Blog de Ignacio Fernández

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martes, 22 de abril de 2014

Las paradojas de la Ley


     Entre las paradojas a que nos somete esta sociedad confusa y arbitraria, la de las leyes y sus repercusiones no es la menor. Aunque somos olvidadizos de natural y son muchos los que colaboran en esa desmemoria, en poco tiempo nos hemos topado con aplicaciones dolorosas de la ley que, sin embargo, no han ocasionado reacciones parejas. Me refiero a lo que ocurrió hace apenas seis meses con la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la doctrina Parot y lo que sucede ahora con la reforma de la justicia universal aprobada en solitario por el PP.

     La excarcelación entonces de presos derivada de la sentencia de Estrasburgo generó ríos de tinta, respuestas airadas, manifestaciones de rabia y hasta casi una ruptura de consensos en materia antiterrorista. En cambio, la excarcelación ahora de narcotraficantes y mafiosos, así como la condena al limbo de causas como el asesinato de José Couso o el genocidio en Guatemala, apenas si han merecido unos pocos gestos incómodos y una ligera rebeldía por parte en exclusiva de los jueces. Los unos y los otros eran todos presos sonoros, criminales de altura o susceptibles de ser así considerados, protagonistas por igual de la historia de la infamia. No obstante, no hemos sentido del mismo modo o no nos han manipulado con la misma intensidad para provocar idéntica alarma social.

     Esto último es determinante, según mi punto de vista. Que algunas asociaciones de víctimas son un lobby de presión ha vuelto a ponerse de manifiesto, lo mismo que el hecho de que algunos medios de comunicación son su principal altavoz. Que hay delitos morbosos que son dobles delitos precisamente por el morbo con que son tratados por, en general, los mimos medios del caso anterior resulta también una evidencia. Que el crimen organizado posee tentáculos que alcanzan incluso a las decisiones de los gobiernos empieza a ser más que una sospecha. Y que no todas las muertes, como las vidas, son iguales ante la Ley y ante nuestros sentimientos es una realidad.

Publicado en La Nueva Crónica, 22 abril 2014

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