otro grupo fueran evidentes. Para nosotros, los primeros eran como más académicos, más música culta o de culto si pudiera decirse así, y por eso los escuchábamos en los bares, auténticos lugares sagrados. Por el contrario, los segundos nos parecían mucho más callejeros, más de andar por casa, y quizá por eso los solíamos seleccionar en las máquinas de las salas de juego, que es donde procedía lo gamberro. De los Purple, la mayor parte del auditorio solía preferir Smoke on the water, posiblemente porque a la par que se sucedía su característico riff central lanzábamos al aire juegos de humo con los cigarrillos y colaborábamos a rematar el decorado. En cambio, para otros la piedra angular de los músicos británicos fue Highway Star, que nos remitía a paisajes abiertos destinados a conquistarse.

     Porque lo que ocurría con aquellas canciones es que se incorporaban a nuestras vidas no sólo como su banda sonora en un momento dado, sino que se lucían poco menos que como la huella en el carnet de identidad. Por eso no es de extrañar que fueran origen de anécdotas sonadas. Se recuerda en los anales de la provocación, por ejemplo, la noche en que la policía –¡aquella policía!- nos detuvo en la calle para identificarnos sin razón aparente, como de costumbre. Hechas las presentaciones oportunas, a uno de los agentes le vino a bien preguntarnos a qué nos dedicábamos, y como un tiro, tan inocente como convencido, alguien le respondió: “nosotros es que somos jaiguaiestars”. No merece la pena, evidentemente, explicar el resto del relato, que queda a gusto del consumidor, pero lo que aquello significaba es que nuestra militancia, la vieja militancia de aquellos años clandestinos, además de política era también musical: “Nadie me va a desbancar, / tengo velocidad en el cerebro. / Nadie va a quitarme el liderato / ahora que estoy en la carretera de nuevo. / Oh, estoy en el cielo otra vez, / lo tengo todo: / un suelo para circular, / un acelerador y de todo. / Bien, agárrate fuerte, / soy una estrella de la carretera”. Como se puede comprender, con estos mimbres no era extraño que confeccionásemos aquellos cestos tan atrevidos.

     Highway Star se editó en 1972, dentro del álbum «Machine head», séptimo disco grande de Deep Purple, y supone, según la revista Rolling Stone, “el sonido más veloz y áspero del rock más duro”. Tanto es así que, seguramente, desde entonces ni ellos ni nosotros volvimos a ser los mismos. Ellos languidecieron poco a poco y nosotros, casi al mismo ritmo, fuimos recortando la melena. http://www.youtube.com/watch?v=jh0iihjANPc

Publicado en genetikarockradio.com, diciembre 2012

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