Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 30 de abril de 2017

Días

     En vísperas del Día de los Trabajadores, conviene recordar que en su mayor parte fueron las Naciones Unidas quienes impulsaron esas citas, no así curiosamente la del 1 de mayo, como hitos cuya celebración puede ayudar, en palabras de Paulo Freire, al “ejercicio constante de la lectura del mundo” y contribuir a una convivencia más democrática en cuanto a diversidad, paz y derechos humanos. Indica en tal sentido la web de esa organización: “sensibilizar, concienciar, llamar la atención, señalar que existe un problema sin resolver, un asunto importante y pendiente en las sociedades para que, a través de esa sensibilización, los gobiernos y los estados actúen y tomen medidas o para que los ciudadanos así lo exijan a sus representantes".

     Hay, pues, un calendario solidario alternativo al santoral que, sin embargo, no goza de su misma popularidad y que incluso es sepultado por las conmemoraciones puramente comerciales. Nadie oculta su onomástica, que es cuestión individual y accidental sin más, y nadie deja de felicitar a madres o enamorados, a pesar de que sean simples inventos religiosos o mercantiles. Hasta el black friday tiene últimamente más presencia que muchas de las referencias que la ONU ha situado en los almanaques. Pareciera que orillamos los significados solidarios por temor a ser identificados con algunos de su sus referentes: yo no soy mujer maltratada, yo no soy obrero, yo nos soy enfermo, yo no soy especie en extinción, yo no soy racista, etc. Al negar la evidencia, rechazamos las connotaciones negativas que, desde luego, no están de moda.

     Mas no deberíamos olvidar, como señala Eduardo Galeano, que esos aniversarios alternativos "son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, pero quizá desencadenan la alegría de hacer y la traducen en retos. Al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la manera de probar que la realidad es transformable".

Publicado en La Nueva Crónica, 30 abril 2017

domingo, 23 de abril de 2017

Puentes

     Echar una ojeada al calendario, sobre todo en esta primavera desatada, es constatar una vez más la dificultad para que el tiempo pase y se produzca algún tipo de progreso, por mínimo que sea. A no ser, claro, que el objetivo sea el contrario, que nada cambie en verdad y que se perpetúen modelos caducos, pues no otro es el fin que se nos tiene diseñado.

     Entre la cansina semana santa, los puentes comuneros y los que inauguran mayo, cabe preguntarse al menos por aquella intención de actuar sobre los festivos para, decían, domesticarlos un poco en términos productivos. ¿O fue un globo sonda, como tantos otros en nuestras vidas? Lo mismo que ha ocurrido con el propósito de ajustarnos a un huso horario menos germano o de asignar a las vacaciones escolares una pauta mucho más pedagógica en sus fechas. Nada se hace en ningún sentido porque muchos y muy poderosos son los intereses, desde los religiosos a los comerciales, que tanto da.

     Con todo, lo más insoportable es la murga del turismo, ése nuevo filón económico único al que nos aferramos como bálsamo de Fierabrás para todos nuestros males. La monserga a la que se nos sometió durante la semana de pasión y gloria a través todo tipo de informativos fue digna de conmiseración. Entre la conveniencia dudosa de exaltar el sector a toda costa, la necesidad de mostrar que volvemos a ser felices por decreto y la tendencia natural a la juerga seglar o devota, difícil fue escapar a un despliegue mediático muy por encima del real.

     Tan difícil que casi nadie reparó en otra noticia terrible parida también en esos mismos momentos de esplendor: según un informa de UNICEF, España tiene una de las tasas más altas de pobreza infantil de la Unión Europea, y es el tercer país, por detrás de Rumanía y Grecia, tanto en pobreza relativa como en "anclada", que alcanza casi al 40% de niños y niñas, con un aumento de nueve puntos porcentuales entre 2008 y 2014. Naturalmente, este no es asunto ni de vacación ni de puentes, que es lo que conviene publicitar.

