Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 29 de diciembre de 2015

Siniestra recuperación

     Seguimos rastreando en páginas oficiales a la búsqueda de nuestra realidad menos propagandística y nos detenemos una vez más en la web del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, donde, como en ocasiones anteriores, volvemos a descubrir informaciones más que relevantes. El turno le corresponde ahora a la siniestralidad laboral.

     El balance de los diez primeros meses del año, hasta donde llega el cómputo oficial, es más que desalentador. A simple vista, continúa el incremento notable y generalizado de accidentes de trabajo respecto al mismo periodo del año 2014, destacando el aumento en un 12,5% de los accidentes mortales en jornada de trabajo, y el número de trabajadores que han perdido la vida en ese periodo alcanza ya la cifra de 511. Toda una barbaridad que también se observa en el ámbito local, por más que sea éste un espacio en franca decadencia. Así, en la provincia de León, entre los meses de octubre de 2014 y 2015, el número de fallecidos fue de 5 frente a 2 en el periodo equivalente anterior, y el aumento de accidentes llegó hasta el 6’39%.

     Son otras muestras no publicitadas de que la recuperación existe, sí, aunque se trata más bien de una recuperación siniestra y desigual. Lo primero porque las crisis y las reformas han ocasionado un inquietante descenso de atención en todo lo que se refiere a prevención y un incremento simultáneo de la temeridad motivada por el presentismo forzado. Lo segundo porque la brecha de la desigualdad, motivada por las mismas causas, tiene expresión allá donde se mire, no importa la materia, los protagonistas o la geografía. Por ese motivo la provincia de León ofrece datos menos graves, precisamente porque su actividad es mucho menor y se distancia cada vez más del ritmo general del país.

     Así que, frente a lo no escuchado en la campaña electoral, bueno será que el nuevo Gobierno acometa, también en esto, un cambio de rumbo en las políticas preventivas que nos permita frenar una situación de auténtica categoría de alerta sanitaria.

Publicado en La Nueva Crónica, 29 diciembre 2015

martes, 22 de diciembre de 2015

Más polvo que paja

     Conviene comparar las emociones que vivimos los habitantes de la vieja Europa durante el pasado verano a causa de la crisis de los refugiados con la actualidad hostil de este fin de año. Entonces hubo manifestaciones, amplios gestos de solidaridad general, brazos abiertos… y hasta Angela Merkel pareció una madre coraje. Hoy, si repasamos solo los titulares de un diario nacional aparecidos en los primeros días del mes de diciembre, encontraremos la siguiente retahíla penosa: la UE ofrece más dinero a África para que contenga la inmigración; el sueño europeo se ha desvanecido; Eslovenia empieza a construir barreras en la frontera con Croacia; miles de personas quedan varadas en la frontera entre Macedonia y Grecia; la ONU alerta de la falta de atención a la salud de las refugiadas; la UE plantea ampliar a dos años los controles en sus fronteras interiores; Turquía detiene a 1.400 migrantes tras la firma del acuerdo con la UE. Y así sucesivamente.

     Cabe preguntarse, pues, por lo que ha ocurrido en ese tránsito temporal para que el paisaje humano se haya modificado de un modo tan notable y, seguramente, todos podremos enunciar algunas claves de dicho cambio: que si el terrorismo, que si la avalancha, que si la limitada capacidad de acogida, que si el control de las fronteras… Lo que sea, sobrarán razones para explicar lo sucedido cuando ya alguien había decidido convertir una tragedia humana en una parodia al estilo de lo que filmó Luis García Berlanga en su película Plácido allá por 1961: donde entonces se trataba de sentar un pobre en la mesa navideña, todos quisimos ahora compartir nuestra vida con un sirio. Digo sirios porque ésa fue la primera criba que propusieron los poderes para ordenar el tráfico de masas, no valía cualquier cosa y mucho menos si se trataba de un migrante normal y corriente, sin pedigrí y sin carga bélica para lavar nuestras conciencias. Aunque al final ni sirios.

     Por eso, de un modo berlanguiano, podríamos concluir que el resultado de la catástrofe ha producido mucho más polvo que paja y, desde luego, mucho más que grano, aludiendo a la expresión referida a la tarea de aventar el cereal y trillarlo en la era. Se separaba entonces el grano –lo útil, lo valioso- de la paja –lo inútil, lo superficial- y el polvo era el acompañante incómodo de esa labor. Nosotros, los europeos y europeas, nos hemos perdido una vez más en el polvo y nos hemos quedado tan anchos mientras el drama continúa bien alejado, intencionadamente alejado, del primer plano.

     Pero he aquí que otras noticias simultáneas deberían movernos de nuevo a la reflexión. Por ejemplo, la que nos advierte de que España ha batido el récord en emigración desde el inicio de la crisis a pesar de la supuesta recuperación económica: en el primer semestre de este año más de 50.000 españoles y españolas se han ido al extranjero, un 30% más que en 2014. Y es que todos en cierta manera somos refugiados en busca de algún refugio, no importa si las guerras que nos llevan y nos traen son de naturaleza armada o financiera, si los movimientos se producen por represión política o por asfixia climática, si somos hijos o hijas de la miseria o de la locura. Lo que está claro es que somos, todos, mucho más que polvo y mucho más que paja, que es el máximo valor que la Unión Europea ha concedido a los refugiados y a los migrantes, tanto da.

