Casi
nada escapa del tono general de hojas muertas en que andamos metidos, y no me
estoy refiriendo sólo al otoño. Naturalmente, tampoco los medios de
comunicación, que en fechas recientes han asaltado titulares a causa del cierre
de la Radiotelevisión Valenciana, de los disparos en las sedes parisinas del
diario Libération y del canal de noticias BFM TV, y del tributo que los
premiados en la edición anual de las Antenas de Oro han rendido a sus
compañeros de profesión que están atravesando malos momentos. Ya digo: es el
paisaje cotidiano.
Sabemos,
por otro lado, que esta enfermedad no es sólo económica, como no lo son tampoco
muchas otras de nuestras afecciones. El conflicto entre el papel y lo digital,
los nuevos formatos de la publicidad o la concentración en los grandes grupos
editoriales son asuntos que también provocan zozobras para cuya solución queda
aún bastante andadura. También la profesión periodística sufre sus trastornos
propios que la hacen vulnerable, desde la frivolidad con que en muchos casos se
aborda la realidad hasta la falta de independencia y de pluralidad democrática
real.
En
ese contexto, el alumbramiento de un nuevo diario en la ciudad de León, en
cualquier ciudad realmente, es un acontecimiento feliz, tanto por inesperado
como por deseado. Si ha sido motivo de celebración en tiempos de esplendor y de
abundancia, qué no podemos sentir ahora cuando las estrecheces y otras
políticas nos han conducido a la miseria informativa. En el caso que hoy
festejamos, la aparición de La Nueva Crónica, nos
interesa resaltar de forma particular el ligero alivio que supone en materia
laboral para este sector en nuestra provincia. También la relevancia de romper
el monopolio en que había caído la prensa leonesa después de las últimas bajas.
Y, por último, la más que probable recuperación de una tradición formativa que
su precedente, la ya vieja Crónica de León, supo
impulsar como pocos medios en el conjunto nacional.
Así
pues, en unos tiempos en que nuestra realidad doliente es descrita de modo
cansino a través de la metáfora del túnel y de la luz –más túnel o más luz
según como nos vaya el viaje–, lo que resulta evidente es que necesitamos
orientación, análisis y criterio para construir juntos una salida decente de
nuestras crisis. La contribución que a ello deben y pueden hacer los medios de
comunicación es trascendental, acentuando más según casos la tiniebla o la
claridad. Sea como fuere, la salida a la calle de La Nueva Crónica es ya toda una señal luminosa.
Publicado en La Nueva Crónica, 28 noviembre 2013
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