Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 1 de diciembre de 2013

Sonata para el final del otoño


     Siguiendo los ritmos del calendario, los seres humanos saludan la llegada de las estaciones con los ritos y abalorios propios de cada una de ellas. Así lo hicimos nosotros, sin ir más lejos, con el capítulo dedicado a la canción del verano y sus anécdotas (nº 6 de Conecta León). Sin embargo, Moderato Cantábile lo que os propone en esta ocasión es justo lo contrario: despedir al otoño que se va, esa estación realmente fértil en el exquisito jardín de las artes, revolviendo en la hojarasca del cancionero para honrarlo como es debido. Como debido es, repitiendo el esquema de la estación estival aludida, abrir nuestra sonata con el barroco veneciano por excelencia, Vivaldi, y con su apartado otoñal de Las cuatro estaciones [http://www.youtube.com/watch?v=BJddiptVH60].

     Seguramente el otoño es, para empezar, un tiempo de baladas, una temporada sentimental si no fuera por el derroche sabroso de los hongos, por los disparos de los cazadores y por el espléndido sol del membrillo. Aun con todo ello, lo cierto es que hay un rastro de versos en toda otoñada que santificaremos aquí con una muestra literaria y varios ecos musicales. No porque haya de ser así necesariamente, sino por pura devoción, reservaremos nuestra atención lírica para un libro de Ángel González, Otoño y otras luces, su última obra, a nuestro modo de ver una sublime expresión de esa simbiosis entre lo estacional y lo cronológico vital, que se nos antoja como una lectura auténticamente obligatoria. [http://arboladura.blogspot.com.es/2008/04/otoos-y-otras-luces-ngel-gonzlez.html]. “Estos poemas son muy tristes, me han salido muy negros y no creo que los deba publicar”, dijo.

     Lo cual que, resuelto el prólogo con la inestimable colaboración de Vivaldi y González, entraremos sin más en la densidad cancioneril del otoño, que es lo que aquí hoy nos traía. Y lo haremos, como no podía ser de otra forma, con el clásico por excelencia para los días otoñales: Les feuilles mortes (Las hojas muertas), aquella canción de 1945 a la que puso letra el poeta francés Jacques Prévert (“Las hojas muertas se amontonan con abundancia, / los recuerdos y las decepciones también. / Y el viento del norte las lleva / en la noche fría del olvido”), cuya música firmó Joseph Kosma, y que interpretó como nadie Yves Montand [http://www.dailymotion.com/video/xkrgei_yves-montand-les-feuilles-mortes_music]. Tal fue su éxito en todos los sentidos que generó algo así como una meta-canción, es decir, una nueva canción que viene a glosar a aquélla, en una recreación que acabó incluso compitiendo con la original. Eso es lo que hizo años después Serge Gainsbourg con La chanson de Prévert [http://www.youtube.com/watch?v=wb8b6BHRoys] y mucho más tarde Kevin Johansen [http://www.youtube.com/watch?v=qMwLT40TIHI] e incluso el dúo leones El Cometa Errante: “Y cada vez las hojas muertas / te traen a mi memoria. / Día tras día, los amores muertos / no terminan de morir”.

     Y es que, a pesar de que el otoño cuenta también con un rostro festivo –y ahí están para demostrarlo vendimias, matanzas y magostos-, uno tiene la impresión de que otoño es sobre todo soledad y decadencia. Las canciones y los poemas así nos lo van atestiguando y no es fácil escapar de ese sentimiento de melancolía que todo lo envuelve y todo lo perturba en esta estación, cuya hermosura cromática no llega a servirnos de alivio. Así que, para apurar el trago a los adictos, añadamos algunos cantables más del mismo género: Zamba del otoño de Atahualpa Yupanqui [http://www.youtube.com/watch?v=oFWWdNLCPGw], Balada de otoño de Joan Manuel Serrat [http://www.youtube.com/watch?v=8aU3mvjTC7Y], Feuilles-O de Simon & Garfunkel [http://www.youtube.com/watch?v=sI47F5wXDI0] y Ana, el otoño de La Romántica Banda Local [http://www.youtube.com/watch?v=fQdb-7N71x4].

     De tal manera que, llegados a este punto de nuestro álbum otoñal sin por supuesto haberlo agotado, no queda más remedio que confesar que esta sonata de otoño no es más que la apropiación del título de dos obras admiradas a las que de paso tratamos de rendir culto. Nos referimos por una parte a la película sueca dirigida por Ingmar Bergman, cuyo argumento se centra en la relación entre una famosa pianista y su hija, a la que aquélla ha dejado de lado a causa de su carrera profesional [http://www.youtube.com/watch?v=jqenh8-aWaQ]. Y por otra al relato de Valle-Inclán, tercera entrega de la biografía del Marqués de Bradomín, un Don Juan ochocentista, cínico y sensual, afecto a la causa carlista, que desde la vejez evoca con nostalgia los lances amorosos de su vida [http://es.scribd.com/doc/35943301/Valle-Inclan-Ramon-Maria-del-Sonata-de-otono-Sonata-de-invierno-R1]. Valga, pues, antes de nuestro regalo de despedida, este último cantable con  el que Javier Krahe retrató tan a su manera, que hacemos nuestra, tanto a este personaje como a la estación en la que hoy hemos habitado [http://www.goear.com/listen/ff67f0f/sonata-de-otoaplusmno-javier-krahe].

     Y, sí, dejemos espacio para los presentes de despedida. El otoño nos abandonará en este hemisferio con el solsticio de invierno, alrededor del 21 de diciembre, lo que dará paso a una nueva época oscura. Ese tránsito, que ya las culturas paganas celebraban a su modo, fue cristianizado cumplidamente, tal y como hoy seguimos padeciendo, al situar en ese mismo punto del calendario las festividades navideñas. Mas, como no hay mal que por bien no venga, según advierte el refrán, para esas fiestas adaptáronse los villancicos que, como sabemos, sufrieron también una notable transición desde lo profano a lo religioso. Largo es el repertorio por lo que hace a este género y en él hallaremos de todo, naturalmente. Moderato Cantábile, sin embargo, tiene el placer de regalaros uno de los que más le han conmovido y le conmueven todavía: los Villancicos de gloria interpretados por la Macanita, cantaora jerezana, junto a su troupe de acompañantes [http://www.youtube.com/watch?v=tSy5WQrjcTc]. ¡Y hasta el año que viene!

Publicado en Saba 1, diciembre 2013 

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