Publicado en La Nueva Crónica, 23 abril 2017

domingo, 16 de abril de 2017

Parques

     La mirada se torna estrábica ante una actualidad que a veces se muestra caprichosa y contradictoria, pero que ilustra a la perfección esa realidad dual en que vivimos. Ocurrió así al coincidir en los titulares dos acontecimientos que merecen ser contemplados como una unidad bifronte, tal y como fue recogido en casi todos los informativos locales.

     De un lado, se daba cuenta de la inauguración en Cerezales del Condado de la nueva sede, sorprendente en todos los sentidos, de la Fundación que allí asienta sus reales. Se trata de una construcción más que elogiada, bien glosada en estas mismas columnas por autoridades con mayor conocimiento, en consonancia con una trayectoria que dignifica la tarea cultural, la proyecta con maestría y la integra en su entorno con cuidado exquisito.

     De otro, se anunciaba que el Ayuntamiento de León estudia construir un parque acuático en la Palomera, para lo cual se adjudicaría a una empresa la obra y explotación del centro de ocio. Y lo explicaban como si en ello hubiera un sello innovador para la ciudad, incluso un atractivo para propios y extraños que habrán de maravillarse entre piscinas y toboganes.

     Son, como decimos, dos modos de diseñar la actualidad que nos envuelve, no tan alejados en la geografía como en la intención o en la ideología que los anima. En suma, lo que se quiere para una ciudadanía a la que se presta un servicio, la cultura o el ocio, para lo cual se articulan las políticas tanto públicas como privadas. Resolverlo es una cuestión de prioridades y de criterio.

     Porque no fue una casualidad la coincidencia temporal de ambas noticias. Es el estrabismo al que nos obliga nuestro existir cotidiano, que no es la peor enfermedad que sufren nuestros ojos. Hay quien ve directamente espejismos y nos los presenta como realidades para que todos creamos que en los parques está el futuro. A pesar incluso de las alertas sobre una sequía histórica que hace temblar regadíos y otros abastecimientos urbanos. En fin, ¡viva la orgía líquida!

Publicado en La Nueva Crónica, 16 abril 2017

jueves, 13 de abril de 2017

Dichosas primaveras

“Pasa ligera la maldita primavera…” fue un estribillo que popularizaron a medias las cantantes, más bien prescindibles, Loretta Goggi en italiano y Yuri en español. Lo citamos aquí como apertura de esta serie primaveral porque si algo tiene esa estación es precisamente una acentuada tendencia a lo hortera y a lo bobalicón por donde, sin olvidarla del todo, trataremos de no transitar.

Sin embargo, cuando de la primavera tratamos, inevitable resulta dejarse atrapar por lo colorido y lo floral, por lo almibarado y por lo hormonal, es decir, por todos esos tópicos adolescentes que unen a la dichosa estación con el estallido de todos los excesos vitales. El cancionero da muestras de ello, aunque no tanto como podríamos pensar. De hecho, clásicos como Vivaldi o Smetana aparte, no son muchas las muestras ni de buen ni de mal gusto que toman a la primavera como razón de ser para la creación musical. Nos quedaremos, pues, con las primeras, y le sumaremos como corolario un bonito ramillete de flores, que en esto sí que se han estirado artistas y creadores con notable entusiasmo.

Observaremos, para empezar, que hay un idilio importante entre la primavera y el flamenco con dos ejemplos que nos parecen de comunión más que obligatoria: La primavera  [https://www.youtube.com/watch?v=8joR6ZNNUfI] de Camarón de la Isla y Primavera  [https://www.youtube.com/watch?v=yFnU2_cCyzk] de José Mercé. El primero se sirve del motivo para hundirse en sus raíces étnicas, mientras que al segundo le pone en bandeja un peculiar ejercicio de psicoanálisis. Sorprendentes tratamientos del asunto el que ambos plantean, que desembocará más tarde en el desinhibido juego protagonizado por Los Delinqüentes con su interpretación de La primavera trompetera a base de todo tipo de mixturas [https://www.youtube.com/watch?v=ZQK1poE6seo].

