Blog de Ignacio Fernández

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sábado, 30 de agosto de 2014

Clash / Kortatu


     Vale, reconozcámoslo: quisimos ser revoltosos. Hasta cierto punto, por lo menos. Y tuvimos nuestros modelos musicales para ello. A unos les dio por la senda de Los Chichos y la épica del Vaquilla. A otros, mejor catequizados seguramente, nos sedujo el punk inglés y sus muchas secuelas. Y fue precisamente en los Clash en quienes durante una época quisimos reencarnarnos. Luego se nos curó.

     El caso es que los Clash nos atrajeron siempre, mucho más que otros grupos tan o más emblemáticos. Debió de ser porque sus espontaneidades no se quedaban en eso sólo, sino que se intuía un mayor trabajo. También, probablemente, porque sus canciones iban bastante más allá de ripios graciosos o posturas desafiantes, tenían intención. Incluso porque había elaboración musical, eso que llaman concepto, en lugar de simples acordes enlazados con o sin fortuna. O tal vez por todo lo contrario, qué importa ahora, a quién tenemos que dar explicaciones que no sea a nosotros mismos.

     De su álbum de 1979, «London calling», el más señalado sin duda y no sin razón, el de la portada estelar, elegimos un cantable modesto, Jimmy Jazz, a pesar de que fueran otros los que encabezaron la gloria, también con razón. Es una canción narrativa, la crónica de un personaje, la generación de un mito menor, como todos los que acababan siendo susceptibles de cierta idolatría en el mundo del rock & roll, ya se llamasen Jimmy Jazz, Johnny B. Goode o [Hey] Joe. Entre tantos mensajes sobre desempleo, sobre conflictos raciales y sobre drogas que llenaban el resto del repertorio, de repente esta historia colateral lo resumía todo y permitía inventarlo todo. De ahí, pues, su recuperación en este espacio.

     Pero también, claro, porque el grupo vasco Kortatu la recogió para su propio catálogo, tal y como habían hecho con otras influencias de los propios Clash. Fue en 1985, en su primer álbum de estudio. Allí aparecía una versión en castellano y decididamente skatalítica de Jimmy Jazz, bien arreglada en su texto para una realidad nada británica, sino más de aquí. Con ellos, con La Polla Récords, con Barricada y con otros grupos del norte conocimos también otro acento del famoso conflicto vasco de una manera bastante más seria que lo que da de sí hoy en día el crucigrama ñoño a base de ocho apellidos. Nos curtió la música y nos lavó los prejuicios mucho más que lo pueda hacer en la actualidad ese cine de éxito masivo.

     Así que nada, aquí quedan esas crónicas de antihéroes, que es lo máximo a lo que pudimos aspirar cuando quisimos ser revoltosos.

Publicado en genetikarockradio.com, 2 septiembre 2014 

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