Acierta
Diego A. Manrique cuando afirma que “la música ha empequeñecido hasta hacerse
invisible: un MP3 carece de presencia, de relieve, de capacidad de fascinación.
Resulta difícil construirse una mística cuando cualquier presencia en público
es recogida por cámaras de baja calidad y conservada en You-Tube”. Para algunos
no será fácil compartir esta idea, pues su mundo no ha sido otro que el digital
evanescente, pero quienes nos hicimos consumidores de música en aquellas
máquinas luminosas y en aquellos singles de vinilo con portadas para
fetichistas no podemos pensar ni sentir de otro modo. No se trata de que
cualquier tiempo pasado fuera mejor, sencillamente fue distinto y, desde luego,
contaba con elemento hoy perdidos o nada estimados. De tal manera que para
cerrar esta serie dedicada a las canciones del jukebox no queda otro remedio
que volver sobre los orígenes y cerrar el ciclo a través del reencuentro con la
primera entrega de la colección.
Por
aquel entonces, según dejamos anotado hace ahora un año en esta misma ventana,
juntas solían sonar seleccionadas Whole lotta love de Lez Zeppelin y Heart
of gold de Neil
Young; incluso a veces nos estirábamos con American pie de Don McLean, formando así una
trilogía que ha quedado grabada en el ADN de nuestra educación musical y
sentimental. No hubo motivos aparentes o confesables que nos hicieran
desembocar en esta elección y tampoco hoy buscamos en nuestro inconsciente
ninguna razón que lo explique, si bien basta repasar el texto del canadiense
para que los años nos iluminen un poco: “Y me estoy haciendo viejo. / Eso me
mantiene buscando / un corazón de oro. / Y me estoy haciendo viejo (…) Tú me
mantienes buscando / un corazón de oro”. Al cabo, pues, nada hay más dorado,
más brillante que el cancionero que confeccionamos andando el tiempo y la
historia. Él nos explica del mismo modo que lo hacen nuestro repertorio de
lecturas, de películas y de amores. Así somos. Lo demás es decorado.
Y
ahí está Neil Young, imperturbable, pariendo discos como si tal cosa. Eso sí,
nuestra canción de hoy fue algo así como un rubicón a partir del cual el rumbo
fue otro. Lo reconoce el propio músico cuando declara que “esa canción me puso
en ruta”, como a nosotros. Su éxito comercial le intimidó de tal forma que
desde entonces se ha negado a tocarla en directo y huyó de todo comercialismo.
Hasta el magnate David Geffen llegó a demandarle por grabar “discos de
naturaleza no comercial, alejados de lo que previamente le caracterizaba”. En
fin, en el jukebox zamorano de nuestro bachillerato sonó hasta el agotamiento y
en la actualidad estos nuevos soportes digitales nos la devuelven sin
amarillear, como la fuente de la eterna juventud.
Heart
of gold se incluyó
en el álbum «Harvest» en 1972 y contó en los coros con las voces de James
Taylor y de Linda Rondstant. Según Burhan Wazir, articulista del Times, “es un
álbum que evoca a la perfección tanto el mortal optimismo del movimiento
contracultural de San Francisco como el creciente cinismo de la generación del
Watergate”. Por nuestra parte, quedamos citados en la próxima estación. http://www.youtube.com/watch?v=u925g6CgKuw
Publicado en genetikarockradio.com, 8 diciembre 2013
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