     Sea como fuere, lo mismo que la ciudadanía se situó por delante de los estados hace meses, así acaba de ocurrir ahora con la representación sindical, patronal y de otras organizaciones civiles que forman parte del Comité Económico y Social Europeo (CESE) que acaba de superar también a los gobiernos. En su seno y con enorme mayoría se ha llevado a cabo otra importante labor de trilla en cuanto a qué se debe considerar país de origen seguro para otorgar el status de refugiado. Y se dice en el dictamen que, entre otros criterios, deberá garantizarse en ellos el pleno respeto de todos los Derechos Humanos, incluidos el respeto y la protección a la igualdad de género, de los colectivos LGTBI y de las minoría étnicas o culturales. Es dudoso, por tanto, que se puedan considerar seguros, tal y como pretende la Comisión Europea, países como Kosovo, Albania, Turquía, Serbia, Bosnia, Montenegro y Macedonia  El CESE aprobó también a mediados de este mes una resolución sobre la crisis de los refugiados en la que se vuelve a defender la necesidad de cumplir la legislación internacional que obliga a la acogida y de adoptar urgentemente una posición común de la UE que incluya la redistribución de los refugiados por países.

     Son noticias de interés sobre un asunto que no debe ni puede perder actualidad, a pesar de que ya no llame la atención de los medios de comunicación. Y son tareas destacables que nos acercan mucho más al grano que a la paja y al polvo con los que se envolvió la crisis y se le permitió luego diluirse a medida que fueron progresando posiciones profundamente reaccionarias, cuando no xenófobas o racistas, en el ánimo de los gobiernos.

Publicado en Diario de León, 22 diciembre 2015

martes, 15 de diciembre de 2015

La delación

     La acción de delatar tiene mucho que ver con el chisme, la traición, el soplo e ir con el cuento a alguien. Lo mismo que el delator está emparentado con el chivato, el acusica y el soplón. Así lo describe el Diccionario de María Moliner, donde dicha entrada, aparte de su estricta definición, aparece cargada de connotaciones más bien negativas y despreciables.

     Sin embargo, la delación ha vuelto a ponerse de moda en esta España de costumbres rancias y filas prietas, animada por un Gobierno experto en ocurrencias y mala leche. Impulsado por unos contextos más que adversos que le sirven de coartada, no ha dudado en reavivar en nosotros las maneras guerracivilistas a la par que nos va convirtiendo a todos en sospechosos o en espías. Así procedió el Ministerio de Empleo y Seguridad Social con su Buzón de lucha contra el fraude laboral donde, bajo el absoluto anonimato, podías sacarle los colores a un vecino jubilado que seguía con sus chapuzas en el pueblo. Con ese mismo sistema, ahora podemos también sumarnos a la campaña Stop Radicalismos promovida por el Ministerio del Interior y, gracias a nuestro sano juicio y mejor olfato, identificar a individuos con pinta radical (a saber). Todo ello, naturalmente, con el soporte oficial y desde las propias páginas web gubernamentales. Limpio y radiante comportamiento cívico.

     En suma, que no contentos con todos los mecanismos de control, vigilancia y observación indiscriminada de la ciudadanía, no satisfechos con cámaras, radares, pinchazos telefónicos, tráfico de datos y otros rastros digitales o analógicos, no lo bastante sonrojados por los casos Assange, Snowden y Falciani, los gobiernos han decidido metamorfosear a sus súbditos en presuntos delincuentes o en presuntos policías y transformarnos en actores de un más que peligroso juego de acecho e insidia. O lo que viene a ser lo mismo: el simple ojo orwelliano mutado en compuesto ojo de insecto con infinitas unidades receptivas para que nada escape al examen del Big Brother.

Publicado en La Nueva Crónica, 15 diciembre 2015

martes, 8 de diciembre de 2015

Esas galaxias

A nadie debe extrañar el enésimo retorno de la saga galáctica que nos invadirá durante este fin de año con todo su despliegue publicitario y comercial. No es un hecho aislado, sino que se inscribe en una renovada forma de mirar al universo bien distinta de la que nuestros ojos alumbraban allá por 1977, cuando George Lucas firmó la primera entrega. Agotado entonces el Programa Apolo como buque insignia de la colonización lunar, otras crisis económicas anteriores a la actual pusieron muy en cuestión el gasto que se efectuaba en las aventuras espaciales y toda aquella odisea, sustituida por iniciativas menos espectaculares, se convirtió en melancolía o en romanticismo. Triunfó, por continuar con el ejemplo cinematográfico, el espíritu de ET o de Encuentros en la tercera fase: en lugar de viajar al exterior, era éste el que venía a nosotros de un modo mucho más barato y familiar.

