Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 25 de agosto de 2015

Seres vivos y muertos

     Va siendo hora, después de tanta catástrofe, de que entendamos que una empresa es un ser vivo. Como tal, nace, crece y muere. En el mejor de los casos, que es hacia donde tiende la naturaleza, también se reproduce. Es decir: una empresa, o un sector productivo, como cualquier ser vivo, tiene un ciclo, no es eterna, tarde o temprano desaparecerá, bien por enfermedad sobrevenida o accidente, bien por vejez irremediable.

     Vistas así las cosas, nos ahorraríamos muchos dolores y muchos problemas si la conciencia de la realidad nos permitiera adelantarnos a los acontecimientos y anticipar lo que el destino ya tiene escrito. Cierto es que en algunos casos no será posible, pues el bicho se apodera de uno y lo devora en menos y nada, como ha ocurrido recientemente con Rafael Chirves o con una crisis no tan imprevisible como letal. Pero, por lo general, en el mundo del trabajo el futuro se ve venir. E igual que nos acomodamos con facilidad a las ganancias, debiéramos hacerlo también en el momento de las pérdidas. Muchos melodramas no tendrían lugar.

     La provincia de León ofrece en la actualidad dos buenos ejemplos del mal morir: Everest y la minería. En ambos casos fueron seres de vida extraordinaria, que crecieron generando riqueza no del todo bien repartida, que se expandieron por su entorno en otras actividades y que, al cabo, parecen tender a su fin. Y gracias a una y a otra actividad, hubo quien hizo fortuna, grandes fortunas y pequeñas fortunas. Incluso hubo gente que se dejó la vida en esos tajos.

     Por lo tanto, lo que no se puede hacer es actuar como con la tierra quemada y el que venga detrás que arree. No, lo que diferencia a los seres vivos humanos de otros depredadores es, debería ser, tener en cuenta que la vida continúa, que hay nuevas generaciones, que hay un futuro que depende también del presente venturoso y que es preciso invertir en él. Exactamente lo que no han sabido ni querido hacer quienes tenían obligación tanto en Everest como en la minería. No tienen perdón.

Publicado en La Nueva Crónica, 25 agosto 2015

martes, 18 de agosto de 2015

Pan y vino

     Pocos referentes se nos presentan tan cargados de valor simbólico como esta pareja. Tanto da que se trate del título de una película con niño protagonista que una liturgia religiosa, el pan y el vino se acomodan a casi todo. No en vano, María Moliner recoge en su diccionario, aparte de innumerables especificaciones de cada término, hasta veintiséis locuciones para el primero y media docena para el segundo. Pues bien, uno de esos dichos nos parece más que oportuno así para los tiempos electorales en que andamos zambullidos como para el tratamiento de alguno de los asuntos que en ese trance se soban y sobarán sin descanso.

     Decimos al pan, pan y al vino, vino cuando pretendemos hablar claramente, sin rodeos, aunque lo que se diga resulte fuerte o negativo para alguien. En suma, cuando queremos llamar a las cosas por su nombre, sin disimulos y sin tapujos. Más o menos lo contrario de lo que define al lenguaje electoral corriente y cansino con que son azotados los electores sin piedad. No todo el lenguaje electoral, claro, pero sí una gran parte de él. Incluso hasta cuando se pretende vender un producto de dudoso gusto, donde lo normal es rizar el rizo, tal y como hemos observado por ejemplo con el candidato del PP en las elecciones catalanas. Es curioso que se le presente como la encarnación de la campechanía y que sea elogiado por su sinceridad y por decir las cosas claras. Es curioso porque en lo único en lo que se ha expresado con precisión ha sido en su actitud hostil frente al mundo de la inmigración, pero no así en otras materias, donde el suyo no es un lenguaje diferente al del resto de sus correligionarios. Dudoso blasón, pues.

     Estos correligionarios, como otros de diferente fe, colocan el empleo entre sus prioridades y lo hacen en general con la mayor de las imprecisiones, a lo bruto, como si semejante devoción no obligase a ritos concretos, a enunciados precisos, a sermones menos solemnes y más realistas. Con pedagogía y sin truco.

     Citemos el caso del Alcalde de León, tan exquisito con la imagen como impreciso con las palabras. Con motivo de la presentación de un informe sobre la actividad económica elaborado por el ILDEFE, concedió una ceremoniosa rueda de prensa para destacar que el empleo y el crecimiento mejoraron durante el último año en la ciudad de León y en su alfoz. Menos mal que mejoraron, pensaremos, aunque no se nos explique a costa de qué o de quién ni se valore el antes y el después de ese dato. El informe, o lo contado sobre el informe, se limita a realizar un corte sincrónico sin cruzar su medida con otro eje temporal dinámico que nos descubra toda la realidad. Lo que veríamos en ese nuevo y más ajustado dibujo es que León, la provincia y la capital sobre todo, ha perdido desde 2007 la mitad de su población activa de entre 16 y 19 años.

