Blog de Ignacio Fernández

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martes, 10 de mayo de 2016

Aquel mayo francés

El estallido sucederá dentro de un par de años cuando se cumpla el 50 aniversario de aquel mayo francés por antonomasia: las televisiones, las emisoras de radio, los periódicos, las editoriales, los suplementos culturales… todos los medios volverán a escribir y a hablar de aquella primavera, la conmemoración tendrá el rango y el boato de lo oficial y todos correrán en persecución del ángulo original, de la fotografía escondida, de la declaración del protagonista anónimo: “yo estuve allí”. No es el caso, claro, de Moderato Cantábile, siempre a destiempo y siempre a contracorriente, que se adelanta a los acontecimientos sin otro motivo que el de nuestra soberana voluntad y que os acerca en este capítulo el cancionero que fuera de aquel mayo de 1968. Nadie diga, dentro de dos años, que no sabía de qué iba.

Aunque para centrar el asunto bien nos vendrá antes un poco de teoría, la que encontramos en el número 1 de la revista Action, órgano del movimiento estudiantil francés en aquellas fechas: “…Los estudiantes toman conciencia de lo que se quiere formar con ellos: los cuadros del sistema económico existente. Su lucha concierne a todos los obreros, ya que es la misma lucha. Se niegan a llegar a ser profesores al servicio de una enseñanza que selecciona a los hijos de la burguesía y elimina a los otros. Se niegan a llegar a ser sociólogos fabricantes de slogans para las campañas electorales del gobierno, sicólogos encargados de hacer funcionar los equipos de obreros según los mejores intereses del patrón. La juventud estudiantil, obrera, rechaza el futuro que le ofrece la sociedad actual, rechaza la desocupación cada vez más amenazante, rechaza la universidad de hoy que sólo le brinda una formación ultraespecializada, carente de valor, bajo el pretexto de la selección; que reserva el saber sólo a los hijos de la burguesía; y que es sólo un instrumento de la represión contra todas las ideas no conformes con los intereses de la clase dominante”. Nada más y nada menos. ¿Han pasado en verdad 50 años desde entonces?

Pues bien, ¿qué escuchaban aquellos jóvenes engagés, aquellos jóvenes franceses y de otras partes del mundo, aparentemente tan comprometidos y tan llenos de arrojo? A esa cuestión pretendemos responder desde estas páginas y abrimos el desfile con ese fin. De modo que en el principio no queda otra que situar la banda sonora gala propiamente dicha, con una trilogía imprescindible: Serge Gainsbourg, que recreaba por entonces un tema más que clásico, Les feuilles mortes, y lo reescribía a su manera como La chanson de Prévert mientras se fumaba unos cuantos paquetes de Gitanes [https://www.youtube.com/watch?v=IzuTdVJG-ck]; Léo Ferré, juglar épico de la chanson, que ponía voz y música a un texto rojo-rojo del poeta Louis Aragon, L’affiche rouge [https://www.youtube.com/watch?v=xGZ1lnwwYfs]; y el dandy Jacques Dutronc que, a pesar de las algarabías callejeras, ofrecía en Paris s’éveille un verdadero tour turístico por el despertar de la ciudad de la luz [https://www.youtube.com/watch?v=7whXkifG_ms]. Así estaban las cosas y así sonaban.

Pero, naturalmente, de otras geografías llegaban otros sonidos, otros cantables y otros nombres que hoy también son historia. Por ejemplo, en la imperial Gran Bretaña se libraban las primeras escaramuzas entre los dos grupos seminales, que también se las vieron en medio de la agitación del 68. Mick Jagger, al frente de los Rolling Stones, compuso Street fighting man: “Pero ¿qué puede hacer un pobre chico / excepto cantar en una banda de rock and roll? / Porque en el somnoliento Londres / no hay lugar para un luchador callejero” [https://www.youtube.com/watch?v=NHugEELD8o8]. Y le respondería John Lennon, con sus Beatles, en Revolution: “Bien, dices que quieres una revolución, / bien, ya sabes, / todos queremos cambiar el mundo, / pero cuando hablas de destrucción / ya sabes que no puedes contar conmigo” [https://www.youtube.com/watch?v=BGLGzRXY5Bw]. Mientras tanto, los jóvenes de la Universidad de Berkeley, en California se volvían pacifistas para clamar contra la guerra de Vietnam y Bob Dylan se escondía en Nashville, impostaba su voz al estilo country y grababa algunas de sus canciones más olvidadas, como I threw it all away [https://www.youtube.com/watch?v=ww1gt6MHJRA]. Porque allá, en los Estados Unidos, a la vez que alguien asesinaba a Martin Luther King, se escuchaba también la voz de Otis Redding apostado en algún lugar del muelle, (Sitting on) The dock of the bay [https://www.youtube.com/watch?v=rTVjnBo96Ug]; y otros, más frívolos quizá, se citaban en las discotecas, que en aquellos sesenta eran lo más de lo más, donde sonaban por igual canciones como Pata pata [https://www.youtube.com/watch?v=lNeP3hrm__k] de Miriam Makeba, una señora sudafricana, demostrando que lo étnico no es un fenómeno tan reciente, como Baby come back [https://www.youtube.com/watch?v=5q3ALvb16EE] de los simpáticos Equals, la mejor escuela para el baile de cadera.

Tampoco España conoció una mala cosecha en aquel 1968. La encabezó Joan Manuel Serrat con una canción que ponía en tela de juicio uno de los mandamientos de la moral familiar de la época: el retorno inmaculado al hogar de las muchachas en flor Poco antes de que den las diez [https://www.youtube.com/watch?v=GcRcjIBhFb4]. Porque al fin y al cabo no todo era decencia y los hippies estaban a la vuelta de la esquina, es decir, Ibiza, Sisa y Pau Riba, que escribían sus canciones de juventud como piezas canónicas del nuevo folk-pop autóctono, según demostró el último de ellos en Muchacha de porcelana h[ttps://www.youtube.com/watch?v=OduZnhk1rVg]. Y estaba Jeannette, por supuesto, con su grupo, Los Pic Nic, que lanzaba melancólicos mensajes de consuelo en Cállate niña [https://www.youtube.com/watch?v=5T13p0m760Q], mientras Los Canarios, el grupo de Teddy Bautista, nos ponían de rodillas (Get on your knees), hacían bailar a medio país y constataban que el soul también era cosa nuestra [https://www.youtube.com/watch?v=X5wW9xgKbDs].


Así fue, así lo vivimos, y así volverá a sonar dentro de un par de años, en plena apoteosis, el cancionero de aquel mayo francés, cuyo corolario no puede ser otro que la provocadora Je t’aime moi non plus, compuesta por Serge Gainsbourg e interpretada en un principio al lado de Brigitte Bardot, su gran amor imposible: el tipo más feo de París y la rubia más deseada después de Marilyn [https://www.youtube.com/watch?v=v3nHpnhu8Ds].
  

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