Mas, como hemos dicho, no fue el fin ni muchos menos de esa tendencia tan humana que nos anima a conquistar el espacio, ya sea con un telescopio rudimentario, ya sea con un invento robotizado. Y ocurrió entonces, tránsito entre centurias, algo muy propio de la fiebre romántica: fuera por simple casualidad o por intención oculta de las agencias de noticias, coincidiendo con las fechas que servían de puente interanual y sólo con ésas, quizá por un sentido apocalíptico o iniciático, los medios de comunicación solían llenarse de galaxias recién descubiertas, de satélites en fuga, de exoplanetas y de agujeros muy negros. Todo era misterioso y narrado como sin atractivo, de un modo más que rutinario, donde sólo se salvaban algunos nombres sugerentes de las sondas espaciales Voyager y Pioner o del robot marciano Opportunity.

Sin embargo, todo ha vuelto a transformarse a medida que hemos ido cayendo en esta edad poscontemporánea. Tal vez sea a causa del efecto psicológico de todas las crisis que nos agobian y que nos llevan a buscar respuestas más allá de lo cotidiano en una fe fundamentalista, en una aldea desconectada o en la basura espacial que cae sobre los campos españoles como un  maná achatarrado. O tal vez sea, con mucha mayor probabilidad, que el planeta se agota y no queda otro remedio que volver a mirar al universo con afán de supervivencia, guiados en unas ocasiones por la voz metálica de Stephen Hawking y en otras por la cámara de Ridley Scott como en The Martian. El caso es que de nuevo todo ha vuelto a sufrir un giro copernicano y tornamos a hacer de ese más allá una realidad al alcance de la mano o del sueño, según convenga. Así, un grupo de científicos de Teruel, ahí al lado, han conseguido identificar nada menos que la materia visible escondida y perdida desde el Big Bang; así también, las redes se pueblan de iniciativas y apoyos para dar el nombre de Cervantes y de toda su troupe a un conjunto de estrellas; y así, por último, en esta incompleta enumeración de cuanto nos sucede, hace apenas un par de años, después de otros cuatro de observación, nos dejó boquiabiertos una estrella, a 1.500 años luz de nosotros y oficialmente designada KIC 8462852, que podría albergar una civilización tan desarrollada que habría construido una especie de huerto solar espacial de dimensiones cósmicas.

Es la mirada mágica o mítica la que se ha impuesto al fin sobre aquella otra de pura ciencia-ficción o la estrictamente romántica. Y, puesto que todo es escepticismo, no nos queda otro remedio que acudir a la magia o al mito, porque al cabo también en materia científica somos incrédulos o austeros. Eso sí, a pesar de las crisis de todo tipo, al contrario de lo que ocurrió en la década de los años setenta, ahora nadie cuestiona las noticias del universo. Será también necesidad de creer.
Publicado en Tam Tam Press, 8 diciembre 2015

martes, 1 de diciembre de 2015

Precariedad y pobreza

     
     De los informes oficiales se puede extraer siempre una imagen de la realidad que casi nada tiene que ver con la propaganda oficial u oficializada. Lo que ocurre es que esta última es mucho más poderosa y publicada que aquéllos, por lo general poco difundidos y mal trillados, convertidos al fin en un mar de cifras que obligan a su interpretación.

     El último que hemos conocido es el de la Agencia Tributaria relativo al Mercado de trabajo y pensiones en la fuentes tributarias del año 2014. Es interesante, pues en él se recogen los ingresos declarados por rentas laborales, es decir, salarios, pensiones y prestaciones por desempleo (aunque es una lástima que no se incluyan las rentas de los autónomos). Por lo que hace a Castilla y León, hemos sabido así que son 1.569.226 las personas declarantes por esta vía, con una media de ingresos por persona y año de 16.813 €, lo que viene a ser el 98% de la media total española. Y hemos sabido también que la retribución salarial media fue de 20.648 €; la de las pensiones, 13.794 €; y la de las prestaciones, 4.786 €. Elocuentes cantidades.

     De interés también resulta conocer que las percepciones por persona nos indican cuántos empresarios ha tenido de media cada trabajador o trabajadora en el año, para hacernos una idea de la mayor o menor precariedad laboral. Pues bien, esa media es 1’27, lo cual quiere decir que pocos, muy pocos, tuvieron un solo empleador y un solo empleo en 2014.

     Y, por último, clasificados los asalariados por tramos de salarios, descubrimos  que el bloque mayor (184.190 personas) es el que cobra menos del 0’5 del SMI, el nivel más bajo de la tabla. De otro modo: junto a la precariedad, pobreza. Pero, entre los pensionistas, el bloque más amplio es el que se sitúa entre el 1 y el 1’5 del SMI. Así que preguntémonos: con los salarios anteriores, ¿por cuánto tiempo se mantendrá esta anómala situación en la que los pensionistas reciben más ingresos que los activos? ¿Qué pensiones tendrán esos parias? ¿Habrá pensiones?

