Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

viernes, 30 de mayo de 2014

Transgresión es norma


     Retornando a las fuentes, María Moliner inevitable, confirmamos que transgredir era y sigue siendo, amen de quebrantar, violar y vulnerar, sobre todo desobedecer una orden, ley, etc., de cualquier clase. Entrados para más precisión en las enciclopedias y en las redes, descubrimos que aplicada esa acción al mundo de las artes constituye un acercamiento a la rebeldía, de tal manera que el arte transgresor es aquel que, yendo más allá de lo establecido, nos hace tambalear el concepto de lo que para nosotros es arte tradicional. Se le hace sinónimo incluso de arte shock y hay quienes por fin se atreven a afirmar que se trata de un valor en el arte del siglo XX.

     Este último dato es fundamental, a nuestro modo de ver y de pensar: la transgresión como algo propio del pasado siglo, pues en él tuvo su embrión, desarrollo y esplendor. ¿También su ocaso? Posiblemente sí, y lo que ahora se extiende hacia la nueva centuria no sean más que cenizas transgresoras que apuran al máximo el lema del gran rompedor Alister Crowley: “Haz lo que quieras”. En tal caso, de compartirse esta tesis, lo que habrá que preguntarse es cómo continuar transgrediendo en este siglo XXI, en la edad poscontemporánea en la que habitamos. Y una sola es la respuesta: hoy la transgresión pasa por la recuperación de la norma.

     Frente al imperio digital de esta edad, una revista en papel, aunque sea un fanzine transgresor, es doblemente trangresión porque supone una vuelta a lo normal, es decir, a la norma de la escritura y de la lectura mediante la edición comme il faut. No podemos encontrar muestra más evidente de tal proceso que esta publicación que sujetan ahora las manos de un lector o de una lectora, en lugar de emitirse por impulsos luminosos a través de una de las innúmeras pantallas que nos envuelven y amortiguan. De este modo, si seguimos el rastro en otros ámbitos, nada tan transgresor como reivindicar la línea clara en lugar del graffiti o el vinilo frente al byte; nada como recrearse en la inmaculada blancura de las indumentarias en Wimbledon para desterrar el colorido fosforescente y de dudoso gusto que hoy visten los tenistas; nada como la lentitud contra la velocidad o la enfermedad como remedio de la salud.

     Es la hora, pues, de dejar de lado esas cosas de Zapico y volver a leer a Neruda u otros versos clásicos. Mejor aún, llegado es el momento para escapar de todos esos rituales poéticos tan de moda y tan poco transgresores en verdad: performances, ágoras, vídeo-clips, procesiones, fusiones, espectáculos y otras encrucijadas de poetas con sede en los museos (que, por cierto, son la anti-transgresión). No, recuperemos como norma la lectura apartada e íntima en el sillón orejero. O mejor todavía, seamos peripatéticos, ambulemos por nuestros pasillos privados entonando versos y recuperando el ritmo perdido por la poesía transgresora que tanto daño ha hecho a la poesía. Hagamos causa de la norma literaria y del canon, nuestra guía. Y sobre todo no nos dejemos tentar suponiendo que la red es la vanguardia. Como señala Cesare Gaffurri, “Tenemos muchos genios, muchos que en 140 caracteres han logrado dominar el mundo y ganarse a miles de seguidores. Sin embargo, el tuitero del siglo veintiuno piensa o cree que, por alguna razón, es un poeta y que, gracias a 140 caracteres, ya hace literatura, y de la mejor”.

     No hay términos medios y es preciso militar en uno u otro lado del tiempo, es decir, de la norma o de lo anormal. Y mear contra el viento hoy sólo es posible, como antaño, si se ha atravesado navegando el Cabo de Hornos. Todo lo demás son poses enmohecidas y, además, nos salpicamos.

Publicado en Meando Contra Viento 4, mayo 2014
y en Tam Tam Press, 11 junio 2014

domingo, 25 de mayo de 2014

Gaynor / Enemigos


     A lo largo de esta serie comprobamos que el caudal de las versiones no respeta fronteras ni estilos ni épocas. Ésa es seguramente una de sus virtudes. En cierto sentido, los hacedores de versiones son auténticos pontífices, es decir, constructores de puentes. Algunos de ellos en verdad vertiginosos como el que une a Gloria Gaynor con Los Enemigos.

