Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 14 de enero de 2018

Salud

     De la salud se habló y se habla siempre en la frontera entre años porque lo habitual es que el azar no nos sonría y con algo habrá que consolarse. Sin embargo, en esas condiciones de infortunio, nos deseamos salud como si se tratara de un don común, general y asequible, cuando la realidad nos muestra que es seguramente todo lo contrario. La salud es desigual por definición y, en tiempos desiguales como los presentes, más aún. Desigual porque no se reparte equitativamente sino más bien de forma aleatoria. Y desigual así mismo porque los medios para combatir su ausencia tampoco están bien distribuidos. De lo que no cabe duda es de que se trata de un buen negocio y por eso fijan en ella su atención todo tipo de empresas e inversores. No de una forma altruista precisamente.

     El caso es que llevamos años de disputas sanitarias, internas y externas, locales y generales, porque las políticas y buena parte de sus actores han abandonado en gran medida sus tareas de reequilibrio, mientras se ha favorecido el interés de terceros. Ello explica buena parte del lío y de sus expresiones. Durante años, a lo largo de eso que llamaron crisis y que no ha sido más que una buena excusa para la depredación, manifestaciones, mareas, protestas, reclamaciones, demandas y acciones de todo tipo y en todo lugar han puesto de relieve que la salud y la sanidad que debiera cuidarla nos duelen cada día más. El eslogan –nos duele la sanidad–  se acuñó en León, allá por abril del pasado año, y salta ahora al ámbito de la comunidad autónoma, porque en todas partes cuecen habas. Y en la materia que tratamos sin ningún rubor.

     Será el próximo sábado, día 20 de enero, cuando las calles de Valladolid recojan el supuesto clamor de tanta queja acumulada y de tanta exigencia razonable. Será el envite definitivo para la salud y la sanidad de esta comunidad autónoma. Habrá que hacer un esfuerzo y asistir porque cualquier otro lamento doméstico, por más que estruendoso en lo privado, no tendrá cabida para el común.

Publicado en La Nueva Crónica, 14 enero 2018

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