Publicado en La Nueva Crónica, 1 diciembre 2015

martes, 24 de noviembre de 2015

O tempora, o mores

     Pues no, no se trata del tiempo de los moros, como mal traducía la exclamación ciceroniana un estudiante de bachillerato y así se recogía en una de aquellas antiguas antologías del disparate. Aunque, con toda franqueza, tampoco estamos lejos del desvarío y de la contradicción cuando de tiempos y costumbres tratamos en esta edad disparatada.

     Porque, como bien podría sentenciar el ilustre intelectual y orador don Mariano Rajoy, una hora es una hora y un minuto es un minuto. O tal vez no, según la misma oratoria alejada del modelo de Cicerón. En esas cuestiones andamos metidos de nuevo y no son fáciles de resolver en el actual reino de lo indefinido. Ni los relojeros suizos ni el Apple Watch nos proporcionan muchas pistas, más allá de lo que enuncia el catedrático de Filosofía Política y Social Daniel Innerarity: “La palabra futuro nos evoca algo inmediato, lo que tarda en caducar nuestro iPhone, un año y medio más o menos”. O lo que dura un viaje del AVE con cualquier origen y destino, puesto que al cabo las distancias no son hoy más que duración del viaje: el mapa sustituido por el cronómetro.

     O tal vez no, decimos y diría Rajoy, porque también eso del tiempo es relativo. Desde luego, no es lo mismo la gran magnitud temporal, por más que achicada, que los usos temporales cotidianos. Estos, al contrario que aquélla, tienden a extenderse casi hasta lo insoportable. Sobre todo en la medida de la jornada laboral. Es curioso, cuando casi todo el mundo a finales del siglo XX pensaba en el porvenir como la edad del ocio, aparece la que fuera Directora de Planificación del Departamento de Estado del gran imperio, Anne-Marie Slaughter, y advierte: Para muchos estadounidenses, la vida se ha convertido en una competición permanente. Trabajadores de todo el espectro socioeconómico, desde camareras de hotel hasta cirujanos, cuentan cómo trabajan 12 y 16 horas diarias (muchas veces sin que les paguen las horas extra) y sufren ataques de ansiedad y agotamiento. Los expertos en salud pública han empezado a hablar de una epidemia de estrés”. Así que he aquí una nueva paradoja poscontemporánea: el presente o no dura nada o dura demasiado.

     Y resulta que tales expresiones temporales no sólo provocan angustia o vértigo individuales. Otra consecuencia perversa se produce sobre la vida social y política que, si bien se mira, también desasosiega. Lo deja ver en un comentario la cronista Esther Palomera: “Se confunde regeneración democrática con renovación estética y la moda impone la jubilación de todo aquél con memoria o experiencia”. Pareciera, pues, que el pasado no tiene cabida en esta nueva conjugación, que los pretéritos estorban sobre todo si son imperfectos y que no queda otra que aferrarse a la irregularidad verbal. Son costumbres y tiempos, podría decirse, y a cada tiempo su costumbre. Sin embargo, siendo así y no siendo extraño, algo perturba el panorama más de la cuenta. Es esa referencia a la moda, es decir, el énfasis sobre lo efímero, lo intercambiable y movedizo que no mantiene buena relación con las ideas sólidas y fundamentadas, con el pensamiento. Menos todavía en el ámbito político, donde se debiera exigir algo más que simples eslóganes o imágenes brillantes. Malos tiempos estos en ese sentido, donde, como también advierte Innerarity, “la lógica de la moda ha invadido la lógica política y lo que tenemos son productos de temporada”. ¡Ojo, que hay elecciones en el horizonte!
Publicado en Tam Tam Press, 24 noviembre 2015

martes, 17 de noviembre de 2015

Horarios y jornadas

Mientras en países más avanzados que el nuestro se exploran fórmulas para reducir el tiempo de trabajo que no suponen un descenso de la productividad, que permiten un reparto del empleo y que facilitan la conciliación de la vida laboral y personal y una mayor formación, en nuestro país, con altas tasas de desempleo, seguimos en un modelo de empleo con un gran volumen de horas extraordinarias, muchas de ellas no remuneradas, y con largas jornadas laborales. De ahí el contraste entre, de un lado, el exagerado optimismo con que el Gobierno celebra la disminución del desempleo y el incremento en los valores de las grandes cifras de la economía española durante el último año, y, de otro, la realidad en la que se mueve el grueso de la población trabajadora.