     Esa sí es una información relevante para entender el presente y aventurar el futuro. Una información confirmada además por la última Encuesta de Población Activa, que nos dice que más de un tercio de la reducción del desempleo no se debe a que toda esa gente haya encontrado empleo, sino que una buena parte ha dejado de buscarlo; por la edad, por desánimo o por la elevada emigración, tanto al extranjero como a otras comunidades autónomas. Es decir, que la población activa ha experimentado un gran cambio en su composición por edades a lo largo de estos últimos años, lo cual también hay que contarlo. Si consideramos el periodo de crisis, en Castilla y León el número de personas activas de 16 a 34 años ha descendido desde el segundo trimestre de 2007 hasta el segundo trimestre de 2015: en un 50% los de 16 a 19 años, en un 40,9% los de 20 a 24 años y en un 24,5% los de 25 a 34 años. Por el contrario las personas activas de más de 35 años han aumentado en ese mismo periodo, de tal manera que se ha producido un progresivo envejecimiento de la población en actitud y disposición de trabajar. Esto es en definitiva lo que hay que explicar si queremos llamar al pan, pan y al vino, vino.

     Y este panorama no mejorará, ni mucho menos, con los gastrobares que se anuncian para la vieja estación del ferrocarril (¡hay que ver el cielo que le tenían prometido!). ¿De verdad que el Ministerio de Fomento, el Ayuntamiento o quien sea no tienen mejores ocurrencias que ésa para un aprovechamiento productivo de ese espacio abandonado? ¿Es que sólo la hostelería y el turismo son el cielo que a nosotros nos prometen y con lo que van a rescatar a toda esa población que se nos ha ido? ¿Acaso desconocen que si la población decrece y la oferta crece, los primeros perjudicados serán los pequeños emprendedores locales a los que dicen mimar, tal y como sucede con el comercio y las grandes superficies? ¿Son los sueldos de la hostelería un ingreso tan suculento como para confiar en que contaremos con legiones de gourmets o hablamos de instalaciones de élite y para élites?

     En fin, es lo que señalábamos al principio: el pan y el vino valen para casi todo. Menos mal que no nos condenan a pan y agua, aunque con esas ideas todo llegará. Más vale que las cosas estén claras y el chocolate espeso.

Publicado en Diario de León, 18 agosto 2015

viernes, 14 de agosto de 2015

Cosmética

     Advertía Alex Grijelmo a través de un reciente artículo publicado en El País [http://elpais.com/elpais/2015/07/17/opinion/1437130059_737532.html] acerca de la evolución significativa del término cosmética: alejándose del original concepto de embellecer ha cobrado, en ciertos contextos, un valor peyorativo cercano a superficial, tramposo, de pura apariencia. En cualquier caso, remitiéndonos al origen etimológico de la palabra, como hacía el propio Grijelmo (kosmetikos: “relativo al adorno”), tanto nos da que ese adorno tienda a la belleza que al disimulo. Es artificial en ambos sentidos.

     No necesitamos visitar a los Dragones del Pacífico para descubrir cierta tendencia que pronto será universal en esta nueva Edad. Cuentan las informaciones que aproximadamente un 20% de las surcoreanas se han sometido a cirugía estética y que, al parecer, el éxito obtenido por el pop y las telenovelas de ese país en el resto de Asia ha extendido el canon por otros países del continente. Tal es así que el sector mueve en Corea del Sur 4.000 millones de euros al año. Por lo tanto, ya sea por la magnitud económica, ya sea por el poderío creciente de lo oriental, nadie debe dudar de que, tarde o temprano, también nosotros nos incorporaremos a ese reino de mentiras con afán estético.

     Mientras tanto, mientras superamos el efecto negativo que la crisis financiera ha producido en los bolsillos y en los establecimientos de cirugía estética en la vieja Europa, otros sucedáneos con pretensiones similares nos invaden. No necesitamos visitar a los Dragones, no, basta con pasear por las calles comerciales de nuestras ciudades. En ellas, junto a las oficinas bancarias, siempre perennes, y a las franquicias de ida y vuelta, una plaga de perfumerías, droguerías, ópticas y -¡oh, cielos!- establecimientos de servicios odontológicos integrales se ha adueñado de los locales mejor situados de la ciudad. Así mismo joyerías, aunque sus artículos sean las más de las vece simple bisutería, gimnasios, clínicas para la depilación y enclaves alimentarios más aparentes que nutritivos. También todo ese mar de productos y ofertas cosméticas mueven millones de euros; también animan un consumo inducido por ciertos cánones postizos; también hay un público que desearía, desde ese marco provinciano, transportarse a los quirófanos low cost de Corea del Sur. O, mejor aún, que una legión de cirujanos con ojos rasgados instalasen sus negocios al lado de toda esa otra retahíla antes enunciada. Sin aranceles, sin fronteras, sin alambradas, sin concertinas. Inmigración cualificada para dar gusto a un gusto sabiamente manipulado.

