Blog de Ignacio Fernández

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martes, 16 de diciembre de 2014

El final de la crisis


     Contra la opinión del oráculo gubernamental (Rajoy dixit: “la crisis es historia del pasado”), son abundantes las cifras y las realidades cotidianas que más bien confirman lo contrario. La crisis vino y no se irá, seguirá con nosotros largo tiempo. Estima, por ejemplo, el gabinete de estudios del BBVA que al acabar la crisis (ellos apuntan hacia 2020) habrá en España un desempleo estructural del 18%: cuatro millones de personas activas sin trabajo; a las que habrá que sumar, naturalmente, todas aquellas que hayan emigrado y que no regresarán ni a corto ni a medio plazo. Aun así, el gran banco se atreve a utilizar la misma terminología del Gobierno, aunque diferida en el tiempo, lo cual no deja de ser un atrevimiento ante el dibujo que trazan.

     Porque no se trata ya sólo del paro estructural enorme. Es que el futuro pasa también por el subempleo: piénsese que el 31 de octubre de 2014 tan sólo un 37% de trabajadores cotizantes a la Seguridad Social tenía en España un contrato de trabajo indefinido y a tiempo completo. ¿Cuántos serán en 2020? ¿Y en 2030? ¿Cómo repercutirán esas magnitudes sobre la Seguridad Social y su expresión directa, el sistema de pensiones?

     Lo que intenta el Presidente del Gobierno es contagiar un optimismo ideal, lo mismo que le llevó a su predecesor a negar la realidad que le aplastaba. Los dos han elegido la irrealidad para construir país, lo cual es una auténtica temeridad. Tanto que algunos ciertamente se dejan llevar por la ola expansiva como si tal cosa. Veamos: en el primer semestre de 2014 los hogares españoles sufrieron una caída de su renta disponible cercana al 2% y sin embargo el consumo aumentó el 3%. ¿Cómo es posible que con menos ingresos se gaste más? Evidentemente, a costa del ahorro, que se desplomó más del 35% en ese periodo.

     Esto, como se puede deducir, no es una recuperación ni el final de una crisis ni un cambio de ciclo positivo ni siquiera una milonga complaciente. Sencillamente, es el resultado de haberse fumado los brotes verdes.

Publicado en La Nueva Crónica, 16 diciembre 2014

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