Así se deduce si se analizan algunos detalles de la Encuesta trimestral de costes laborales, elaborada por el INE, que suelen pasar bastante desapercibidos. Observaremos así algo que ya es más que común: la creciente precarización del mercado laboral, especialmente en nuestra Comunidad, ya que hay en ella más trabajadores a tiempo parcial que en España por término medio y además trabajan, de media, menos horas al mes. Advertiremos también que se continúa reduciendo el número de horas no trabajadas (vacaciones, licencias, enfermedad…) tanto en la media nacional como en la referida a nuestra Comunidad, lo cual demuestra la exageración en el discurso sobre el absentismo laboral. Y notaremos, en fin, que en Castilla y León el sector de actividad en donde se pagan más horas por trabajador y mes, por término medio, es Industria (164,7), seguido de Construcción (163,4) y de Servicios (142), sector en el que la contratación a tiempo parcial tiene mayor presencia. Pero, con todo, lo más preocupante que descubre la Encuesta es el aumento de la utilización de horas extraordinarias en unos momentos en que tantos miles de personas buscan empleo y en donde el peso de la contratación a tiempo parcial, como hemos dicho, sigue creciendo.

Publicado en La Nueva Crónica, 17 noviembre 2015

martes, 10 de noviembre de 2015

Perder el Norte


            Lo que siempre fue el Norte hoy se llama el Tropical. Nada es inmutable, desde luego, y mucho menos los bares, que no obstante han sido a lo largo de décadas una seña de  identidad ciudadana más que importante. Desde tiempos remotos, a la orilla del hoy desparecido paso a nivel del Crucero, se situaba un típico bar de barrio con solera, con humo y con partidas en la sobremesa. Se llamaba el Norte, quizá por la cercanía ferroviaria que hacia el norte cardinal orientaba sus raíles, del mismo modo que hay todavía un bar Ferroviario y otras referencias cercanas de ese estilo que tienden a la desaparición. En el caso que nos ocupa, se perdió primero la solera a la par que las costumbres han ido transformándose; luego le llegó el turno al humo, hace ahora una década, como consecuencia de leyes y de otros hábitos dicen que saludables; finalmente, no se sabe si fruto de todo lo anterior o porque sencillamente la gente se muere y es sustituida por otra gente, huyeron los naipes, las fichas de dominó y la algarabía que les servía de envoltorio. El bar languideció, como languideció el barrio todo y su identidad obrera tradicional. Ahora, después de varios episodios fracasados que mantuvieron su raíz a base de tapas de callos y cafés bien hechos, el local se ha actualizado definitivamente: ha pasado a llamarse el Tropical y a ser habitado casi en exclusiva por inmigrantes latinos con sus nuevas maneras a cuestas, sus ruidos, sus aromas, sus ritmos y sus sentimientos. Es otra identidad, como es otra, ya digo, la del entorno entero. Y otros son los tiempos.


     Porque en eso de perder el norte, el rumbo, la brújula, el oremus o la tramontana, que tanto da, tiene mucho que ver la idea de identidad mal entendida. Románticamente entendida podríamos decir, en lugar de hacerlo con lógica o con propiedad, que al cabo es lo que indica el dicho: apartarse del comportamiento considerado lógico. Sí, la estrella polar que indicaba el norte y que buscaban los antiguos marineros para orientarse sigue ahí, en la cola de la Osa Mayor, pero a nadie se le ocurriría en la actualidad acudir a ese procedimiento. El rumbo, bien lo sabemos, lo indican hoy las cartas náuticas y todos los instrumentos que las apoyan, pero sobre todo el radar, el GPS y otros sistemas electrónicos. Podemos sentir nostalgia del pasado y novelarlo, pero da igual: sin haber desaparecido del todo, por supuesto, la identidad del concepto navegación no puede ser ya la misma.

     Algo así sucede, está sucediendo, con las identidades nacionales. Por más que argumentemos con la lengua (una realidad más que evidente), con la bandera (sometida al efecto de la polilla y otras personalizaciones de lo simbólico) y con la historia (muy manipulable), el resultado acaba remitiendo necesariamente al sentimiento, es decir, a lo que no es lógica ni razón, y en ese caso la posibilidad de perder el norte es inmediata. Tanto monta el norte global español como el norte desconectado catalán. Y por eso mismo resulta tan difícil construir de un modo artificial nuevas identidades regionales, como ocurre en el caso de Castilla y León, porque sin sentimiento no hay lógica ni razón que valgan.

     Ahora bien, ni se gobiernan los sentimientos, pues nunca el romanticismo se sometió ni a dueño ni a señor y por eso mismo llama a la desobediencia de las leyes, ni los gobiernos pueden ser sentimentales sin más. No. Puesto que mutamos, y en este siglo a mayor velocidad que en ningún otro momento histórico anterior, lo que nos permite construir país, región, barrio o lo que sea es el acuerdo, es decir, la política, cuya ausencia ha resultado atroz en el proceso independentista, así en el lado de los unos como en el de los otros. Es el ejercicio de la política, con lógica y razón, lo que asegura la evolución de los pueblos, de las regiones, de las naciones o de lo que convengamos; a través de ella se anticipan los cambios y se actúa sobre ellos para resolver el conflicto de intereses; y con su intervención, en fin, se hace frente a la necesaria evolución de la identidad individual o colectiva, que es un proceso obligatoriamente cambiante, obligatoriamente sometido al diálogo y al pacto. Si no se asume esto, mejor apagar la luz y volver sobre la estrella polar o al siglo XIX como están haciendo muchos.

