Blog de Ignacio Fernández

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martes, 20 de enero de 2015

Beatles / Cocker


     La eterna duda sobre la primogenitura mantenida entre el huevo y la gallina tiene también sus caminos inescrutables. Sin ir más lejos, los de la propia música y sus vicios recreativos. No sólo llegamos a conocer canciones a través de segundas instancias, sino que en ocasiones consiguen superar a las primeras y hay titubeos sobre a quién atribuir la autoría original o si estamos ante piezas independientes.

     Por ejemplo, para una gran parte de la audiencia española, de formación más bien básica y cultura musical limitada, El hombre del piano es un cantable atribuido a Ana Belén, mientras que Billy Joel, su autor primero, resulta un auténtico desconocido. Y no es el único caso en esta señora: Sólo le pido a Dios fue firmada y cantada por el argentino León Gieco y ¿Qué será?, por el brasileño Chico Buarque, sin abundar más en el catálogo. Otro tanto ocurre con Sabina y Enrique Urquijo: ¿quién compuso Ojos de gata? ¿Es el mismo tema el de uno y el del otro al lado de Los Secretos? Evidentemente no, pero sí. Y si nos detenemos a escuchar Lo eres todo para mí, ¿sabríamos reconocer que después de la versión de Luz Casal se produjo la grabación seminal de sus creadoras, Vainica Doble, en compañía nada menos que de Alejandro Sanz? En fin, ni quitamos ni ponemos reyes. El gusto del oyente sabrá discernir, seleccionar y paladear como mejor estime, pero bueno es conocer los meandros por los que se anda a veces el río de la composición.

     Y, de paso, nos permitimos volver a honrar al bueno de Joe Cocker tomando como excusa el asunto que nos ocupa. Whith a little help from my friends, escrita por el eterno dúo Lennon y McCartney, vio la luz por vez primera con el sello de los Beatles en junio de 1967. Poco más de un año después, octubre del 68, la reescribió para sí Cocker y la lanzó definitivamente al mundo en agosto del 69, cuando la interpretó en el Festival de Woodstock. Como hemos dicho, una no quita a la otra ni viceversa, pero quién puede negar que su difusión y repercusión, incluso su permanencia, tienen más que ver con los hallazgos sonoros del solista que con la beatlemanía. Tanto que bien puede considerarse, sin atentar contra nada sagrado (que no están los tiempos buenos para eso), que sus vidas e historias han sido independientes sin necesidad alguna de plebiscitos. Claro que entre la voz de Ringo y la de Joe la elección sí que no plantea duda alguna.

     El caso es que queríamos volver sobre la figura de Cocker, a quien se ha dedicado todo tipo de panegíricos con motivo de su fallecimiento el mes pasado. En ellos, también esta página, se eligió como complemento sobre todo la citada aparición en Woodstock, joven él y sobrado, con la guitarra e incluso con el piano al aire, tal y como muchos después hemos imitado. Pues bien, lo que traemos aquí hoy es al interprete avejentado, necesitado de coros supletorios, ya en la recta final de su vida, tan incansable como sudoroso, con aspecto de ir cerrando el negocio, genio y figura casi hasta la sepultura. También ese lado terminal nos merece la pena.

Publicado en genetikarockradio.com, 20 enero 2015

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