Blog de Ignacio Fernández

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lunes, 9 de octubre de 2017

Che

9 de octubre de 1967, la fecha de la muerte de Ernesto Che Guevara, hace cincuenta años de ello. Leí al respecto que hablar del Che es hablar de alguien que juzgó su peripecia como “la historia de un fracaso”; alguien que en un momento de su vida se calificó como “una fría y selectiva máquina de matar”, aunque no haya campaña pacifista en el mundo sin su rostro flameando en alguna bandera; alguien que se opuso con fiereza a los valores del capitalismo y, sin embargo, en internet se venden centenares de fetiches con su imagen; alguien que descreía del tópico héroe americano, aunque Hollywood ha acabado devorándolo y lo ha representado a través de Omar Sharif, Antonio Banderas, Gael García Bernal y Benicio del Toro. Hablamos de alguien que firmó los billetes con desprecio y llegó a predecir el fin del dinero, y que en cambio hoy aparece –no su firma, sino su cara, esa marca no del todo registrada- en dinero que manosea cualquiera. Su prototipo de ser humano buscaba un hombre nuevo, sin vicios, aunque ahí está él, volando en un coffee-shop de Amsterdam bien fumado y con los ojos perdidos… Todo debió empezar con una canción, más o menos así: Hasta siempre, comandante de Carlos Puebla y los Tradicionales [https://www.youtube.com/watch?v=I-064cEZfK8].

Naturalmente, excesivas serán sin duda las muestras, sacras y profanas, en este altar del calendario, tantas como para guardar mejor un discreto silencio. No obstante, decenas de canciones, decenas de poemas han tenido al Che como elemento generador, y no podía Moderato Cantábile evitar la exploración de ese lado del mito. Porque, aparte de los textos que le dedicaron, entre otros, León Felipe, Vicente Aleixandre, José Ángel Valente, Manuel Vázquez Montalbán, Nicolás Guillén, Julio Cortázar, Mario Benedetti y hasta Victoriano Crémer, el cancionero tiene en él una cita repetida y jugosa que conviene repasar. El cantable citado antes, desde luego, inspirador a su vez de numerosísimas versiones, de las que no podemos desdeñar un par de ellas bien distantes: la muy extraña del británico Robert Wyatt [https://www.youtube.com/watch?v=knaKOMgZi4M] y la muy contundente de los madrileños Boikot [https://www.youtube.com/watch?v=q8wiUXX20lk]. Pero hay más, mucho más, como escucharemos a continuación.

El cancionero guevariano tiene, como casi todo en él, dos rostros, dos polos no opuestos que responden, sin embargo, a motivaciones diferentes. De un lado, los cantos de exaltación y de homenaje, que lo son en cierto modo también de reproche por el destino. De otro, los cantos de vuelta, los que se escribieron y cantaron mucho después de los hechos, una mezcla de melancolía y de escepticismo.

A la cabeza de los primeros se sitúa sin ningún tipo de discusión el Soldadito boliviano, ya sea en la versión que firmó originalmente Paco Ibáñez [https://www.youtube.com/watch?v=pcZ09xHLvsU], ya sea en la más tardía de la argentina Nacha Guevara [https://www.youtube.com/watch?v=SUcoArJNUcE], ambas imprescindibles. El caso es que este caudal fue fecundo sobre todo en Latinoamérica, no sólo por ser el escenario de la obra sino por complicidades más que evidentes. Se ven con claridad en el caso de Pablo Milanés, que canta Si el poeta eres tú (con introducción aquí de Cortázar) [https://www.youtube.com/watch?v=njypdiuY3rU]; pero también, claro, en el de Quilapayún, que entonaron su Elegía al Che [https://www.youtube.com/watch?v=r9jj1JOJsvA], y en el de Víctor Jara, que extendió un poco más el contenido de su canto en A Cuba [https://www.youtube.com/watch?v=XGXk0iPxvAI]. Pero tampoco se puede ignorar la buena dosis de connivencia en la Nana del Che del reactualizado Luis Pastor [https://www.youtube.com/watch?v=SYFKQYu96eg] o La mort du Che del francés Lavilliers [https://www.youtube.com/watch?v=XaqADoHmMu4]. Repite este último en el estribillo: “En octubre 67 en la Sierra, / Ernesto Che Guevara ha alcanzado su independencia. / Qué soledad, qué andanza”.

Del otro lado, como indicábamos, se extiende, sin sustituir a aquél, otro cancionero menos glorioso, donde la figura del Che es referente también, pero se le canta con desconfianza, incluso con desidia o indolencia. También el tiempo erosiona los mitos a la vez que nos erosiona a nosotros mismos.

Acerca del mercado urdido alrededor de este hombre, se expresa con ironía Kevin Johansen en McGuevara’s o CheDonald’s [https://www.youtube.com/watch?v=32aUM4iFG0c], aunque salva el tipo dignamente sea cual sea el punto de vista. No sucede así con Ismael Serrano en Papá, cuéntame otra vez [https://www.youtube.com/watch?v=wSCUV7ysBbI], donde se consagra como un cantante tópico que canta tópicos, un anticipo avant la lettre de la serie televisiva del mismo título. Aroma a naftalina y mal rollo. Y más desoladores resultan, en fin, las visiones francesas de Abd Al Malik en La gravité [https://www.youtube.com/watch?v=bny8nFTsDrU] y de Les fatals Picards en Comandante [https://www.youtube.com/watch?v=7XeXKmGglB4]. Recita el primero: “Causar daño a la burguesía como el Che Guevara, levantarse cada mañana sin realmente saber por qué, sufrir del sinsentido, una enfermedad que no ahorra ningún personaje. Yo vengo de un lugar donde nada es verdaderamente grave”; y lo contrarrestan los de la Picardía con un cóctel bien distinto pero igual de sincero: “Revolución, revolución, viva tequila, viva Guevara, viva la fiesta, viva la playa”.


Para el final hemos dejado un fragmento de un ensayo del cubano Iván de la Nuez y un grupo argentino. El primero escribió hace unos años: “Era en Berlín occidental, y no en el Berlín comunista, donde se vendían más objetos del Che. Y tuvo que ser un shock para los alemanes de la antigua RDA descubrir que, entre los elegantes comercios de Charlottenburg, al otro lado de aquel muro que ellos mismo derribaron, hay una tienda dedicada exclusivamente a este hombre que debe haberles provocado más de una pesadilla en su pasado comunista. Para la izquierda radical, el fetiche del Che significa una victoria cultural después de una derrota política. Para la derecha radical, el fetiche del Che significa una derrota cultural después de una vitoria política”. Y el grupo no es otro que Los fabulosos Cadillacs: en su canción Gallo rojo [https://www.youtube.com/watch?v=EC8lse7va-8], sin ser explícita, se descubre aún una imagen del, según Max Aub, “único caudillo de nuestra época muerto en el campo de batalla”.

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