Blog de Ignacio Fernández

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martes, 29 de diciembre de 2015

Siniestra recuperación

     Seguimos rastreando en páginas oficiales a la búsqueda de nuestra realidad menos propagandística y nos detenemos una vez más en la web del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, donde, como en ocasiones anteriores, volvemos a descubrir informaciones más que relevantes. El turno le corresponde ahora a la siniestralidad laboral.

     El balance de los diez primeros meses del año, hasta donde llega el cómputo oficial, es más que desalentador. A simple vista, continúa el incremento notable y generalizado de accidentes de trabajo respecto al mismo periodo del año 2014, destacando el aumento en un 12,5% de los accidentes mortales en jornada de trabajo, y el número de trabajadores que han perdido la vida en ese periodo alcanza ya la cifra de 511. Toda una barbaridad que también se observa en el ámbito local, por más que sea éste un espacio en franca decadencia. Así, en la provincia de León, entre los meses de octubre de 2014 y 2015, el número de fallecidos fue de 5 frente a 2 en el periodo equivalente anterior, y el aumento de accidentes llegó hasta el 6’39%.

     Son otras muestras no publicitadas de que la recuperación existe, sí, aunque se trata más bien de una recuperación siniestra y desigual. Lo primero porque las crisis y las reformas han ocasionado un inquietante descenso de atención en todo lo que se refiere a prevención y un incremento simultáneo de la temeridad motivada por el presentismo forzado. Lo segundo porque la brecha de la desigualdad, motivada por las mismas causas, tiene expresión allá donde se mire, no importa la materia, los protagonistas o la geografía. Por ese motivo la provincia de León ofrece datos menos graves, precisamente porque su actividad es mucho menor y se distancia cada vez más del ritmo general del país.

     Así que, frente a lo no escuchado en la campaña electoral, bueno será que el nuevo Gobierno acometa, también en esto, un cambio de rumbo en las políticas preventivas que nos permita frenar una situación de auténtica categoría de alerta sanitaria.

Publicado en La Nueva Crónica, 29 diciembre 2015

martes, 22 de diciembre de 2015

Más polvo que paja

     Conviene comparar las emociones que vivimos los habitantes de la vieja Europa durante el pasado verano a causa de la crisis de los refugiados con la actualidad hostil de este fin de año. Entonces hubo manifestaciones, amplios gestos de solidaridad general, brazos abiertos… y hasta Angela Merkel pareció una madre coraje. Hoy, si repasamos solo los titulares de un diario nacional aparecidos en los primeros días del mes de diciembre, encontraremos la siguiente retahíla penosa: la UE ofrece más dinero a África para que contenga la inmigración; el sueño europeo se ha desvanecido; Eslovenia empieza a construir barreras en la frontera con Croacia; miles de personas quedan varadas en la frontera entre Macedonia y Grecia; la ONU alerta de la falta de atención a la salud de las refugiadas; la UE plantea ampliar a dos años los controles en sus fronteras interiores; Turquía detiene a 1.400 migrantes tras la firma del acuerdo con la UE. Y así sucesivamente.

     Cabe preguntarse, pues, por lo que ha ocurrido en ese tránsito temporal para que el paisaje humano se haya modificado de un modo tan notable y, seguramente, todos podremos enunciar algunas claves de dicho cambio: que si el terrorismo, que si la avalancha, que si la limitada capacidad de acogida, que si el control de las fronteras… Lo que sea, sobrarán razones para explicar lo sucedido cuando ya alguien había decidido convertir una tragedia humana en una parodia al estilo de lo que filmó Luis García Berlanga en su película Plácido allá por 1961: donde entonces se trataba de sentar un pobre en la mesa navideña, todos quisimos ahora compartir nuestra vida con un sirio. Digo sirios porque ésa fue la primera criba que propusieron los poderes para ordenar el tráfico de masas, no valía cualquier cosa y mucho menos si se trataba de un migrante normal y corriente, sin pedigrí y sin carga bélica para lavar nuestras conciencias. Aunque al final ni sirios.

     Por eso, de un modo berlanguiano, podríamos concluir que el resultado de la catástrofe ha producido mucho más polvo que paja y, desde luego, mucho más que grano, aludiendo a la expresión referida a la tarea de aventar el cereal y trillarlo en la era. Se separaba entonces el grano –lo útil, lo valioso- de la paja –lo inútil, lo superficial- y el polvo era el acompañante incómodo de esa labor. Nosotros, los europeos y europeas, nos hemos perdido una vez más en el polvo y nos hemos quedado tan anchos mientras el drama continúa bien alejado, intencionadamente alejado, del primer plano.

     Pero he aquí que otras noticias simultáneas deberían movernos de nuevo a la reflexión. Por ejemplo, la que nos advierte de que España ha batido el récord en emigración desde el inicio de la crisis a pesar de la supuesta recuperación económica: en el primer semestre de este año más de 50.000 españoles y españolas se han ido al extranjero, un 30% más que en 2014. Y es que todos en cierta manera somos refugiados en busca de algún refugio, no importa si las guerras que nos llevan y nos traen son de naturaleza armada o financiera, si los movimientos se producen por represión política o por asfixia climática, si somos hijos o hijas de la miseria o de la locura. Lo que está claro es que somos, todos, mucho más que polvo y mucho más que paja, que es el máximo valor que la Unión Europea ha concedido a los refugiados y a los migrantes, tanto da.

