Blog de Ignacio Fernández

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martes, 3 de mayo de 2016

Banalidades

Cada dos por tres escucho atónito noticias sobre cacas de perro en los telediarios: acerca de multas, de análisis identificativos de los animales, de incivismo de sus dueños, de ordenanzas municipales al respecto y así sucesivamente. Junto a los capítulos sobre avances médicos inaccesibles para el común de los mortales, sobre espectaculares acciones policiales que crean una falsa sensación de seguridad o de desamparo, según se mire, y sobre los más morbosos procesos judiciales, la caca de los perros conforma el guión inevitable de esos informativos de la televisión pública. Por no hablar de los deportes o de esas puerilidades que abundan en internet y de las que, cada vez más, también se hacen eco.

Es verdad que la información política y económica ha acabado por hastiarnos a casi todos, ya sea por las materias en sí, ya sea por los actores protagonistas, ya sea por la narrativa con que es relatada. Pero esto es perfectamente mejorable, y ejemplos de ello ha habido y hay, de tal manera que no se justifica la compensación con lo banal para seguir llamando la atención de la audiencia. No, la banalidad es ya una parte más del punto de vista con el que observamos y analizamos la realidad. Lo mismo que Spielberg y compañía son responsables de las altas dosis de infantilismo del cine de los últimos treinta años, también la información pública (no hablemos de la privada, porque ésa tiene además otros idearios) se viste cada vez más de una frivolidad temeraria y enfermiza.

Supongo que para muchos individuos la caca de sus perros es ciertamente trascendental como parte íntima que es de sus mascotas muy amadas. Y por eso me merecen respeto las mascotas, las cacas y los individuos. Sin embargo, no dejo de preguntarme por lo que habita en la mente de los redactores o en la dirección de los informativos para que nos obliguen a todos a soportar esas noticias tan sustanciosas. Sobre todo cuando tanto y tan relevante ocurre en nuestro entorno. A no ser que no quieran que lo veamos.

Publicado en La Nueva Crónica, 3 mayo 2016

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