Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 14 de julio de 2013

La población y las ciudades


     La evolución demográfica aporta signos incontestables sobre cómo será la sociedad en la edad poscontemporánea. Por ejemplo, los profesores Mauro Guillén y Emilio Ontiveros explican en su libro Una Nueva Época. Los grandes retos del siglo XXI que “por primera vez en la historia, Japón y varios países europeos occidentales han invertido sus pirámides de población por edades y tienen más personas de más de 60 años que de menos de 20. También por primera vez, viven más personas en ciudades que en el campo, y las que padecen de obesidad superan a las que pasan hambre”. Pero no hace falta ir tan lejos para toparse con derivas alarmantes y seguramente ya irreversibles: los datos estadísticos sobre esta provincia y otras las confirman como un espacio residual, tanto por su crecimiento vegetativo negativo como por los índices de emigración y su escasa capacidad de regeneración económica, suponiendo que la llamada crisis no fuese a ser un elemento general constante y sustantivo.

Barrio de Vauban
     Aunque no sea así por desgracia, esta nueva cualidad social, tan global como local, debería presidir la política en todos y cada uno de sus aspectos. Es decir, merecería la pena planear y tomar decisiones sobre el futuro conscientes de que no será ni mucho menos como fue el pasado. Sin ir más lejos, pensar acerca de esas ciudades crecientes debiera ser una asignatura básica en todo municipio de tamaña medio o grande; más todavía si tenemos en cuenta las zozobras que en el caso español ha generado el crack inmobiliario y sus consecuencias. Podríamos de este modo resolver una paradoja crucial que tenderá a acentuarse: la necesidad de vivienda asequible frente a un parque construido para cubrir necesidades para un par de décadas por lo menos y no precisamente al alcance de los nuevos salarios menguantes. Podríamos considerar, de paso, qué hacer con los diseños viarios, por lo general concebidos para el servicio de vehículos que no van a poder circular cuando los combustibles, no tardando mucho, multipliquen por cinco sus precios. Podríamos contemplar la ciudad desde otros puntos de vista, el de las personas mayores sin duda, que será el grupo mayoritario, y cómo atender a sus necesidades de ocio o de compra sin obligarles a un traslado imposible a los extrarradios.

     Podemos pensar que estamos pidiéndole peras al olmo, seguramente, y que en este contexto de desbandada y de fuerzas centrífugas es dudoso que alguien se ponga a esas tareas nobles. Pero no es cierto, al menos más allá de nuestras fronteras. Hay muestras por ahí muy interesantes de lo que nos es posible hacer. En un extremo, obligados por una reconstrucción necesaria tras el terremoto del año 2001, se sitúa la ciudad hindú de Ahmedabad, donde trabaja junto a otros arquitectos la española Almudena Cano, que señala una tesis fundamental para estos tiempos: “Los arquitectos estamos para mejorar la realidad, solucionar problemas urgentes de habitabilidad” (ver http://issuu.com/almudenacanopineiro/docs/portfolio_almudenacano_issuu). En el otro, podríamos colocar al barrio de Vauban, a escasos cuatro kilómetros de Friburgo, la capital verde europea, modelo de referencia mundial en la planificación urbanística de barrios nuevos, con una combinación de criterios ambientales y de calidad de vida que permiten vivir sin coche y generar más energía de la que se consume. Y todo con un índice elevado de participación ciudadana desde el inicio del proyecto (ver http://www.freiburg.de/pb/,Lde/208732.html?QUERYSTRING=Vauban o también http://camuniso.blogspot.com.es/2011/01/el-barrio-de-vauban-en-friburgo.html).

     Así que el asunto da para esto y para mucho más.
Publicado en Tam-Tam Press, 13 julio 2013

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