     Es la política, en suma, la que permitirá que convivan la memoria del Norte con la actualidad del Tropical y que lo hagan con salud en un mestizaje que ya forma parte indeleble de nuestro ser. Sur y norte van y vienen por esas cartas de navegación, se mezclan pero no se confunden, se alían para progresar y se respetan. Lo demás, por no ser más crudos, es barbarie y sentimentalismo trasnochado.
Publicado en Diario de León, 10 noviembre 2015

viernes, 6 de noviembre de 2015

Melodías electorales

Año electoral este que tiende a su fin: 2015, e incluso su preludio, quedará marcado en nuestras memorias como el año de todas las elecciones decisivas, participemos o no de sus resultados con jolgorio o consternación. Y en todos esos procesos vividos o por vivir, siempre, como un estribillo reiterativo, un mismo y tedioso comodín: el cambio. Pues bien, sobre esta misma carta múltiple, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, Moderato Cantábile se propone en este capítulo mejorar en lo posible esa banda sonora electoral, que normalmente no suele ser muy afortunada, y demostrar de paso que el cancionero sabe también de estos asuntos y nos los presenta con tonos nada  inocentes. Por tanto y para abrir boca, puesto que de cambios hablamos, ningún otro cantable puede ser más idóneo para nuestra entrada que el perenne The time the are a changin de Bob Dylan [https://www.youtube.com/watch?v=abGzxWuLQP8]: “El orden está / destiñéndose rápidamente. / Y el que ahora es el primero / será después el último, / porque los tiempos están cambiando”.

Y el caso es que para observar ese acento político con el que a veces se nutren las canciones no es necesario ni siquiera remontarse a otros tiempos en apariencia más comprometidos. No nos hace falta retroceder a los primeros tiempos de la transición para rescatar mensajes, a pesar de que alguna opción política novel haya optado por revivir en sus mítines (asambleas los llaman ahora) ciertos himnos gloriosos como el Canto a la libertad de José Antonio Labordeta [https://www.youtube.com/watch?v=HTykbu6dXhg] o L’estaca de Lluis Llach [https://www.youtube.com/watch?v=vNSKik-Tuv0]. Tampoco se necesita, ni mucho menos, escarbar en la rabia que tiñó años atrás el repertorio de algunas bandas airadas y contestatarias que no se deben pasar por alto, con muestras tan sobresalientes como Trabajando para dios de Def con Dos [https://www.youtube.com/watch?v=CKZb0P5IReI], Matar o morir de Decibelios [https://www.youtube.com/watch?v=RuhcpJL6ToM] o Danza de los nadie de Hechos contra el decoro [https://www.youtube.com/watch?v=pVgtTNoYsmg].

Todo lo contrario, tan llena está la olla en estos tiempos desolados que pos sí solos se bastan para alimentar la inspiración de un puñado de músicos actuales que, seguramente, ni se han escuchado ni se escucharán en las celebraciones electorales. Sin embargo, sus relatos responden a un sentir colectivo que con toda probabilidad está mucho más cerca de la realidad de los votantes que cuantos otros cantos de sirena se hayan entonado o se entonen por los profesionales del tinglado político. Merece la pena, pues, escucharlos con atención por si  llegamos a tiempo de deshacer algún entuerto y empujar sin tensión a quienes aún se refugian en el tendido de los indecisos.
Para empezar, el dinero y sus mercaderes es temática más que preferente a la hora de la inspiración. Así proceden, sin ningún disimulo, Marlango y Bunbury en Dinero [https://www.youtube.com/watch?v=7XuJbwvCpfc] y Quique González en Dónde está el dinero [https://www.youtube.com/watch?v=vmgZ51fYSok]. Otros prefieren fijar su atención en los individuos más o menos cínicos que nos gobiernan, en sus miserias o en sus soberbias, según se mire, tal y como se expresan los andaluces Pony Bravo en El político neoliberal [https://www.youtube.com/watch?v=-bwHRq62i_Y] y los gallegos Siniestro Total en Todopoderoso [https://www.youtube.com/watch?v=PjkAYnwXtDs]. Por último, un grupo de canciones todavía más amplio se erige en retratos de conjunto para describir escenas más o menos generales de las que nadie puede ser ajeno; así ocurre con la más que estremecedora Golpe maestro de Vetusta Morla [https://www.youtube.com/watch?v=l-RlhNUabZY&list=PLluH4rDv8ueFOb2ia2Eege0OXad7aYKDc&index=10], con la muy emotiva y estimulante La marcha de la bronca de Rojo Cancionero [https://www.youtube.com/watch?v=t66iFXZjP9Y&index=11&list=PLwTXmGwK6Z1yhGwkLy3cWQByMET462-Rk], con la agitadoramente rebelde Resistencia de Ska P [https://www.youtube.com/watch?v=axsHy0HJMAU] y con la más que honesta Vergüenza torera de Rosendo [https://www.youtube.com/watch?v=tXknadjX-kY].