     Ella era una muchacha ligera, negra, venida del soul como tantas otras y con puerto de llegada en la música disco. Su momento de esplendor lo alcanzó en la década gloriosa de las discotecas y del sonido Filadelfia, segunda mitad de la década de los setenta. Y, después de veinte años dando guerra, a pesar del declive evidente, bien se la puede considerar emblema de las pistas de baile e incluso ídolo de algunas reivindicaciones femeninas y gays.

     Ellos eran de Madrid y también durante veinte años, a caballo del cambio de siglo, fueron uno de los grupos de referencia del rock español. Básicamente cuatro músicos, aunque nunca le hicieron ascos a un sinfín de colaboradores más o menos vistosos. Venidos también a menos pero nunca olvidados, y tras alguna experiencia notable en solitario, cuentan que ahora regresan, quizá porque todavía no alcanzaron el altar de los legendarios.

     El caso es que I will survive nació en la voz de Gloria Gaynor allá por el año 1978 y, entre destellos y luces de colores, ha tenido un recorrido impecable, con recreaciones muy diversas, hasta que Los Enemigos la recogen en 1999 y su líder, Josele Santiago, la formatea en español como Resucitao. Cierto también que en ese tránsito y en ese mismo destino hubo otra versión en castellano de la propia Gaynor, titulada, claro, Sobreviviré, y otra más para los directos del grupo madrileño, que mutaba entonces en Acojonao. Y todavía otro elemento más en común: su inclusión en bandas sonoras de películas, desde la exuberante Priscilla reina del desierto, por lo que hace a la original, hasta Se buscan fulmontis en la adaptación hispana.

     Y, en fin, aunque no sea objeto de este comentario, conviene aprovechar la ocasión para resaltar de paso el protagonismo de sus actores en ese caudal al que nos referíamos al principio. Muy destacable fue, a nuestro juicio, la versión que hizo Jimmy Sommerville de la espléndida Never can say goodbye de Gaynor. Y, desde luego, no menos arrebatadora la que firmaran Loes Enemigos del Señora de Joan Manuel Serrat. Cerramos, pues, este episodio pletóricos de mutaciones, que es lo que al fin y al cabo solemos perseguir.

Publicado en genetikarockradio.com

martes, 20 de mayo de 2014

La plutocracia


     Mientras pasábamos meses, años debatiendo sobre la pérdida de calidad de nuestra democracia y tratando de reanimarla de su estado de postración, hete aquí que lo que nos ha nacido es la plutocracia. Es decir, en medio de la enfermedad y del desafecto, el demos ha sido sustituido por el plutos, el pueblo por la riqueza, y como si tal cosa lo que en origen fue una infección acabó por mutar en un nuevo sistema de gobierno, donde el poder lo ejercen sin ningún reparo quienes poseen las fuentes de riqueza.

     El mejor ejemplo de este nuevo modelo es el llamado Consejo Empresarial para la Competitividad, curiosamente un invento del Presidente Zapatero que ahora, como parte de una herencia sí deseada, exhibe el Presidente Rajoy. Uno y otro decidieron que, al margen de todas las organizaciones sociales que articulan la participación ciudadana en cualquier nivel, incluso al margen de la ninguneada CEOE, era mejor rodearse de los privilegiados bajo el pretexto de que sobre esa piedra se reconstruiría el país arruinado. Otro ejemplo pintoresco son los viajes del Rey, convertido en un agente comercial al servicio no casualmente de los mismos que se sientan en ese Consejo en cuestión, volando todos en amor y compañía, cuando el avión se lo permite, hacia ese nuevo El Dorado que son las monarquías corruptas y tiranas del Oriente.

     Por activa o por pasiva, esa veintena de hombres ricos son el auténtico gobierno español, tal y como lo ha demostrado uno de ellos al proponer para el futuro esa fórmula, tan poco democrática como muy conveniente para sus intereses, de la concentración bipartita. Sucederá así, no hay duda, por más que se demienta. No podemos olvidar que la plutocracia no se podría sostener sin el aparato financiero, empresarial, mediático y político que la sirve. Y en toda esa serie, el elemento político se ha demostrado precisamente como el más servil. Bastará con que nuestros votos favorezcan esa aritmética para que la democracia, como Cartago, vuelva a ser destruida.

