Blog de Ignacio Fernández

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miércoles, 15 de octubre de 2014

Dinarama / Deluxe / Fangoria


     La creatividad incuestionable del pop español de los ochenta se prolonga de cuando en cuando gracias a reediciones con afán nostálgico, pero también con la recreación de algunos himnos que los convierte en imperecederos. Por esa vía saltan épocas o estilos, e incluso se reinterpretan a la luz de los nuevos tiempos, no siempre espléndidos.

     De hecho, algo que advertimos al comparar, lo que no deja de ser una estupidez, es que, al lado de la fiebre creativa, existía entonces una intención de divertimento que dudosamente encontramos en la actualidad. Las canciones y los grupos son en esta nueva edad demasiado serios, crípticos incluso. No es raro que el inglés sea en muchos casos su idioma, que no su lengua materna ni la de sus audiencias. Es como si la intención comunicativa hubiese sido sustituida por la melódica sin más. No es bueno ni es malo, pero en muchos casos es más aburrido.

     Perlas ensangrentadas es un buen ejemplo de cuanto decimos. Nació con Dinarama en 1983, como parte de su álbum «Canciones Profanas», cuando ya los Pegamoides habían saltado por los aires y se había depurado, por fortuna, su espontaneidad más grosera. Era una canción redonda, cuyo relato se acomodaba perfectamente a la narrativa del vídeo-clip naciente por entonces, que encumbró para siempre la firma de Carlos Berlanga. Escribe sobre ella Raúl Alonso: “hay canciones que emocionan sin por ello querer decir que sean conmovedoras. Simplemente tocan algún hilo imperceptible que pende de nosotros con conexión directa a lo más hondo de uno mismo, como si la banda sonora de nuestras vidas formase parte del propio tejido. Perlas ensangrentadas es una de ellas”.

     Deluxe, una marca de otra hornada, y Xoel López, un músico de altura parecida a la de Berlanga, se encaprichó de esa canción, se la apropió para demostrar su condición perenne y le dio por interpretarla en directo. Hay en ella ya otros acentos y otros desgarros, pero no deja de ser una interpretación adecuada a los nuevos tiempos, mucho más severos, bastante menos alegres. Pero no pierde ni un ápice de energía ni de gusto. Lo mismo que quiso hacer probablemente Fangoria, otra marca del antiguo linaje, sabedores sus líderes, Alaska y Nacho Canut, de que no todo había terminado con el supuesto fin de la historia pregonado por Fukuyama. En este caso la electrónica bailable tampoco desdice del pentagrama original, por más que algunas actuaciones suyas (como la del vídeo que acompañamos) se parezcan bastante poco al espíritu que en su día animó a la pareja y a otros con ella. También ése es el signo de los tiempos, sin duda.

     De todos modos, nunca está de más volver sobre los himnos gloriosos, sobre todo sin no tienen tono bélico ni sirven para levantar fronteras. Bastante necesitados estamos de aquellos aires.


Publicado en genetikarockradio.com, 16 octubre 2014

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