Siguiendo los ritmos del
calendario, los seres humanos saludan la llegada de las estaciones con los
ritos y abalorios propios de cada una de ellas. Así lo hicimos nosotros, sin ir
más lejos, con el capítulo dedicado a la canción del verano y sus anécdotas (nº
6 de Conecta León). Sin
embargo, Moderato Cantábile lo que os propone en esta ocasión es justo lo contrario: despedir al
otoño que se va, esa estación realmente fértil en el exquisito jardín de las
artes, revolviendo en la hojarasca del cancionero para honrarlo como es debido.
Como debido es, repitiendo el esquema de la estación estival aludida, abrir
nuestra sonata con el barroco veneciano por excelencia, Vivaldi, y con su
apartado otoñal de Las cuatro estaciones [http://www.youtube.com/watch?v=BJddiptVH60].
Seguramente el otoño es, para
empezar, un tiempo de baladas, una temporada sentimental si no fuera por el
derroche sabroso de los hongos, por los disparos de los cazadores y por el
espléndido sol del membrillo. Aun con todo ello, lo cierto es que hay un rastro
de versos en toda otoñada que santificaremos aquí con una muestra literaria y
varios ecos musicales. No porque haya de ser así necesariamente, sino por pura
devoción, reservaremos nuestra atención lírica para un libro de Ángel González,
Otoño y otras luces,
su última obra, a nuestro modo de ver una sublime expresión de esa simbiosis
entre lo estacional y lo cronológico vital, que se nos antoja como una lectura
auténticamente obligatoria. [http://arboladura.blogspot.com.es/2008/04/otoos-y-otras-luces-ngel-gonzlez.html].
“Estos poemas son muy tristes, me han salido muy negros y no creo que los deba
publicar”, dijo.
Lo cual que, resuelto el prólogo
con la inestimable colaboración de Vivaldi y González, entraremos sin más en la
densidad cancioneril del otoño, que es lo que aquí hoy nos traía. Y lo haremos,
como no podía ser de otra forma, con el clásico por excelencia para los días
otoñales: Les feuilles mortes (Las hojas muertas), aquella canción de 1945 a la que puso letra el
poeta francés Jacques Prévert (“Las hojas muertas se amontonan con abundancia,
/ los recuerdos y las decepciones también. / Y el viento del norte las lleva /
en la noche fría del olvido”), cuya música firmó Joseph Kosma, y que interpretó
como nadie Yves Montand [http://www.dailymotion.com/video/xkrgei_yves-montand-les-feuilles-mortes_music].
Tal fue su éxito en todos los sentidos que generó algo así como una
meta-canción, es decir, una nueva canción que viene a glosar a aquélla, en una
recreación que acabó incluso compitiendo con la original. Eso es lo que hizo
años después Serge Gainsbourg con La chanson de Prévert [http://www.youtube.com/watch?v=wb8b6BHRoys]
y mucho más tarde Kevin Johansen [http://www.youtube.com/watch?v=qMwLT40TIHI]
e incluso el dúo leones El Cometa Errante: “Y cada vez las hojas muertas / te
traen a mi memoria. / Día tras día, los amores muertos / no terminan de morir”.
Y es que, a pesar de que el otoño
cuenta también con un rostro festivo –y ahí están para demostrarlo vendimias,
matanzas y magostos-, uno tiene la impresión de que otoño es sobre todo soledad
y decadencia. Las canciones y los poemas así nos lo van atestiguando y no es
fácil escapar de ese sentimiento de melancolía que todo lo envuelve y todo lo
perturba en esta estación, cuya hermosura cromática no llega a servirnos de
alivio. Así que, para apurar el trago a los adictos, añadamos algunos cantables
más del mismo género: Zamba del otoño de Atahualpa Yupanqui [http://www.youtube.com/watch?v=oFWWdNLCPGw],
Balada de otoño de
Joan Manuel Serrat [http://www.youtube.com/watch?v=8aU3mvjTC7Y],
Feuilles-O de Simon
& Garfunkel [http://www.youtube.com/watch?v=sI47F5wXDI0]
y Ana, el otoño de
La Romántica Banda Local [http://www.youtube.com/watch?v=fQdb-7N71x4].
De tal manera que, llegados a
este punto de nuestro álbum otoñal sin por supuesto haberlo agotado, no queda
más remedio que confesar que esta sonata de otoño no es más que la apropiación del título de dos obras
admiradas a las que de paso tratamos de rendir culto. Nos referimos por una
parte a la película sueca dirigida por Ingmar Bergman, cuyo argumento se centra
en la relación entre una famosa pianista y su hija, a la que aquélla ha dejado
de lado a causa de su carrera profesional [http://www.youtube.com/watch?v=jqenh8-aWaQ].
Y por otra al relato de Valle-Inclán, tercera entrega de la biografía del
Marqués de Bradomín, un Don Juan ochocentista, cínico y sensual, afecto a la
causa carlista, que desde la vejez evoca con nostalgia los lances amorosos de
su vida [http://es.scribd.com/doc/35943301/Valle-Inclan-Ramon-Maria-del-Sonata-de-otono-Sonata-de-invierno-R1].
Valga, pues, antes de nuestro regalo de despedida, este último cantable
con el que Javier Krahe retrató
tan a su manera, que hacemos nuestra, tanto a este personaje como a la estación
en la que hoy hemos habitado [http://www.goear.com/listen/ff67f0f/sonata-de-otoaplusmno-javier-krahe].
Y, sí, dejemos espacio para los
presentes de despedida. El otoño nos abandonará en este hemisferio con el
solsticio de invierno, alrededor del 21 de diciembre, lo que dará paso a una
nueva época oscura. Ese tránsito, que ya las culturas paganas celebraban a su
modo, fue cristianizado cumplidamente, tal y como hoy seguimos padeciendo, al
situar en ese mismo punto del calendario las festividades navideñas. Mas, como
no hay mal que por bien no venga, según advierte el refrán, para esas fiestas
adaptáronse los villancicos que, como sabemos, sufrieron también una notable
transición desde lo profano a lo religioso. Largo es el repertorio por lo que
hace a este género y en él hallaremos de todo, naturalmente. Moderato
Cantábile, sin embargo,
tiene el placer de regalaros uno de los que más le han conmovido y le conmueven
todavía: los Villancicos de gloria interpretados por la Macanita, cantaora jerezana,
junto a su troupe de acompañantes [http://www.youtube.com/watch?v=tSy5WQrjcTc].
¡Y hasta el año que viene!
Publicado en Saba 1, diciembre 2013
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