En el extremo opuesto, el de una lírica mucho más relajada e intimista, se sitúan el portugués José Afonso con un antológico Coro de primavera [https://www.youtube.com/watch?v=DdW9e3rB3dg] y Franco Battiato con Era l’inizio della primavera [https://www.youtube.com/watch?v=V08waYTsmi8], dos canciones bellísimas y sugerentes. “Levántate al sol de verano / somos nosotros tus cantores”, clama el primero, en tanto que describe el segundo: “La primavera comenzó un poco antes de tiempo, / la hierba apenas se veía, y nosotros estábamos bien”.

Y este breve camino primaveral culmina, ya que no da más de sí según se advertía al principio, con las melodías suaves de Los Pasos interpretando Primavera en la ciudad [https://www.youtube.com/watch?v=OqD5dFmYfHg] y las más que aceleradas de Manu Chao con su muy particular visión de La primavera [https://www.youtube.com/watch?v=RoV-Dy1TRsg]. Y no hay más, sinceramente.
En cambio, cuando atendemos al florero, el cancionero se desmelena y nos ofrece un monumental florilegio, verdaderamente inabarcable, para cada una de cuyas piezas podría construirse su respectiva playlist: rosas, gardenias, claveles… se multiplican y reproducen como si de una interminable primavera se tratase, si bien son las rosas las que acaban reinando en todo tiempo y estilo. Mas como lo que aquí pretendemos es únicamente un adorno floral para la dichosa primavera, propondremos tan sólo unas pequeñas muestras, suficientes no obstante para el ardor apícola.

El jardín lo inaugura un cantable de tipo general y simbólico, sin atender a especies ni variedades, movido en exclusiva por el significado esperanzador de lo florido: “No soñemos pasados / que el viento se ha llevado, / una flor de hoy se marchita justo al día siguiente. / Es preciso que nazcan flores a cada instante”. Así entonaba Lluis Llach en Cal que neixin flors a cada instant [https://www.youtube.com/watch?v=y6TlypU1NGA].

Pero yendo ya a lo preciso, inevitables son, como decíamos, las rosas, cualquier tipo y de cualquier color, con cualquier motivo y para toda ocasión. Así que empecemos por ellas la selección, en concreto con las Cuatro rosas que consagraron en su plenitud a Gabinete Caligari [https://www.youtube.com/watch?v=1CMb0n9ImkA], por más que el sentido en este caso pueda tener también otros referentes. Aspiremos a continuación el aroma A jazmín que propone El último de la fila [https://www.youtube.com/watch?v=Ty83LVawBUA] y recuperemos a su lado la voz y la figura de la peruana Chabuca Granda glosando La flor de la canela [https://www.youtube.com/watch?v=h8T-MbBEpUI]. Añadamos al ramillete las eternas Dos gardenias, según interpretación más que personal de Amparanoia [https://www.youtube.com/watch?v=56ePtjXkB_k] y cerremos, en fin, este pequeño repertorio de canciones con el inexcusable Ramito de violetas de Cecilia [https://www.youtube.com/watch?v=o1UhzRO-S60].


Lo cual que dejaremos aquí ya tanta exuberancia, no vaya a ser que nos salga algún sarpullido o que acabemos hundidos en la astenia primaveral, que de todo hay en esta dichosa estación. No da tanto de sí, como hemos querido demostrar, en cuanto al cancionero se refiere, superada desde luego por la inflación estival e incluso por un invierno cargado de referencia meteorológicas, que han sido ya motivo de nuestra dedicación en episodios anteriores del Moderato Cantábile. Así que no queda otra que ir apagando interruptores, devolviendo cantables a sus estuches digitales o analógicos y sugiriendo uno último como colofón para todo ese sucederse de estaciones y de emociones. Nos referimos a Spring, Summer, Winter and Fall [https://www.youtube.com/watch?v=1jGdJw5SbWE] de Aphrodite’s Child, el grupo donde dieron sus primeros pasos primaverales gentes tan sonoras como Demis Roussos o Vangelis.

