Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 3 de mayo de 2013

Los espejos


     Fue Valle Inclán el que, allá por el año 1920, se sirvió de la imagen de los espejos cóncavos para referirse a este país: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”, le dice Max Estrella a Don Latino en la escena duodécima de Luces de bohemia. Y lo que era así descrito casi un siglo atrás poco parece haber evolucionado hasta la actualidad si nos atenemos a algunos acontecimientos que definen la España del siglo XXI. Porque nuestra realidad no es nítida ni mucho menos. Lo que vemos a través de los espejos es de nuevo “una deformación grotesca de la civilización europea”, y basta un par de ejemplos para comprobarlo. Ahora que andamos metidos en declaraciones de renta, es decir, en la contribución equitativa mediante nuestros impuestos al bien común, resulta que hemos sabido que es posible desgravar las pérdidas por el juego en casinos o bingos, pero no así las indemnizaciones por despido individual pactado entre trabajador y empresa si no se ha recurrido a conciliación ni a demanda judicial. Y ahora también, cuando seguimos metidos en recortes insufribles como los de la sanidad, descubrimos que el SACYL mantiene 41 capellanes en su plantilla regional, lo que supone más de un millón anual en salarios; 30 si contemplamos a todos los curas en prisiones, hospitales y cuarteles de España. No cabe duda de que nuestra salud espiritual está mucho mejor atendida que la salud física teniendo en cuenta los recortes generales en el personal sanitario. En fin, lo cierto es que las muestras del esperpento nacional son innumerables y no tiene pinta de que esto vaya a cambiar algún día. Sobre todo si tomamos como referencia al Presidente Aznar, notable héroe clásico deformado, quien afirmó que se había salvado del atentado terrorista porque Dios lo había elegido para conducir al país adonde lo condujo.

Publicado en La Crónica de León, 3 mayo 2013

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