Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 29 de abril de 2018

Salud

     Ayer, 28 de abril, fue el día de la Seguridad y de la Salud en el Trabajo, una formalidad necesaria como tantas otras para advertirnos sobre nuestra propia fragilidad y sobre lo fácilmente que nos rompemos en los entornos laborales. Es decir, una nueva llamada de atención sobre la conveniencia de que nos cuidemos a nosotros mismos porque nadie lo va a hacer en nuestro lugar y cada vez menos.

     También en esta materia hay paradojas: cuanto más se predica la salud y lo saludable menos se impulsa la sanidad pública y preventiva. O más se recorta, que no es exactamente lo mismo. El caso es hacer recaer sobre nuestras espaldas la responsabilidad de estar sanos para producir. Por eso nos aconsejan pasear, comer alimentos saludables, no fumar, mantener una dieta equilibrada, etc. Por eso mismo vamos al gimnasio, visitamos las consultas de fisioterapia o nos dejamos tentar por los productos ecológicos, siempre y cuando lo podamos pagar. Pero mejor será no pedir cita, urgente o no, con un especialista porque ése ya es otro negociado.

     Sucede que los gobiernos, el nuestro en particular, han decidido renunciar a sus compromisos con el bien común y derivarlos hacia las personas gobernadas. De esta forma, se les aconseja ahorrar para su pensión o cuidarse y no enfermar, pues son los individuos, no el Estado, el culpable de su situación presente y futura. Lo mismo que quisieron hacernos pensar que todos fuimos responsables de la crisis para diluir así las verdaderas y bien diferentes responsabilidades de cada cual.

     El problema es que en materia de salud nos lo hemos creído definitivamente y hemos hecho de ella una nueva diosa con múltiples altares. En ello, junto a los estados, han jugado y juegan un papel decisivo las industrias farmacéuticas y sanitarias, así como los altos colectivos gremiales y el culto al desarrollo tecnológico y a quienes lo detentan. Hasta tal punto que, frente a todo eso, sólo cabe reaccionar considerando a la enfermedad como un auténtico acto revolucionario.

Publicado en La Nueva Crónica, 29 abril 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario