Blog de Ignacio Fernández

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martes, 28 de enero de 2014

Los 120.000 euros


     La frontera de 120.000 euros para calificar el delito fiscal es un insulto. No importa que la ilegalidad sea obra de una infanta, de un broker o de un beato con todas las bendiciones. Es necesario democratizar el delito y que todos podamos aspirar a ser delincuentes fiscales algún día, no simples chorizos, ladronzuelos o rateros de tan poca monta como de duro castigo, que es lo habitual. A uno se le olvida declarar cualquier menudencia y tiene detrás ipso facto a la Interpol, a la Cía y a todo el Colegio Cardenalicio. Por el contrario, defraudas 119.999 euros, gracias a la ingeniería financiera y a otras gaitas, y resulta que eres un ser de bien. Incluso se te puede amnistiar, llegado el caso.

     Claro que, para alcanzar ese objetivo de la delincuencia universal, como universales eran hasta la fecha otros beneficios sociales en materia de salud o de educación, la cosa se está poniendo cruda y mucho habrá que rebajar el límite infractor. Porque, a ver, si resulta que la clase media anda disolviéndose a causa del progresivo hundimiento de los salarios más humildes, mientras que los de los directivos suben otro 7% en el último año, hete aquí que la brecha salarial es también un serio inconveniente no sólo para hacernos más iguales en general, unas aspiración ya del siglo pasado, sino hasta para situarnos en la igualdad delictiva potencial, que es a lo que debiera aspirar un país como el nuestro en estos tiempos modernos. Es lo que tiene la crisis, que está causando daños imprevistos.

     Digo yo que los gobiernos deberían preocuparse por estos desarreglos legales, lo mismo que se inquietaron por las abominables consecuencias de la sentencia Parot; y que los noticieros habrían de hablar algo más del asunto, tal y como hacen con reiterado morbo sobre la niña gallega o lo hicieron antes sobre los niños cordobeses. Es justicia que esperamos alcanzar un día del ilustre Ministro de ello o lo que sea, si se lo permiten sus ineludibles tareas para sojuzgar todavía más a las mujeres.

Publicado en La Nueva Crónica, 28 enero 2014

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