Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 5 de febrero de 2013

El tren


    A veces coleccionábamos canciones. No de forma aleatoria, sino a partir de una idea que alguno de nosotros sugería. Acumulamos de este modo varios contenedores sonoros que lucíamos según procediera y depende en qué compañía y situación. De entre todos ellos, para nosotros que habíamos crecido en un barrio ferroviario y llevábamos sus sonidos incorporados al código genético, los cantables que hablaban de trenes eran uno de nuestros principales devocionarios. Teníamos varios cromos vistosos que intercambiábamos en el jukebox, casi todos ellos de los primeros años de la década de los setenta: Train to nowhere de Savoy Brown, Peace train de Cat Stevens, Iron horse de Christie y la magnífica Long train runnin’ de Doobie Brothers. Pero la alta velocidad no nos llegó ciertamente hasta el final de aquella década, cuando Leño publicó su primer disco, con el mismo título que el nombre del grupo, y en él una canción emblemática que lo resumía todo: El tren.

     En efecto, con los trenes convivíamos, de trenes hablábamos y sobre trenes cantábamos. Era un objeto poético reconocible y motivo de ensoñación no sólo literaria, también materia para el viaje mítico y tesoro para el juego. Entristece levemente pensar que ya son pocos los niños y niñas que suben a él, que son muchos en cambio los que prefieren coches de fórmula 1 y que su imagen majestuosa desaparece de nuestros paisajes porque hay que soterrarlo -¡terrible palabra!-, como si quisieran los ingenieros y los alcaldes que lo perdiéramos definitivamente de vista. A nosotros no nos ofendía ni nos molestaban sus ritmos que encajaban a la perfección con los compases de las canciones. Ni siquiera nos deleitábamos en trenes veloces o de modernos diseños. Al hilo de letras de canciones mucho más costumbristas, íbamos dando forma a otro mundo más familiar e inmediato, tan elemental como nuestras vidas y el entorno que las envolvía. Nos ayudaron en ese aprendizaje grupos como Asfalto, Topo, Morís y sobre todo Leño.

     Acerca de El tren, ni siquiera nos entretuvimos discutiendo sobre su autoría incierta ni sobre su implícita apología del LSD (“si controlas tu viaje, serás feliz”). No, más bien nos interesaba como fanfarria para la aventura cuando los domingos nos íbamos (en tren, por supuesto) a las playas del norte o como himno para el grupo que pasaba las tardes sentado en los andenes viendo discurrir la vida. Más o menos como vimos pasar la existencia fugaz de Leño y su continuación en la trayectoria dilatada de Rosendo. Con esa misma cadencia, algunos mantuvimos la costumbre de avivar nuestra colección, a pesar del paso de los años, y a ella hemos ido sumando, entre otras, Zion train de Bob Marley, Cuatreros de Deicidas, Expreso de Bengala de Los Cardiacos, Los trenes de Tozeur de Franco Battiato y, tan inigualable como la de Leño, El tren azul de Esclarecidos.

     El tren formó parte del primer álbum de Leño y se editó como single en 1980. Ya para entonces los jukebox agonizaban y cada vez eran más raros en los bares, sustituidos por otros reproductores menos aparatosos y por la explosión de la frecuencia modulada en las emisoras de radio. http://www.youtube.com/watch?v=BsaH4BsFuFc

Publicado en genetikarockradio.com, 6 febrero 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario