Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 27 de enero de 2015

Una provincia pobre


     Definitivamente vivimos en una provincia pobre. De solemnidad o no, dependerá del punto de vista y de cómo le vaya a cada cual con su cuenta corriente. Pero hay datos incontestables y que dudosamente serán revertidos ni siquiera en el largo plazo. Observemos sólo un par de ellos.

     Sobre los salarios apenas han hecho hincapié los medios locales después de conocerse el informe de la Agencia Tributaria referido a 2014, pero el balance es desolador. En torno a un 20% recibió un sueldo menor a la mitad del salario mínimo (SMI), es decir, cobraron menos de 323 € casi 33.000 personas en nuestra provincia. Aproximadamente, otras 20.000 se movieron en el umbral del SMI, que sumadas a las anteriores son algo más del 31 % del total. Y, por no entrar en excesivos detalles, el 44’3 % de trabajadores y trabajadoras en León dispusieron de un salario en 2014 que no superó dos veces el SMI, esto es, 1.290 euros mensuales.

     Pero mayor angustia produce todavía la comparativa entre la afiliación a la Seguridad Social, es decir, los asalariados y cotizantes de algún tipo, y los perceptores de cualquier especie de pensión en la provincia. Constatamos entonces que frente a las 150.871 personas de alta en el sistema existen 142.607 que reciben pensiones de distintos tipos. Por cierto, la media que perciben los pensionistas es de 848’74 € según estadísticas todas ellas de octubre del pasado año.  De modo que, si a éstos últimos les sumamos aún todas aquellas otras personas subsidiadas, el resultado es que la provincia de León no es sostenible, se mire como se mire.

     Así pues, podemos discutir todo lo que se quiera sobre la evolución de la economía, con actitudes optimistas o pesimistas, pero cuando observamos este paisaje dramático no valen ya divagaciones ni argumentarios de campaña. Ni concilios, fueros y leyes, ni cunas ni griales, ni ordoños ni cabezadas. La provincia es y será por muchos años un cuerpo con pura vida vegetativa. Claro que, si no es suficiente, también podemos hablar del éxodo.

Publicado en La Nueva Crónica, 27 enero 2015

martes, 20 de enero de 2015

Beatles / Cocker


     La eterna duda sobre la primogenitura mantenida entre el huevo y la gallina tiene también sus caminos inescrutables. Sin ir más lejos, los de la propia música y sus vicios recreativos. No sólo llegamos a conocer canciones a través de segundas instancias, sino que en ocasiones consiguen superar a las primeras y hay titubeos sobre a quién atribuir la autoría original o si estamos ante piezas independientes.

     Por ejemplo, para una gran parte de la audiencia española, de formación más bien básica y cultura musical limitada, El hombre del piano es un cantable atribuido a Ana Belén, mientras que Billy Joel, su autor primero, resulta un auténtico desconocido. Y no es el único caso en esta señora: Sólo le pido a Dios fue firmada y cantada por el argentino León Gieco y ¿Qué será?, por el brasileño Chico Buarque, sin abundar más en el catálogo. Otro tanto ocurre con Sabina y Enrique Urquijo: ¿quién compuso Ojos de gata? ¿Es el mismo tema el de uno y el del otro al lado de Los Secretos? Evidentemente no, pero sí. Y si nos detenemos a escuchar Lo eres todo para mí, ¿sabríamos reconocer que después de la versión de Luz Casal se produjo la grabación seminal de sus creadoras, Vainica Doble, en compañía nada menos que de Alejandro Sanz? En fin, ni quitamos ni ponemos reyes. El gusto del oyente sabrá discernir, seleccionar y paladear como mejor estime, pero bueno es conocer los meandros por los que se anda a veces el río de la composición.

     Y, de paso, nos permitimos volver a honrar al bueno de Joe Cocker tomando como excusa el asunto que nos ocupa. Whith a little help from my friends, escrita por el eterno dúo Lennon y McCartney, vio la luz por vez primera con el sello de los Beatles en junio de 1967. Poco más de un año después, octubre del 68, la reescribió para sí Cocker y la lanzó definitivamente al mundo en agosto del 69, cuando la interpretó en el Festival de Woodstock. Como hemos dicho, una no quita a la otra ni viceversa, pero quién puede negar que su difusión y repercusión, incluso su permanencia, tienen más que ver con los hallazgos sonoros del solista que con la beatlemanía. Tanto que bien puede considerarse, sin atentar contra nada sagrado (que no están los tiempos buenos para eso), que sus vidas e historias han sido independientes sin necesidad alguna de plebiscitos. Claro que entre la voz de Ringo y la de Joe la elección sí que no plantea duda alguna.

     El caso es que queríamos volver sobre la figura de Cocker, a quien se ha dedicado todo tipo de panegíricos con motivo de su fallecimiento el mes pasado. En ellos, también esta página, se eligió como complemento sobre todo la citada aparición en Woodstock, joven él y sobrado, con la guitarra e incluso con el piano al aire, tal y como muchos después hemos imitado. Pues bien, lo que traemos aquí hoy es al interprete avejentado, necesitado de coros supletorios, ya en la recta final de su vida, tan incansable como sudoroso, con aspecto de ir cerrando el negocio, genio y figura casi hasta la sepultura. También ese lado terminal nos merece la pena.

Publicado en genetikarockradio.com, 20 enero 2015

martes, 13 de enero de 2015

Cuesta abajo


     De modo que una vez superada la anestesia navideña, la cual, visto el derroche en escarchas y espumillones,  ha debido resultar especialmente beneficiosa para los bazares chinos, hemos entrado, pienso, en la cuesta abajo. Hace años, mejores años que éstos incluso, solía hablarse de la cuesta de enero como la tendencia natural de este mes de rebajas y subidas de precios más o menos generales. Ahora ya no, ahora ya no se sabe ni cuándo hay rebajas y, según los informativos oficiales, que son prácticamente todos, tampoco hay cuesta arriba, sino más bien un suave descenso hacia el paraíso electoral que nos aguarda.

     2015, el año del espejismo, ha comenzado como procede, con casi todos los indicadores a la baja y con el poder adquisitivo de salarios y pensiones dicen que en pompa. Bajan las primas y las bolsas, bajan el petróleo y el euro, baja la inflación y hasta el desempleo. Si no fuera por el yogur griego y por nuestro acné político juvenil la euforia sería mayúscula. Es más, si no hubiese subsaharianos asaltando la valla de Melilla o sirios desesperados atravesando el Mediterráneo, todo nos iría mucho mejor, quién lo duda. Que suban los billetes de los trenes de cercanías o media distancia, que son los que usa el común de los mortales, no tiene relevancia; al fin y al cabo, si no pensáramos mal, comprenderíamos que son ingresos necesarios para que la alta velocidad selecta se acomode a los ritmos de las campañas y disfrute de votantes indecisos. Lo mismo que carece de importancia que se eleve el IVA de equipos médicos, instrumental sanitario y productos farmacéuticos, porque al cabo lo compensa la rebaja fiscal que favorecerá el consumo de chucherías en zocos sin límite horario.

     Así son ahora las cosas, cuesta abajo y sin frenos a través del relato idílico de la recuperación. Francamente, debo confesar que la única pendiente que no tiene dobleces es la que canta Serrat: “vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle se acabó la fiesta”. Pero ése es otro negociado.

Publicado en La Nueva Crónica, 13 enero 2015

jueves, 8 de enero de 2015

Dylan / Veneno


     Muy generalizada y recurrente es la línea de versiones que se limita a trasladar una canción de una lengua a otra. Hubo un tiempo, década de los sesenta, que resultó muy fecunda en este país y permitió un progreso musical evidente y más que necesario. En realidad nunca se ha abandonado del todo dicha senda, aunque no es un proceso sencillo. También para esto hace falta saber.

     Lo demostraron, sí, numerosos grupos sesenteros y ya lo hemos comentado en otras entregas de este catálogo. Pero no es suficiente con el dominio de los idiomas ni, más modernamente, con un buen traductor en red. Traducir es un ejercicio noble; adecuar lo traducido al ritmo de una nueva lengua es casi algebraico en algunos casos; alcanzar además una sonoridad peculiar añadida, que no sea un simple calco, es ya más que meritorio. Dos ejemplos que nos merecen respeto han sido Conexión de Rolling Stones a Los Cardiacos y Serenade de Steve Miller Band a M Clan.

     Tal y como ocurre con otras literaturas, ese vertido es relativamente más sencillo cuanto más básico es el original, pero el tránsito se complica a medida que la fuente es mucho más personal, estilísticamente compleja o asentada sobre patrones no siempre concomitantes. Tal vez por todas esas razones Bob Dylan ha acabado siendo imitado hasta la saciedad, pero dudosamente versioneado en castellano. Sus textos, tanto los más claros como los más confusos, han generado toda una escuela creativa; también sus poses y en su momento la electrificación del sonido. En realidad nadie, ni de aquí ni de allá, ha escapado de sus influencias. Pero cosa bien distinta, como venimos diciendo, es conseguir una versión precisa, respetuosa e innovadora a la vez. Y, sí, hay un buen caso que no podemos eludir en nuestra sección y que motiva este capítulo.

     Bob Dylan escribió Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again en 1966 y fue incluida inicialmente en el álbum «Blonde on blonde». El momento de su evolución ya se había producido un año antes y el paso del folk desnudo hacia fórmulas abiertas al rock, al blues y a otros géneros musicales era ya un hecho. No perdía con ello ni un ápice en su riqueza como compositor, pero sumaba rasgos estilísticos novedosos. En suma, no estábamos ya ante un Dylan simple en sus bases melódicas; de hecho, en su grabación intervino un muy elevado número de músicos hasta que se alcanzó el resultado perseguido. Por lo que hace a las letras, se dice que constituyeron una “mezcla única entre lo visionario y lo coloquial”.

     He aquí, pues, la complejidad a la que se enfrentó y superó Kiko Veneno cuando se puso a la tarea de traducir, arreglar, adecuar el tema y llevarlo hasta su peculiar Memphis blues again, incluida dentro del disco «Está muy bien eso del cariño» en 1995. No cabe duda, al escucharla, que esos dos adjetivos, visionario y coloquial, fueron la guía del músico español; tampoco cabe duda de que su reambientación en lo hispano peninsular acertó en arreglos y acompañamientos; y, en fin, quién puede cuestionar que la versión es auténtica como ella sola. ¿Acaso Dylan va a venir a enmendar la plana? Pues eso: hay que saber.

Publicado en genetikarockradio.com, 8 enero 2015

domingo, 4 de enero de 2015

Ser otro


     En el dominio de los tópicos, los llamados propósitos y buenos deseos que acarrea el año nuevo no son de los menores. Por lo general, se esfuman con la misma velocidad que las uvas bajo el sonido de las campanas. Sin embargo, esa necesidad de reinventarse que corre paralela a la superación de cualquier frontera en el calendario se expresa también y cada vez con más fuerza en los lindes entre edades por donde venimos transitando.

     Ser otro es casi una necesidad existencial, máxime si se tiene en cuenta el malestar que nos abruma y la insatisfacción con el entorno en que habitamos. Lo otro es materia de lo nuevo necesariamente, pero en nuestro caso es además un rechazo de lo viejo que ya consideramos agotado. A ello atribuimos parte de nuestra desdicha y por ese motivo buscamos ansiosamente un nuevo rol, una nueva profesión con futuro, un nuevo líder, un nuevo régimen. Y así hasta la saciedad, que es lo peor que les puede ocurrir por otra parte a las enfermedades del ansia. Tanto es así que hasta las novedades editoriales se hacen eco de esta no-moda y en todos los cenáculos se habla del último libro de Cercas. Y hasta Vargas Llosa lanza un artículo para referirse al protagonista de ese libro y al “pequeño Nicolás” como el colofón de La era de los impostores [http://elpais.com/elpais/2014/12/11/opinion/1418316858_779129.html]. Dice el peruano “la ficción ha sustituido a la realidad en el mundo que vivimos y los mediocres personajes del mundo real no nos interesan. Los fabuladores, sí”.

     En suma, así como hubo un tiempo sartreano en que el otro era el enemigo, hoy el otro es el ídolo que aspiramos ser para dejar de ser lo que somos, en muchos casos ceniza apenas de lo que hemos sido. Políticamente, ese pensamiento se traduce en la negación básica de lo anterior como origen de los desastres actuales, lo cual en parte es cierto, y en la reivindicación de lo casto frente a la casta. No importa la carga ideológica, mejor incluso si no la hay pues es sinónimo de ancestral, ni el currículum, también objeto de cuestión por viciado. Importa la novedad, lo distinto, lo no trillado si es que lo hay. Ahora bien, ¿cabe pensar en un proceso histórico sin historia? Todos querríamos a veces hacer borrón y cuenta nueva, mas ¿se puede envasar al vacío la realidad como un embutido para llevar?

     El problema es que los otros modelos que vienen imponiéndose son bastante rancios. Lo es el otro nuevo modelo laboral desde que la globalización recuperó la esclavitud. Lo es el otro nuevo modelo democrático sometido al designio de los no elegidos. Lo es el otro nuevo modelo social sustentado una vez más en la caridad, en el subsidio y en la asistencia. De ahí que las más de las veces nuestro afán de otredad acabe convirtiéndose en una pura farsa o en sombra de lo que fuimos. De ahí así mismo que triunfen los fantasmas, como el joven Nicolás, o que el gran teatro del mundo no sea ni lo uno ni lo otro. ¿Se puede ser otro sin uno? Posiblemente ésta sea la clave de la nueva edad: progresar sin renunciar, lo cual no quita para que podamos y debamos filtrar todas nuestras impurezas.

     Obama era otro, evidente, respecto al resto de presidentes estadounidenses, pero al cabo ha resultado ser bastante corriente. Su eslogan, que suena antiguo por más que muchos lo hayan adoptado por acá, también fue otro: “yes we can”. Su advenimiento se nos apareció como un signo de la nueva edad que inauguraba otra historia. Sin embargo, ahí siguen Guantánamo, los papeles de WikiLeaks y de Snowden e  Irak o Afganistán desangrándose. También son señales de la poscontemporaneidad.
Publicado en Tam Tam Press, 4 enero 2015 

jueves, 1 de enero de 2015

El crudo invierno


Pongámonos en situación y supongamos por un momento que nos llega una melodía de fondo [http://animalplamet.blogspot.com.es/2010/09/kostia-winter-ride.html]. Se trata de Winter ride, composición del músico ruso Konstantin Efimov, más conocido como Kostia. Supongamos así mismo que nos entretenemos en la lectura de un poema de Ángel González titulado El invierno y que de él extraemos unos versos: “El invierno / de lunas anchas y pequeños días / está sobre nosotros. Hace tiempo / yo era niño y nevaba mucho, / mucho…”. Supongamos, en fin, que ése es precisamente el decorado que Moderato Cantábile ha dispuesto en este capítulo para abordar el asunto de cabecera, el de la estación fría por antonomasia. Así que, puestos en situación, adentrémonos en ello.

Cuentan que Hades, dios del inframundo, secuestró a Perséfone para hacerla su esposa. Zeus le ordenó que la devolviera y se la entregase a Deméter, su madre, diosa de la tierra. Sin embargo, Hades engañó a Perséfone y le hizo comer la comida de los muertos, por lo que Zeus acabó ordenando a Perséfone que pasase seis meses con Deméter y seis meses con Hades. Durante el tiempo en que su hija permanecía con Hades, Deméter se entristecía tanto que con ello provocaba el otoño y el invierno.

Es ésta una forma no como cualquier otra de explicar la llegada y el reino del invierno. Nosotros, seres prosaicos, dejamos caer simplemente las hojas del calendario como en un proceso que nada ni nadie puede evitar: a un mes le sucede el siguiente; y a éste, una nueva semana, otra estación, otras fechas con otros ritos y otros ritmos. Pero el invierno, al igual que las demás estaciones, es también materia literaria tal y como acabamos de comprobar. Por un lado, la mitología y sus fábulas tan esclarecedoras; por otro, Ángel González, ejemplo de poesía recogida como obligan las temperaturas. Mas también, no se olvide, por ahí se andan los cuentos más perversos de Charles Dickens y su cohorte de sufridores o un texto de Rosalía de Castro, que acomoda el tiempo de invierno a una ausencia de retorno imposible: Cando era tempo de inverno, interpretado por Amancio Prada y María Dolores Pradera [http://www.youtube.com/watch?v=6pj7yOi4Nd8]. En fin, que el invierno es época de recogimiento nadie lo duda y, naturalmente, genera textos de abrigo y poemas de bufanda. O, en todo caso, permite que al amor de la lumbre, como en antiguos filandones, se amasen relatos que no soportarían otros momentos del año. Más o menos como hace Charly García con sus Confesiones de invierno [https://www.youtube.com/watch?v=rMP2Voi4B_Q].