Ésta es sólo una colección, incompleta, de canciones importantes que miran, sienten y cuentan la realidad que hoy las envuelve; que se sostienen sobre textos mucho más dignos que la ñoñería y el sentimentalismo adolescente con los que se llenan las radio-fórmulas y otros medios; que demuestran la vitalidad de la palabra en adecuada armonía con la música; y que nos recuerdan, en fin, aquel viejo poema de Gabriel Celaya donde se destacaba que “la poesía es un arma cargada de futuro” [http://www.elcultural.com/noticias/letras/La-poesia-es-un-arma-cargada-de-futuro/1440]. Ni son panfletos ni son cantos épicos sin más. Conviven perfectamente con otras inquietudes y otras maneras de ver el mundo. Simplemente no son canciones ciegas ni desarraigadas. Y, claro, casan mal, muy mal, con los himnos y fanfarrias de los actos electorales, con sus doctrinas tópicas y con sus protagonistas planos las más de las veces. Son un cancionero-guía para votantes espesos o para ciudadanas y ciudadanos despistados en un contexto más que adverso.

Y como quiera que la política debe ser mirada también con optimismo, precisamente para conseguir transformarla, hemos guardado para el cierre dos detalles cargados de encanto y de resonancias esperanzadoras, dos piezas imprescindibles que descubren actitud y confianza admirables. La francesa Zaz canta en Je veux https://www.youtube.com/watch?v=eMo2p70b4KA  algo más que un programa electoral: “Quiero amor, felicidad, buen humor, / no es vuestro dinero el que me hará feliz. / Yo lo que quiero es morir con el corazón en la mano”. Y Pedro Pastor, que visitó en febrero el Albéitar ante un dolorosamente escaso público, remata la faena con todo un disco tan fresco como entrañable titulado La vida plena,  de donde procede destacar en este caso la canción que lleva por nombre Viva la libertad [https://www.youtube.com/watch?v=HK9q5-939k4]. Como se ve y se escucha, hay partido.

Publicado en Saba 17, noviembre 2015

lunes, 2 de noviembre de 2015

Don Juan

     Día de Santos y Día de Difuntos. Un tiempo hubo, no hace tanto, en el que por estas fechas, puntual, se asomaba entre bambalinas la figura del Don Juan. Lo mismo que acudían los buñuelos a las mesas o las flores a los cementerios, también el mito formaba parte del escenario en esos días tenebrosos. Hasta la televisión, que ya es decir, le hacía hueco en su horario estelar, ese prime time que dicen ahora los entendidos.

     No ocurre así en este siglo de la información y del conocimiento, relegado el mito a alguna representación seguramente menor y sustituido en las carteleras por cualquier emisión perfectamente prescindible. Poco importa que esa figura haya atravesado nuestra cultura desde hace siglos y en las más variadas formas: teatro, música, novela, cine… Como poco importa también que su asunto eterno haya venido firmado por nombres gloriosos como Tirso de Molina, Zorrilla, Mozart, Molière, Torrente Ballester o Gonzalo Suárez entre otros. Al final las tradiciones duran lo que duran y de nada sirven todos esos avales. Es decir, que no son eternas ni mucho menos, por más que así se argumente cuando de la permanencia de los espectáculos y sacrificios taurinos se trata. No, no es la tradición lo que permanece, sino la banalidad y la sangre.

     No nos engañemos. Por más que se presuma de las generaciones mejor formadas (a saber en qué y para qué), lo que prevalece en la actual cultura española sobre todo y un poco menos en la universal es la adolescencia perpetua, el eco infantil y la monserga familiar. Y no hay mejor ejemplo de todo ello que esa fiesta boba de sustos y disfraces que se ha llevado por delante al Don Juan en un abrir y cerrar de ojos de calabaza, como se llevan por delante todo lo que pillan botellones, jolgorios y animales maltratados en nombre de la tradición y del comercio.

     No es de extrañar que el filósofo alemán Rüdiger Safransky sentencie que “hoy sólo un futbolista alcanzaría la fama de Goethe”. Por cierto, ¿sabe alguien en qué equipo juega ese tal Goethe?

Publicado en La Nueva Crónica, 3 noviembre 2015

martes, 20 de octubre de 2015

Desempleo y renta mínima

     Mientras algunos políticos bailan y otros ondean banderas, mientras crece el volumen de la propaganda y casi toda la ciudadanía aguarda de la convocatoria electoral un no se sabe qué, sugerimos desde aquí una mirada necesaria hacia las personas en especial dificultad y sobre uno de sus menguados alivios: la prestación por desempleo.

