“La noche de San Juan es
noche de alegría. / Estrellado de flores, el verano nos llega / de manos de un
duende que le hace de guía…” Así, como este Moderato Cantábile,
iniciaba Sisa su canción La nit de Sant Joan [https://www.youtube.com/watch?v=vlFFfjNWuaI]
y nosotros la tomamos como excusa para volver sobre el cancionero y descubrir
en él todo lo que las noches le han servido de nutriente. La de San Juan, por
supuesto, pero también otras innominadas que desfilarán por este artículo para
confeccionar su álbum cantable. No serán todas, claro, pero serán suficientes
para que “si llegase el amor, nunca más moriría”.
En fin, muy abundantes
son los tópicos que ligan las sombras nocturnas con los procesos creativos.
También por lo que hace a la música sin duda. Y no yerran quien eso observan si
atendemos a la profusión de nocturnidades que envuelven al cancionero y que
llevan a pensar en que esas horas oscuras alimentan relatos, melodías y todo
tipo de experiencias más o menos emocionales que toman cuerpo en las canciones.
Sin embargo, como veremos, nada es homogéneo y el sentimiento de los
noctámbulos adquiere una diversidad de expresiones difícilmente clasificable
más acá del rótulo general que las hermana. La noche de San Juan es noche de
fiesta, por ejemplo, pero no siempre es ése el tono, ni siquiera el más
generalizado.
En los orígenes de la
música moderna, tres bandas importantes popularizaron cantables con la noche
por bandera. Para Them, el grupo original de Van Morrison, en Here
comes the night [https://www.youtube.com/watch?v=ZnY84iaxV_g],
pareciera que ésas son horas de traición: “Podía ver a la derecha por la
ventana, / paseando por la calle, mi chica / con otro hombre”. En cambio, Para
Cream, donde reinaba Eric Clapton, en After midnight [https://www.youtube.com/watch?v=dFhAculy7nk],
la impresión es absolutamente la contraria, la de un momento en el que todo
vale: “Después de la medianoche, / se va a dejar todo colgando hacia abajo”. Y
por fin, para The Moddy Blues, en Nights in white satin https://www.youtube.com/watch?v=88uv7S9Bz9U],
la noche era el envoltorio perfecto para el onanismo platónico: “Noches de
blanco satén / que nunca llegan a terminar, / las cartas que he escrito / nunca
acaban de enviarse”. Así de distintos eran ellos y así eran sus noches.
Avanzado el tiempo, otro
trío sin ningún tipo de desperdicio vino a interpretar la nocturnidad en plan
mucho menos agrio, aunque también habría que hacérselo mirar. Fue el caso del
más que maduro Paul McCartney, que en No more lonely nights [https://www.youtube.com/watch?v=uyrrzJTbB5o]
parecía dispuesto a rebelarse como un eterno adolescente: “No más noches
solitarias, / eres la luz que me guía, / día o noche estoy siempre allí”. Por
su lado, el verdaderamente eterno Frank Sinatra pensaba en Stangers in the night [https://www.youtube.com/watch?v=s4fWMgoWrbE]
que lo suyo era más bien fugaz y caducable: “Extraños en la noche
intercambiando miradas / preguntándonos en la noche / cuáles eran las
posibilidades de que estuviéramos / compartiendo el amor antes de que la noche
se acabara”. Así que quien pone paz entre ellos es la más que cuerda Diana
Krall, que interpreta Quiet nights [https://www.youtube.com/watch?v=wuxBmpFHGa4]
como una pieza solemne con “noches tranquilas de estrellas tranquilas”. Como
debe ser.
Otros, muy libres son de
hacerlo, observan el espectáculo nocturno desde lugares y sucesos concretos, de
tal forma que uno no sabe bien si importa más lo uno, lo otro o la simbiosis de
ambos en el relato que construyen. De ese modo, desde el soul más profundo, Brook
Benton nos describe con delicadeza cómo es una Rainy night in Georgia [https://www.youtube.com/watch?v=Qr5djzzeA3M],
Loreena McKennitt hace lo propio y lo hace bien desde un mercado marroquí en Marrakesh
night market [https://www.youtube.com/watch?v=JzuxAhxuz7g]
y Paper Lace (¿qué fue de ellos después de esta canción?) mutan en gánsteres
ingenuos para contarnos The night Chicago died [https://www.youtube.com/watch?v=duzttklWilE].
Noches itinerantes, pues.
Y ya que estamos
colocados sobre el mapa, traigámonos el agua a nuestro molino y reconozcamos
que en estas geografías el saldo noctámbulo es jugoso conforme a la fama que
nos acredita. Lo fue sobre todo en una época habitada por grupos y tribus sin
leyes mordaza ni políticas demasiado correctas, que dieron rienda suelta a sus
pasiones trasnochadoras. Desde el sur llegaron melodías tórridas como para
romperse la camisa, encabezadas por Una noche de amor desesperada de
Triana [https://www.youtube.com/watch?v=m0K83SPGeB8]
y Noches
de bohemia de Navajita Plateá [https://www.youtube.com/watch?v=K540sf8G2n0].
Desde lo que entonces era el foro, y hoy ni se sabe, aportaron su granito
Solera en Noche tras noche [https://www.youtube.com/watch?v=mMUsKZVYYwg], Burning en la magnífica Una noche sin ti [https://www.youtube.com/watch?v=FSznRCvSRGE]
y Joaquín Sabina en Esta noche contigo [https://www.youtube.com/watch?v=L09WriPsHYE].
Y todavía desde más al norte, fueron Los Cardiacos los que ofrecieron dos
muestras memorables de la misma materia: Salid de noche [https://www.youtube.com/watch?v=b_C9v9OUpI8]
y Noches del Toisón [https://www.youtube.com/watch?v=r1-2tki_XFI].
Nada que envidiar en su conjunto a lo que habían dado de sí, que era mucho, los
músicos anglosajones. Y, como remate, para confirmar que también en otros
barrios del planeta hay vida nocturna valgan estas dos muy bonitas referencias:
la italiana Notti senza cuore de Gianna Nannini [https://www.youtube.com/watch?v=_tBYGjhINcA]
y la francesa Éblouie par la nuit de Zaz [https://www.youtube.com/watch?v=KDcgOpUp2nc].
Así, deslumbrados
(éblouis) de forma paradójica por toda esta cosecha noctívaga, convendrá ir
concluyendo antes de que nos llegue el día. Regresamos para ello al padre
fundador, al cantautor galáctico, a Sisa, a su más que hermosa canción de
fraternidad, Qualsevol nit pot sortir el sol [https://www.youtube.com/watch?v=pdlvAvC4Tw4].
Así lo entona él y nosotros le acompañamos con fervor: “el tiempo no cuenta ni
el espacio, cualquier noche puede salir el sol”.
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