     Sea como fuere, lo mismo que la ciudadanía se situó por delante de los estados hace meses, así acaba de ocurrir ahora con la representación sindical, patronal y de otras organizaciones civiles que forman parte del Comité Económico y Social Europeo (CESE) que acaba de superar también a los gobiernos. En su seno y con enorme mayoría se ha llevado a cabo otra importante labor de trilla en cuanto a qué se debe considerar país de origen seguro para otorgar el status de refugiado. Y se dice en el dictamen que, entre otros criterios, deberá garantizarse en ellos el pleno respeto de todos los Derechos Humanos, incluidos el respeto y la protección a la igualdad de género, de los colectivos LGTBI y de las minoría étnicas o culturales. Es dudoso, por tanto, que se puedan considerar seguros, tal y como pretende la Comisión Europea, países como Kosovo, Albania, Turquía, Serbia, Bosnia, Montenegro y Macedonia  El CESE aprobó también a mediados de este mes una resolución sobre la crisis de los refugiados en la que se vuelve a defender la necesidad de cumplir la legislación internacional que obliga a la acogida y de adoptar urgentemente una posición común de la UE que incluya la redistribución de los refugiados por países.

     Son noticias de interés sobre un asunto que no debe ni puede perder actualidad, a pesar de que ya no llame la atención de los medios de comunicación. Y son tareas destacables que nos acercan mucho más al grano que a la paja y al polvo con los que se envolvió la crisis y se le permitió luego diluirse a medida que fueron progresando posiciones profundamente reaccionarias, cuando no xenófobas o racistas, en el ánimo de los gobiernos.

Publicado en Diario de León, 22 diciembre 2015

martes, 15 de diciembre de 2015

La delación

     La acción de delatar tiene mucho que ver con el chisme, la traición, el soplo e ir con el cuento a alguien. Lo mismo que el delator está emparentado con el chivato, el acusica y el soplón. Así lo describe el Diccionario de María Moliner, donde dicha entrada, aparte de su estricta definición, aparece cargada de connotaciones más bien negativas y despreciables.

     Sin embargo, la delación ha vuelto a ponerse de moda en esta España de costumbres rancias y filas prietas, animada por un Gobierno experto en ocurrencias y mala leche. Impulsado por unos contextos más que adversos que le sirven de coartada, no ha dudado en reavivar en nosotros las maneras guerracivilistas a la par que nos va convirtiendo a todos en sospechosos o en espías. Así procedió el Ministerio de Empleo y Seguridad Social con su Buzón de lucha contra el fraude laboral donde, bajo el absoluto anonimato, podías sacarle los colores a un vecino jubilado que seguía con sus chapuzas en el pueblo. Con ese mismo sistema, ahora podemos también sumarnos a la campaña Stop Radicalismos promovida por el Ministerio del Interior y, gracias a nuestro sano juicio y mejor olfato, identificar a individuos con pinta radical (a saber). Todo ello, naturalmente, con el soporte oficial y desde las propias páginas web gubernamentales. Limpio y radiante comportamiento cívico.

     En suma, que no contentos con todos los mecanismos de control, vigilancia y observación indiscriminada de la ciudadanía, no satisfechos con cámaras, radares, pinchazos telefónicos, tráfico de datos y otros rastros digitales o analógicos, no lo bastante sonrojados por los casos Assange, Snowden y Falciani, los gobiernos han decidido metamorfosear a sus súbditos en presuntos delincuentes o en presuntos policías y transformarnos en actores de un más que peligroso juego de acecho e insidia. O lo que viene a ser lo mismo: el simple ojo orwelliano mutado en compuesto ojo de insecto con infinitas unidades receptivas para que nada escape al examen del Big Brother.

Publicado en La Nueva Crónica, 15 diciembre 2015

martes, 8 de diciembre de 2015

Esas galaxias

A nadie debe extrañar el enésimo retorno de la saga galáctica que nos invadirá durante este fin de año con todo su despliegue publicitario y comercial. No es un hecho aislado, sino que se inscribe en una renovada forma de mirar al universo bien distinta de la que nuestros ojos alumbraban allá por 1977, cuando George Lucas firmó la primera entrega. Agotado entonces el Programa Apolo como buque insignia de la colonización lunar, otras crisis económicas anteriores a la actual pusieron muy en cuestión el gasto que se efectuaba en las aventuras espaciales y toda aquella odisea, sustituida por iniciativas menos espectaculares, se convirtió en melancolía o en romanticismo. Triunfó, por continuar con el ejemplo cinematográfico, el espíritu de ET o de Encuentros en la tercera fase: en lugar de viajar al exterior, era éste el que venía a nosotros de un modo mucho más barato y familiar.