     Frente a mensajes que exaltan la gloria de la recuperación, conviene recordar que esas prestaciones constituyen, junto a la sanidad, la educación, la atención a la dependencia y las pensiones, uno de los pilares básicos del Estado Social. Así mismo, que todos esos pilares se han resquebrajado a lo largo de los últimos años por obra y gracias de las circunstancias, pero también por acción de los gobiernos. Y que tal deriva no parece frenarse a tenor de los Presupuestos Generales del Estado para 2016 elaborados por el actual Gobierno, donde se recoge una nueva reducción, esta vez casi del 22%, en la partida destinada a prestaciones por desempleo.

     Por otro lado, ¿qué sabemos acerca de la evolución de sus beneficiarios en la provincia leonesa? Su número ha decrecido, sí, desde 2009 a 2015, pasando de 20.899 a 17.969, aunque cabe resaltar que tal disminución es más de derecho que de hecho, pues se produjo sobre todo al hilo de las importantes modificaciones introducidas por el Gobierno en julio de 2012 para limitar gravemente ese tipo de prestaciones. Sabemos también que en tasa de cobertura sobre paro registrado se ha pasado por las mismas razones del 73’8 al 53%; y que el descenso conforme a la EPA ha sido del 62’4 al 41’6%. Finalmente, conocemos que sólo algo menos de la mitad de los beneficiarios lo son por la vía contributiva, mientras que la mayoría lo son por la asistencial; y que la cuantía media de las prestaciones contributivas se ha desplomado también en el mismo periodo de los 831 a los 763 €.

     Ése es, pues el panorama que nos anima a algunos a reclamar precisamente en estos momentos una renta mínima común y universal en todo el Estado.

Publicado en La Nueva Crónica, 20 octubre 2015

lunes, 12 de octubre de 2015

Amplitud de foco

     Nunca como en la actualidad hubo tantos individuos entregados a hacer fotografías de un modo compulsivo ni tantos ignorantes del arte o de la técnica fotográfica. Eso sí, todos se consideran artistas en algún sentido e incluso adoptan poses, lenguajes y actitudes de glorias de la imagen sin importar hasta dónde llega o no llega su conocimiento. Es el peaje de la tecnología universalizada, claro, y del atrevimiento tan de esta época. Son motivos suficientes para solicitar a quien corresponda que, junto a los artilugios para recoger imágenes, añadan un mínimo prospecto con fundamentos y con recetas de modestia. Más cierta dosis de respeto.

     Sería muy útil y sano, por ejemplo, extender algunas nociones sobre la amplitud de foco. Es decir, sobre la apertura que permite que entre más luz a través del objetivo. En ello influye, como sabemos, que los elementos del fondo del encuadre salgan más o menos claros, de tal manera que, con más profundidad de campo, tanto los elementos de delante como los de detrás se verán nítidos. Así, si consiguiésemos dominar este mínimo rudimento técnico, quizá podríamos llegar a interiorizarlo y, en consecuencia, aplicarlo a otras formas de ver el mundo. A otras formas de aprehender este mundo nuestro que, por lo general, se nos presenta poco más que en primer plano, en un simple titular o en un vasto brochazo.

     Porque en la fotografía, en la vida y en el arte es mucha la realidad que se nos pasa desapercibida. O más bien se pretende que así ocurra para convertirnos en miopes, para trasformar nuestros análisis en parciales observaciones, para que nuestra posición ante los acontecimientos sea lo más superficial posible y para que las respuestas sociales sean tan leves como inanes. En términos fotográficos, para que nuestro punto de vista sea lo más limitado posible.

     No es nada nuevo, desde luego, aunque sí es propio de esta edad su magnitud y trascendencia. De hecho, allá por 1920, ya había escrito Walter Benjamin, acerca de la coyuntura que atravesaba la crítica, las siguientes palabras: “Solo los tontos se lamentan aún de la decadencia de la crítica. Hace ya mucho que pasó su momento. La crítica consiste en tomar una distancia adecuada y, por lo tanto, se corresponde con un mundo concebido en términos de perspectiva y de proyección en el que era posible adoptar un punto de vista. Ahora, sin embargo, la sociedad se ve presionada por las cosas desde demasiado cerca”. Si así era un siglo atrás, ¿qué no podremos concluir ahora de nuestro presente inestable, de nuestras redes pueriles, de nuestro ser sin sustancia?

     En fin, distancia, perspectiva, proyección… conceptos imprescindibles para formarse criterio así sobre los objetos artísticos como sobre aquellos más corrientes de nuestro existir. En el fondo no hay diferencia, por más que el arte lo sublime todo. Y por esa razón, cuando la periodista Berna González Harbour, refiriéndose a Rembrandt, afirma que “el arte consiste seguramente en elegir qué iluminamos y qué dejamos en penumbra”, no podemos por menos que pensar en que ésa debiera ser también la visión que arrojásemos sobre la vida, salvando las distancias, y que ya quisiéramos que al menos ese mínimo concepto habitase no sólo en cuantos se dedican tontamente a hacer fotografías, sino en todo animal viviente. Ganaríamos mucho para hacer frente a las luces y a las sombras, como se dice ahora, de esta edad poscontemporánea.
Publicado en Tam Tam Press, 12 octubre 2015