Blog de Ignacio Fernández

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martes, 6 de octubre de 2015

Porque sí

     Existen argumentos y existen pretextos. Una crisis puede ser utilizada bien como lo uno o bien como lo otro, pero las consecuencias no son las mismas ni es el mismo el valor que se otorga a los hechos de una u otra forma ejecutados. Por eso, a estas alturas del conflicto, quien más quien menos todos conocemos el valor de esos términos y el resultado de su manipulación. Sucede así, por ejemplo, con los empleados públicos, ora argumento, ora pretexto.

     Cuando quiso y le fue conveniente, el ministro Montoro cercenó parte de sus derechos y condiciones laborales. Y cuando quiere y le es conveniente, se los devuelve, aunque no todos ni enteros. Ese vacío que queda por el medio nadie se lo restituye. Uno y otro acto fueron y son voluntad a veces argumentada y a veces pretextada. Más lo segundo que lo primero cuanto menor es el razonamiento y mayor la imposición. Con tal motivo, cuando ahora la golosina electoral devuelve a nuestros paladares algunos de aquellos alimentos, cabe al menos preguntarse una vez más acerca del porqué de aquellas y estas decisiones. Sin ir más lejos, qué se ha conseguido y qué no con la eliminación y restitución de los días llamémosles licenciosos. ¿Acaso su merma produjo algún beneficio que ya no es necesario y por eso se devuelven? ¿No se alcanzaron los objetivos, si es que existieron, y por tanto no tiene ni tuvo sentido su rapto? ¿Ha existido algún tipo de evaluación de estas acciones para desembocar en tan opuestos desenlaces?

     Claro que, si como sentencia su jefe un vaso es un vaso y un plato es un plato, quizá lo que nos sobre a todos sea el raciocinio, el uso de razón o lo que quiera que sea que adquieren los seres humanos cuando llegan a cierto grado de maduración. Quizá vivimos, sí, en un tiempo permanente de golosinas y la política no sea más que un quiosco de feria. En ese caso el papel de las empleadas y empleados públicos, para Montoro y compañía y para otros que les precedieron, no es otro que el de un bonito tentetieso. Porque sí.

Publicado en La Nueva Crónica, 6 octubre 2015

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