Mas, como hemos dicho, no fue el fin ni muchos menos de esa tendencia tan humana que nos anima a conquistar el espacio, ya sea con un telescopio rudimentario, ya sea con un invento robotizado. Y ocurrió entonces, tránsito entre centurias, algo muy propio de la fiebre romántica: fuera por simple casualidad o por intención oculta de las agencias de noticias, coincidiendo con las fechas que servían de puente interanual y sólo con ésas, quizá por un sentido apocalíptico o iniciático, los medios de comunicación solían llenarse de galaxias recién descubiertas, de satélites en fuga, de exoplanetas y de agujeros muy negros. Todo era misterioso y narrado como sin atractivo, de un modo más que rutinario, donde sólo se salvaban algunos nombres sugerentes de las sondas espaciales Voyager y Pioner o del robot marciano Opportunity.

Sin embargo, todo ha vuelto a transformarse a medida que hemos ido cayendo en esta edad poscontemporánea. Tal vez sea a causa del efecto psicológico de todas las crisis que nos agobian y que nos llevan a buscar respuestas más allá de lo cotidiano en una fe fundamentalista, en una aldea desconectada o en la basura espacial que cae sobre los campos españoles como un  maná achatarrado. O tal vez sea, con mucha mayor probabilidad, que el planeta se agota y no queda otro remedio que volver a mirar al universo con afán de supervivencia, guiados en unas ocasiones por la voz metálica de Stephen Hawking y en otras por la cámara de Ridley Scott como en The Martian. El caso es que de nuevo todo ha vuelto a sufrir un giro copernicano y tornamos a hacer de ese más allá una realidad al alcance de la mano o del sueño, según convenga. Así, un grupo de científicos de Teruel, ahí al lado, han conseguido identificar nada menos que la materia visible escondida y perdida desde el Big Bang; así también, las redes se pueblan de iniciativas y apoyos para dar el nombre de Cervantes y de toda su troupe a un conjunto de estrellas; y así, por último, en esta incompleta enumeración de cuanto nos sucede, hace apenas un par de años, después de otros cuatro de observación, nos dejó boquiabiertos una estrella, a 1.500 años luz de nosotros y oficialmente designada KIC 8462852, que podría albergar una civilización tan desarrollada que habría construido una especie de huerto solar espacial de dimensiones cósmicas.

Es la mirada mágica o mítica la que se ha impuesto al fin sobre aquella otra de pura ciencia-ficción o la estrictamente romántica. Y, puesto que todo es escepticismo, no nos queda otro remedio que acudir a la magia o al mito, porque al cabo también en materia científica somos incrédulos o austeros. Eso sí, a pesar de las crisis de todo tipo, al contrario de lo que ocurrió en la década de los años setenta, ahora nadie cuestiona las noticias del universo. Será también necesidad de creer.
Publicado en Tam Tam Press, 8 diciembre 2015

martes, 1 de diciembre de 2015

Precariedad y pobreza

     
     De los informes oficiales se puede extraer siempre una imagen de la realidad que casi nada tiene que ver con la propaganda oficial u oficializada. Lo que ocurre es que esta última es mucho más poderosa y publicada que aquéllos, por lo general poco difundidos y mal trillados, convertidos al fin en un mar de cifras que obligan a su interpretación.

     El último que hemos conocido es el de la Agencia Tributaria relativo al Mercado de trabajo y pensiones en la fuentes tributarias del año 2014. Es interesante, pues en él se recogen los ingresos declarados por rentas laborales, es decir, salarios, pensiones y prestaciones por desempleo (aunque es una lástima que no se incluyan las rentas de los autónomos). Por lo que hace a Castilla y León, hemos sabido así que son 1.569.226 las personas declarantes por esta vía, con una media de ingresos por persona y año de 16.813 €, lo que viene a ser el 98% de la media total española. Y hemos sabido también que la retribución salarial media fue de 20.648 €; la de las pensiones, 13.794 €; y la de las prestaciones, 4.786 €. Elocuentes cantidades.

     De interés también resulta conocer que las percepciones por persona nos indican cuántos empresarios ha tenido de media cada trabajador o trabajadora en el año, para hacernos una idea de la mayor o menor precariedad laboral. Pues bien, esa media es 1’27, lo cual quiere decir que pocos, muy pocos, tuvieron un solo empleador y un solo empleo en 2014.

     Y, por último, clasificados los asalariados por tramos de salarios, descubrimos  que el bloque mayor (184.190 personas) es el que cobra menos del 0’5 del SMI, el nivel más bajo de la tabla. De otro modo: junto a la precariedad, pobreza. Pero, entre los pensionistas, el bloque más amplio es el que se sitúa entre el 1 y el 1’5 del SMI. Así que preguntémonos: con los salarios anteriores, ¿por cuánto tiempo se mantendrá esta anómala situación en la que los pensionistas reciben más ingresos que los activos? ¿Qué pensiones tendrán esos parias? ¿Habrá pensiones?

Publicado en La Nueva Crónica, 1 diciembre 2015