Publicado en La Nueva Crónica, 20 mayo 2014

miércoles, 14 de mayo de 2014

El mapa del tiempo


     Cuentan que uno de los programas más vistos en cualquier cadena televisiva es el que se encarga de la información meteorológica. Las audiencias se disparan en esos momentos y sus productores exhiben todo tipo de herramientas visuales para captar más y más la atención. A su vez, los hombres y mujeres del tiempo, como actores de una gran superproducción, exhiben maneras y lenguajes que, de inmediato, se incorporan a nuestro existir. Por último, envueltos en esa gran turbulencia mediática y en las artes oscuras de la participación teledirigida, los mudos espectadores añadimos nuestro granito de arena con fotografías, tuits y otros recursos tecnológicos.

     En realidad no es nada nuevo. El refranero, como expresión arcaica de la voz popular, cuenta con un ancho capítulo de sentencias relacionadas con el devenir de los meteoros. Y, por su parte, el calendario zaragozano no ha dejado de tener adeptos a sus informaciones sobre esta materia, por más que poco científicas, desde mediado el siglo XIX. Todo esto sin necesidad de hacer referencia a métodos como las cabañuelas, la marmota u otras fórmulas curiosas y tradicionales en el arte de la predicción.

     Pero la novedad en estos tiempos es doble: la preocupación por lo que no preocupa en detrimento de lo que debiera preocupar y la necesidad de certezas sobre el futuro incierto.

     Destacaba el periodista Miguel Ángel Oliver en una conferencia que en su informativo de los fines de semana en Cuatro se hacía el seguimiento detallado de audiencia de todo cuanto en él se relataba y que dos materias, deporte y tiempo, elevaban los picos de seguimiento sin necesidad de ningún alarde especial. Para el resto de noticias, no importaba de qué tipo o contenidos, el índice se venía abajo si exceptuamos el capítulo inicial de titulares. Así pues, la conclusión es fácil de extraer, al menos por lo que hace a la información televisada, y a nadie extrañará que esas dos materias ocupen cada vez más un espacio mayor y cobren incluso una dimensión espectacular. De paso, sin saber lo que fue antes, si el huevo o la gallina, restamos importancia a lo importante y andamos por la vida con el mundo dibujado a base de titulares, de goles de la jornada y de un nudo de isobaras.

     Sería un mundo feliz para el pensamiento neoliberal si no fuera por la zozobra que el envés de esta evidencia nos descubre. Porque en el fondo, deportes aparte, el interés por el mapa del tiempo no es otra cosa que el interés por un futuro calculado, medido en predicciones aritméticas y definido de forma alegre y vistosa, incluso cuando se anuncian tormentas. Todos quisiéramos en verdad disponer de una bola de cristal que nos revelara el porvenir con precisión meteorológica, un anticiclón por aquí, una borrasca por allá, un frente ocluido por el otro lado y así sucesivamente. Es la necesidad de certezas la que alimenta el interés por ese mapa del tiempo tan cabal, no ya el anticipo del paraguas para el día siguiente o el tempero para las labores agrícolas. No se piense, pues, que es irrelevante este interés de las audiencias. Todo lo contrario, nos demuestra la naturaleza de la época poscontemporánea tan necesitada de algún tipo de asidero que nos permita adivinar lo que va a ser de nosotros. Por desgracia, ese futuro no lo definen ya ni la política ni la sabiduría académica. Se encargan de ello, como si tal cosa, los hombres y mujeres del tiempo. Benditos sean.

Publicado en Tam Tam Press, 14 mayo 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Jiménez / Bunbury


     Vivimos tiempos de hibridación, mixtura, mejunje y aleaciones varias. Ya apenas si nos quedan géneros puros. El cancionero, bien compartimentado en origen, es hoy un baúl revuelto donde todo cabe. A veces con éxito. A nadie extrañe, pues, que Bunbury se disfrace de José Alfredo Jiménez y que hasta quede bien.

     El caso es que no nos quedan etiquetas. Las mezclas han acabado por disolver el diccionario, que en la actualidad es un jarabe tan suculento a veces como empalagoso otras, según se mire. O según se escuche, que es lo que aquí nos interesa.

     Bunbury, en la prehistoria, resultó ser un joven épico con ansia de trascender. Con sus colegas de grupo iluminado, cantaba canciones cuyas letras no había quien entendiera pero sonaban completas y bien cerradas. En cualquier caso, le merecieron fama y fortuna, lo cual no es poca cosa al precio que está la una y la otra. Luego, se hizo solitario, peripatético y se vistió de dandy. Finalmente, México –con x, como le gusta decir a él- le arrebató y descubrió su alma a medio camino entre el mariachi y el narco-corrido.