     En fin, en estos tiempos de paradojas no podía faltar la que enfrenta el reclamo de la pureza con lo puramente ficticio, el culto a lo natural con la inflación del afeite, la sencillez obligada por la austeridad con el exceso de quienes nos pensamos un día nuevos ricos y no soportamos la caída en la pobreza. De esa pugna saldrá, está saliendo ya, una sociedad diferente. Y por lo que se ve hasta el momento la balanza se inclina poco a poco hacia el lado cosmético. No es raro, pues, que en medio de quiebras, procesos concursales, despidos y ruinas industriales, “si hay un tipo de actividad que, según el paisaje de nuestras ciudades, no parece haber sufrido con la crisis es el dedicado a la estética en general, y a las uñas en particular”. Lo afirma Cristina Manzano, directora de esglobal.
Publicado en Tam Tam Press, 14 agosto 2015

martes, 11 de agosto de 2015

Salarios y ganancias

La tipología de los hogares españoles según el origen de sus ingresos ––con los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE–– es clarificadora: el 47% de ellos tienen como principal fuente de ingresos los salarios, el 33% las pensiones contributivas y asistenciales, y el 8% los subsidios y prestaciones, fundamentalmente por desempleo. Si los agregamos, resulta que el 88% de los hogares españoles tienen en los salarios directos y diferidos el origen fundamental de su renta disponible: son 15 millones de hogares en los que viven 38 millones de personas.

Observemos por eso mismo cómo han evolucionado los salarios en estos tiempos y conoceremos mucho mejor que con los discursos electorales cómo evoluciona el país. Lo que sabemos al respecto es que, a pesar de que la negociación colectiva ha mantenido durante estos años el poder adquisitivo de los salarios, la realidad final es que han perdido poder de compra. La causa no es otra que la precariedad y el tiempo parcial; pero, sobre todo, la enorme rotación en el empleo que sufren las personas asalariadas con carreras profesionales inestables. Se trata de una devaluación que afecta de forma especial a los niveles salariales más bajos y que pone de relieve la apropiación completa de los beneficios empresariales por el aumento de la productividad derivada de la caída de los costes laborales unitarios. Como consecuencia de todo ello, se ha provocado una distribución injusta de la renta y el hundimiento de la demanda interna, a lo que se suma un elevado coste social en desigualdad y pobreza laboral (para datos concretos, ver: http://www.ccoo.es/cms/g/public/o/8/o59349.pdf).


No es raro, pues, encontrarse con opiniones tan terribles como las del catedrático de la Universidad de Berkeley, David Card, para quien “sea cual sea el crecimiento de la productividad, la ganancia se redistribuye cada vez más hacia el 10% con más ingresos (…) Yo diría que en España el aumento de la desigualdad salarial apenas acaba de comenzar”.

Publicado en La Nueva Crónica, 11 agosto 2015

domingo, 2 de agosto de 2015

Las canciones del cancionero

Metido como anda habitualmente Moderato Cantábile en los asuntos del cancionero y sus temáticas, a veces nos olvidamos de lo evidente: que más allá o más acá de los contenidos que nos permiten confeccionar nuestras playlist y todo su envoltorio, la base de nuestro trabajo son precisamente las canciones y, en ocasiones, ese término es sin más el que sirve de marca para un extensísimo ramillete de cantables. Es como una redundancia, una especie de pleonasmo,  quizá un axioma innecesario o un vicio expresivo, pero, si nos paramos a pensar, descubriremos cuántas canciones en realidad incluyen en sus títulos sin más ese término tan obvio.

De modo que, circunscribiendo la búsqueda a lenguas peninsulares y excluyendo otros nombres parejos como canto o cantar, no es poca la cosecha. Y será mediante su repaso como conseguiremos entender el porqué de que una canción se cite a sí misma como tal, a veces sin más detalle, otras con adyacentes más o menos esclarecedores, siempre con referencia al núcleo seminal y lírico del caso: aquellas composiciones poéticas con todos los caracteres de la oda, que es lo que habita en nuestros orígenes.