domingo, 9 de abril de 2017

Piedras

     Mirando andaba Quevedo los muros de la patria suya y los hallaba desmoronados. Leves diferencias habría si esa mirada suya abandonase ahora la celda de San Marcos y se pasease por la ciudad que abraza la que fuera su prisión. Conde Rebolledo arriba vendría a toparse con restos maltratados de lo que dicen que un día fue muralla romana, y un poco más allá, entre las plazas de Riaño y de San Francisco, de bruces vendría a darse con una más bien ajada cerca medieval. Al otro lado, en la Calle Carreras y en la Avenida de los Cubos, notaría precisamente la ausencia de cubos. Por último, otros restos presentes y ausentes por doquier le confirmarían el valor que damos por estos páramos a las piedras.

     Y lo que observamos nosotros con Quevedo es que al cabo las piedras merecen atención de acuerdo sobre todo con dos circunstancias: la semana santa y los escaparates. En el primer caso, los operarios municipales se afanan en arreglar para los fastos religiosos lo que durante las restantes cincuenta y una semanas del año se deja a la deriva. En el segundo, se impulsan paseos turísticos de cartón piedra o comisiones para convertir la ciudad en decorado cinematográfico. Es en suma lo que siempre se ha llevado por aquí: crucifijos y apariencias, que precisamente alcanzan su mayor expresión al unísono en la semana del fervor católico y de la limonada.

     Sin embargo, hay piedras todavía que nos dan vida o que dan testimonio de nuestra vida, aunque suelan pasar mucho más desapercibidas que las ruinas públicas o que los artificios oficiales. Sin ir más lejos, el lapidario espléndido que reposa en los sótanos del Museo de León. Sobrecoge y estimula por igual el espíritu quevedesco, así en lo literario como en los ecos históricos que destila. Y su difusión honraría mucho más a esta ciudad que las campañas de propaganda sobre lo efímero y comercial con que se decoran las paredes del suburbano madrileño. Traerán bullicio a las calles, pero don Francisco preferirá regresar a su celda silenciosa.

Publicado en La Nueva Crónica, 9 abril 2017

domingo, 2 de abril de 2017

Ojos turbios

     La realidad es la que es, lo que la hace diversa e interpretable es la mirada. Y la mirada, en cambio, no siempre es la que es. Desde luego, nunca es única, aunque sí pueda y debiera ser compartida. Entre otras razones, porque la mirada individual es pura subjetividad, idilio, lírica, que es lo que se lleva en estos tiempos dudosamente épicos. La mirada, además, es reflexión, análisis, observación y juicio, no se trata de una simple ojeada, de un vistazo o de una visión. La mirada se detiene en la realidad, la escruta y concluye.

     Por otro lado, la mirada necesita perspectiva, punto de vista y situación. La realidad, siendo la misma, se nos aparece otra si modificamos alguna de esas condiciones. Puede parecernos absolutamente contraria sin serlo. La mirada, pues, también construye, crea, anima. Y describe, siempre y cuando la objetividad sea su norma y no, como sucede en estos tiempos narcisistas, la de la pura apariencia.

     Finalmente, la mirada también enferma y hace de la realidad una bruma que, estando ahí, la perciben sólo los ojos turbios. Entonces la realidad es borrosa, del mismo modo que hay una lógica borrosa que abre rendijas en la rigurosa lógica y por ella penetran luces paradójicas y figuras literarias insospechadas. Se observa así una realidad que los ojos sanos no quieren ver o no se les permite que vean, tal y como ocurre en estos tiempos del malestar.

     Lo habitual es que el columnista sea un fino observador y que, con ojos presuntamente limpios, interprete su entorno y lo ponga en común a través de la palabra. Eso esperan por lo general quienes se asoman a los diarios y persiguen en ellos ese espacio de la opinión para contrastar las miradas ajenas con la propia y así extender el paisaje personal. Mas no será tal el caso en nuestro caso, o no del todo, sino el de la mirada vidriosa que permite reconocer y relatar la realidad velada que en estos tiempos turbulentos nos envuelve. Dispuestas están córneas, vítreos y retinas arruinadas para esta nueva serie.

Publicado en La Nueva Crónica, 2 abril 2017