     José Alfredo Jiménez era de otra pasta, aunque seguramente podríamos identificarles en algunos elementos comunes. Dueño como nadie de las claves de la ranchera y del corrido, compuso canciones de esas que se dicen para toda la eternidad. De hecho, muchas de ellas han saltado de voz en voz, de intérprete en intérprete en cientos de recreaciones y ecos que alcanzan hasta nuestros días. Eso sí, él no iba de trascendente; el alcohol y la juerga eran todo su mundo, y de ellos se nutría para inventar historias abrasadoras de sufrir, de sufrir y de sufrir.

     No necesariamente El jinete es la más desoladora, pero reúne todos los tópicos para ser reconocida como grandioso ejemplo del sentimentalismo mejicano exportado al resto de la humanidad. Sólo le falta una balasera. La escribió para que Jorge Negrete la lanzase al universo, por donde todavía anda vagando como el alma en pena de su protagonista. Probablemente, en una de esas circunvoluciones se la encontró el bueno de Bunbury mientras daba vueltas alrededor de sí mismo en pos de la pose perfecta. Y le vino bien. Con ella cerró un concierto magnífico que se editó en disco en el año 2000 con el título «Pequeño cabaret ambulante». Recomendable todo él, su remate, esta canción de que hablamos, es la quintaesencia del cantante aragonés. Lo demás son ganas de chingar.

Publicado en genetikarockradio.com, 12 mayo 2014

jueves, 8 de mayo de 2014

Manifestación 1 mayo 2014

Discurso de cierre de la manifestación del 1 de mayo de 2014 en la Plaza Mayor de León: https://www.youtube.com/watch?v=0rh3birttQY

martes, 6 de mayo de 2014

El foco laboral


     Con resaca todavía por la última Encuesta de Población Activa y por las manifestaciones del 1º de mayo, quedan aún datos en el aire que merecen una reflexión más. Sobre todo porque en esas fechas recientes hemos atendido sólo –no podía ser de otro modo- a las cifras nacionales y locales. Pero hay una realidad más allá que conviene tener muy presente en este puzzle mundial tan interrelacionado.

Cuenta un informe de la Organización Internacional del Trabajo sobre tendencias mundiales que el desempleo en todo el planeta en 2013 llegó a ser de casi 202 millones de personas, 5 millones más que el año anterior, con una tasa de desempleo del 6%. Del total de personas paradas, unas 74,5 millones son menores de 25 años, lo que supone una tasa de desempleo juvenil a nivel mundial que representa más del 13% –el doble de la tasa de desempleo global-, y de casi una cuarta parte si extendemos la edad hasta los 29 años. Según la OIT, ha crecido el número de trabajadores y trabajadoras pobres: en el mundo hay 839 millones de personas que viven con menos de 1,5 euros al día, un 26,7% del total.

A veces, casi siempre, es muy oportuno ampliar el foco de las fotografías para observar mejor nuestra realidad. Sin duda, el informe citado es una manera de relativizar muchos detalles de cuanto en un primer plano consideramos como una imagen fija, con sus perspectivas, sus claroscuros y sus decorados. Resulta evidente de esta forma que el empleo no debe ser sólo una prioridad nacional, que lo es, sino que tiene carácter mundial. Y que, o el problema se aborda desde ámbitos generales, o valdrán de poco las soluciones particulares. De hecho, a la escasez de trabajo se le unirá de inmediato el potencial de esa masa desempleada y la tormenta ya no será ni pasajera ni cíclica. Podemos estar a las puertas de un verdadero cambio climático en materia laboral.

Visto así, seguramente el jolgorio gubernamental tiene todavía menos razón de ser. Mejor dicho, no tiene ninguna ni siquiera con el foco reducido.

Publicado en La Nueva Crónica, 6 mayo 2014

jueves, 1 de mayo de 2014

2014: Sin empleo de calidad no hay recuperación


     Mayo de 2014 irrumpe en el calendario con dos visiones de la realidad enfrentadas. De un lado, en buena parte por ser tiempo pre-electoral, las propagandas y otros optimismos oficiales pregonan el fin de todos los males. De otro, la obstinada realidad cotidiana persiste en mostrar un rostro mucho más escéptico y una tonalidad bastante más oscura. Posiblemente, como suele ocurrir, ni una ni otra visión expresen la verdad completa y sea aconsejable una mínima reflexión para armarse de argumentos en el Día del Trabajo.

