Blog de Ignacio Fernández

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martes, 2 de febrero de 2016

Herencias

Los artistas
     Ocurrió que en plena bronca por los despidos de quienes han prestado durante años sus servicios telefónicos a lo que fue la Caja local o regional, ni se sabe ya qué fue aquello, es decir, en medio de otro episodio en su progresivo desmantelamiento, llegaron hace días unos severos analistas de la entidad que ha heredado el negocio y nos dijeron que “la economía leonesa quedará rezagada en el escenario de recuperación generalizado”. Y añadieron que “León crecerá este año por debajo de la media autonómica: 2,4% frente al 2,8%. La evolución del empleo evidencia debilidades estructurales y lastra el avance”. Y se quedaron tan anchos.

     Estos individuos, embajadores ya digo de la firma heredera, incluso han publicado un estudio, pues al parecer se dedican a eso, donde recogen este tipo de originales profecías, aunque seguramente ignoren, dada su alarma repentina, que la provincia de León agoniza desde hace años y que la dichosa crisis no ha hecho más que acentuar sus males; que, de hecho, hemos perdido ya la cuenta de trimestres en que esta provincia figura en la cola del total nacional en lo que hace a la tasa de actividad; que su sangría poblacional la ha colocado al borde del colapso y ése no es asunto de ahora mismo; y que, por rematar el cuadro, la pérdida de poder adquisitivo vía salarios ha sido notable en el último lustro, muy por encima de esas otras medias que ellos miden para llegar a conclusiones tan novedosas. Y van y se hacen una foto con el Rector de la Universidad, lo que ya es osadía de los unos y torpeza del otro.

     Naturalmente, nada dicen estos vasallos de los ilustres herederos acerca del papel que a la Caja y a sus enterradores les corresponde en este duelo provincial. Nada hay del daño causado a esta entidad y a otras como ella, aquella banca semi-pública que hoy se echa de menos, debido a la estrategia general contra todo lo público que encontró en los tiempos de crisis el terreno abonado para la gran liquidación. Cierto es que hubo pecados internos que era necesario purgar, pero cierto es también, aunque apenas se diga, que ha sido al cabo la banca privada la agraciada por dicha purga al beneficiarse con esa suculenta tajada del negocio. Por eso, cuando tanto se ha hablado y se hablará tanto de herencias recibidas, bueno es no ignorar a estos disimulados herederos del ahorro popular y de la naturaleza social de aquellas cajas definitivamente pasada a mejor vida. No hay ya obligaciones ni sociales ni populares. Sólo lucro e interés.

     Desde esa posición es fácil hacer previsiones a favor de obra. Eufóricas previsiones incluso, como las de los ilustres estudiosos antes citados u otros intérpretes de encuestas de población activa. A nadie extrañe que continúen con su márketing de optimismo y nos hablen de “recuperación generalizada”. Ellos no necesitan leer los recientes informes de la OIT sobre la tendencia laboral en 2016, que anuncian un panorama global aterrador; tampoco los de Intermón relativos a la enorme y creciente desigualdad; ni siquiera los del Banco de España relativos a la escasa disposición de metálico por parte de las familias, la cifra menor en el pasado mes de septiembre desde 2005. Del mismo modo que tampoco tienen que atender a otro tipo de herencias con las que cargamos los débiles a nuestras espaldas. ¿Para qué esa perspectiva social en sus análisis?

     Obvian de esta manera que junto a la evolución negativa del empleo los débiles sufren también otros dolores que afectan al reparto secundario de la renta, los que se derivan de destruir lo público en beneficio del negocio privado; tal y como ha sucedido no sólo en lo que aquí tratamos, sino y sobre todo en sanidad y educación: casi 10.000 millones se han perdido en gasto sanitario y 7.300 en el educativo entre 2009 y 2013, según los últimos datos confirmados. Los grandes servicios públicos y las prestaciones sociales —las de desempleo a la cabeza— pagan las consecuencias de los recortes, en un proceso aún no terminado de involución del estado social, de jibarización de lo público.

     Modificar el sentido de esta herencia recibida no será fácil. Otras políticas serán necesarias para permitir, sí, el equilibrio en las cuentas públicas pero de forma más pausada y que, necesariamente, habrán de pasar por modificar los objetivos y ampliar los plazos de la consolidación fiscal del Programa de Estabilidad 2015/2018, por incrementar los ingresos y no reducir más el gasto público en porcentaje del PIB, y por impulsar una reforma fiscal que aumente la suficiencia y la equidad del sistema. Todo esto en términos generales, porque lo que también es evidente es que esta provincia requerirá además otro tipo de impulsos complementarios, sin los cuales es difícil pensar en otro futuro diferente a la emigración y al definitivo agotamiento.

Publicado en Diario de León, 3 febrero 2016

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