Bien, el caso es que tres son las cualidades que definen al invierno, al menos en nuestro hemisferio. Y, lo mismo que para la estación en términos generales, para ellas también el cancionero tiene su especial compartimento.

El frío es el tópico elemento invernal, aunque sus contornos se extiendan mucho más allá de esos meses oscuros y sea éste un sustantivo o un adjetivo de muy amplio espectro. Por eso no nos merece más precisión que la que marque en su caso el termómetro o anuncien los partes meteorológicos. De hecho, existen otros fríos mucho más heladores y más difíciles de combatir que no hay termostato que los resista, como los de Navajita Plateá y su Frío sin ti [https://www.youtube.com/watch?v=SKBp9a30TqY].

Junto al frío, el sol, por más contradictorio que pueda parecernos. Tanto es así que su posición condiciona como ningún otro factor la evolución de las estaciones, y en este caso es precisamente cuando su altura al mediodía resulta mínima frente a la Tierra, lo que lleva a los días a la menor longitud y a la ausencia de calor natural. En Europa, ante la llegada del solsticio, y desde tiempos prerromanos, se han realizado diversas celebraciones rituales. Las culturas romana y celta, conocedoras de que a partir de esa fecha los días empezaban a alargarse, lo asociaban a un triunfo del sol sobre las tinieblas, lo que venían a celebrar encendiendo hogueras. La nuestra la vuelven a atizan unos individuos alemanes, Ramstein, con su Somne [https://www.youtube.com/watch?v=PHkcxeRaa8g].

Y después del frío y del sol, la nieve, el fenómeno meteorológico invernal por excelencia. O al menos así lo era antes de que se nos viniese encima el dichos calentamiento global. Tan característica es o era de estos tiempos que incluso se acuñó el término deportes de invierno para todos aquellos ligados a la época de las nieves, aunque para muchos de nosotros –es un suponer- los únicos deportes de nieve que conocimos fueran montar en un trineo lo más rudimentario posible, hacer muñecos no muy vistosos o armar guerras de bolas en el patio del colegio para deleite de maestros y maestras. Luego todo se hizo mucho más sofisticado, coincidiendo más o menos con la paulatina agonía del  meteoro. De manera que sea como tenga que ser, pero que florezcan siempre las Roses in the snow, según nos lo canta Emmylou Harris [https://www.youtube.com/watch?v=RalmbOEN5FA].

Así pues, como es nuestra costumbre, hemos vuelto a demostrar el poder evocador que para la lírica (no otra cosa son las canciones) tiene el invierno, bien crudo, bien cocinado. Nuestra lista de cantables así lo atestigua. Además, para su cierre hemos seleccionado una pequeña colección sin otro asidero argumental que sus propios títulos. En cualquier caso, le añadimos toda nuestra recomendación. Por ejemplo, no dejemos de escuchar por estas fechas Winterwood de Don McLean [http://www.youtube.com/watch?v=6RqJNpe6otk], una de las mejores compañías para los meteoros adversos. Lo mismo que Winter song de Dóver [http://www.youtube.com/watch?v=cl2JsRrHE2U], una especie de aguardiente que calienta los sentidos. Y, naturalmente, Enfants d’hiver, el álbum grabado por Jane Birkin en 2008 [http://www.deezer.com/album/302598], cuyas canciones resultan tan hermosa como cargadas de nostalgia, atravesadas, se diría, por la intemperie del invierno, el real y el fabulado, como ocurría con nuestro poeta de cabecera, Ángel González; dice ella: “Hay un lugar inverificable, / inaccesible / como los muertos. / Yo he pasado la vida buscándolo”.
Publicado en Saba 7, enero 2015