     Este año CCOO y UGT saldremos a las calles de las ciudades españolas bajo el lema “Sin empleo de calidad no hay recuperación”. Es decir, no negamos que existan datos sobre los que apoyar una tendencia menos desfavorable que la de los últimos tiempos de absoluta desolación. Sin embargo, se trata de magnitudes no perceptibles en la distancia corta, que es en la que se mueve la mayor parte de la ciudadanía. Ni los índices bursátiles, ni el precio del bono, ni el interés de la deuda, ni el fluir de las exportaciones son asuntos que se sientan en la inmediatez. Por el contrario, la caída libre de los salarios, la agonía de los convenios colectivos o el enorme volumen de expedientes de regulación sí son materias sentidas y sufridas de un modo persistente. Convendría, pues, ejercer una mínima pedagogía más pegada a la realidad y evitar euforias engañosas como las que suelen protagonizar los miembros del Gobierno.

     El empleo, por ejemplo, es una de esas cuestiones en controversia. Presume el Ejecutivo de los datos que arrojan en los meses últimos las oficinas de desempleo, pero se da de bruces inevitablemente con la contundencia de las cifras de le Encuesta de Población Activa. El resultado de una y otra estadística sigue siendo muy grave: nuestra población activa disminuye y muchos desempleados o se van o desisten por desesperación de apuntarse en cualquier registro. Y de entre los afortunados que encuentran un empleo, por lo cual nos felicitamos, dudosamente conseguirán levantar con él un proyecto de vida o reemprender la que había quedado entre paréntesis. Eso es lo que se puede deducir de una tasa de temporalidad del 21% y del notable aumento de contratos temporales y a tiempo muy parcial. Todo esto sin olvidar que la protección a los desempleados se ha reducido en más de 20 puntos desde 2010, que la inversión en políticas activas ha disminuido el 52% desde 2011 y que en 687.000 hogares españoles no se percibe ningún ingreso.

     La provincia de León es un lamentable ejemplo de todas esas estadísticas. Situada en la cola en tasa de actividad, sólo despunta en pérdida de población, una doble figura que nos estrangula en el presente y que lo hará en el futuro. Es además una provincia donde más del 45% de su población vive en familias con ingresos menores a 12.000 euros; es decir, que algo más de 200.000 personas viven con menos de 1.000 euros al mes. Y mucho más dramático aún es el dato que refleja que más de 21.600 personas viven sin ingresos. Estamos por tanto ante un universo pobre, envejecido y pensionado, que por otra parte recibe cada vez peores servicios públicos puesto que, junto a otros recortes, la provincia ha padecido un descenso de empleo público que llega a los 1.729 en los dos últimos años.

     Por todas estas razones, estamos convencidos de que un crecimiento sin empleo de calidad no es recuperación, ni se mejoran las condiciones de vida de la mayoría de la población ni se generan ingresos públicos suficientes. Para tal fin, creemos que es necesario un gran acuerdo que integre a las formaciones políticas y a los interlocutores sociales para promover de verdad el empleo y la reactivación de la vida económica basada en la igualdad y en la cohesión social. Esa cohesión social debería llevarnos a más y mejor democracia.

     Son, como hemos dicho, tiempos pre-electorales. Los trabajadores y trabajadoras aprovecharemos también este 1º de mayo para reclamar un cambio de políticas en el espacio europeo. Demostrados los fracasos de la austeridad y el sacrificio, incluso reconocidos por sus propios impulsores, es el momento de modificar el rumbo. La Confederación Europea de Sindicatos, de la que formamos parte, ha propuesto recientemente un plan de inversiones como alternativa con el objetivo de inversión anual del 2% del PIB europeo durante diez años para que Europa vuelva a la senda del crecimiento económico sostenible y de la creación de empleo. Un plan importante para la recuperación económica, cuya puesta en marcha permitiría crear 11 millones de puestos de trabajo, así como poner fin a los recortes en el gasto público, aumentar los salarios y reforzar las prestaciones y redes de protección social, muy especialmente para las personas que más están sufriendo los efectos de la crisis. Todo esto está también en juego el próximo 25 de mayo.

Publicado en Diario de León, 1 mayo 2014