La mayor simplicidad de todo el repertorio nos la ofrecen Lluis Llach y Luis Pastor con sus títulos diminutivos, como si restaran importancia a lo que cantan. Sin embargo, una y otra cancioncilla son en realidad palabras mayores. La de Llach, Cançoneta [https://www.youtube.com/watch?v=3BGgNE0hc8Q], mudó de hecho con el tiempo y la popularidad para convertirse en La gallineta, todo un himno a la rebeldía para una España todavía hundida en las sombras del franquismo. Por su parte, la de Pastor, Cancioneta [https://www.youtube.com/watch?v=AKuijneuwf4], se sirve de un texto del poeta León Felipe para retratar con ironía un mundo lleno de burgueses, misas, proletarios y fascistas. Asuntos no menores, pues, a pesar de tan modestos titulares. Modestos o enigmáticos, nunca se sabe, porque el remate más adecuado para la sencillez no es otro que la duda expresa, tal y como refiere el uruguayo Alfredo Zitarrosa en su genial Canción de qué [https://www.youtube.com/watch?v=7fqBVtpbh_Y], un auténtico jeroglífico verbal de muy altos vuelos.

El segundo capítulo del cancionero cancioneril es aquel que explicita la razón de ser de esas canciones de escaso nombre mediante una adyacencia tradicional que acota los significados. Lo hizo así Paco Ibáñez, con letra de Federico García Lorca, en la Canción del jinete [https://www.youtube.com/watch?v=rY2osp2h3yg], prehistoria de la canción de autor tan viva como sus firmas. Lo hizo así mismo, mucho más trovadoresco, Amancio Prada con su Canción de amor nº 2 [http://www.youtube.com/watch?v=It1jroim9o8], un delicado ejercicio de álgebra sentimental. Lo hizo igualmente un joven Joan Manuel Serrat con su Cançó de matinada [http://www.youtube.com/watch?v=tS6TskiEhEE&feature=kp], reivindicación naturalista tanto de la lengua vernácula como del paisaje propio. Y lo hizo, en fin, el panameño Rubén Blades con su Canción del fin del mundo [https://www.youtube.com/watch?v=NJwBkX_ef7g], una exaltación del baile y del ritmo frente al ocaso. Como observaréis, son maneras de nombrar y maneras de cantar.

En fin, llegamos ya al tercer cajón de esta entrega. El que acoge a aquellos cantables modestos en su título pero con objetivos bien claros. Por ejemplo, Canción consumo de Luis Eduardo Aute, la apología cantada del anti-consumismo o la anti-publicidad comercial hecha canción [http://www.youtube.com/watch?v=BgeEUIyyQ5k]. Lo mismo sucede en Canción con todos de Mercedes Sosa, un himno de exaltación a la universalidad latinoamericana por encima de cualquier frontera [https://www.youtube.com/watch?v=icrCSlBGkl0&feature=kp]. Y en Canción para mi muerte de Charly García, en realidad un epitafio más que un cantable propiamente dicho [https://www.youtube.com/watch?v=njgGMPw7XmQ&feature=kp]. Aunque quizá las que mejor expresan esa voluntad de destino sean aquellas que son verdaderos regalos con receptor o receptora incluidos, particulares como Canción para Pilar de Víctor Manuel [https://www.youtube.com/watch?v=cpd68E07rMg&feature=kp] o la mucho más general y espléndida Te doy una canción de Silvio Rodríguez [https://www.youtube.com/watch?v=EuZTetxhpE0&feature=kp].

Para acabar, no puede ignorarse el rastro que algunas canciones dejan y que se convierte en guía de caminantes. Es decir, el cancionero transfigurado en mapa de viajes interiores o exteriores. Así procede Jorge Dréxler en Una canción me trajo hasta aquí [http://www.youtube.com/watch?v=xprQe72Ftyg&feature=kp], aunque si bien se mira cualquiera de sus creaciones podría servir a tal propósito. Y así actúa igualmente el incorregible crápula Joaquín Sabina en La canción de las noches perdidas [http://www.youtube.com/watch?v=sEoRb2aPJPA&feature=kp], que añade a su repertorio una cuenta más sobre la errática vida sentimental, siempre en busca del último nombre de la última mujer.

Así que ya ven ustedes, el cancionero, del que tan devotos somos, dispone de caminos en verdad inescrutables para abordar materias que, si fueran más expresas, quizá no alentarían tantas sugerencias. El cantor lo sabe y por ello se cuida de guardarse siempre un as en la manga: el del título.


Y dos recomendaciones últimas, si se nos permite la licencia. A pesar de que al principio de esta perorata desechamos otros términos del mismo campo semántico, no puede cerrarse esta lista de canciones sin un canto, el Canto a la libertad de José Antonio Labordeta [http://www.youtube.com/watch?v=HTykbu6dXhg&feature=kp], y sin un cantar, en este caso en plural, los Cantares de Serrat junto a Miguel Ríos [http://www.youtube.com/watch?v=SQJixrK8L-Y].

Publicado en Saba 14, agosto 2015