Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 20 de mayo de 2018

Pesadilla

     Mayo progresa de susto en susto. A pesar de estampas florales, jolgorios de comuniones y memorias melancólicas del 68 francés, la pesadilla se ha adueñado del escenario. Apenas abrimos los ojos, nos asalta la sucesión de horrores y un sinfín de aparentes delirios se dibujan enfrente hasta hundirnos en la angustia como en la peor pesadilla.

     Cuento esto desde mi condición de ser inferior, en palabras del recién estrenado Molt Honorable, y por tanto con serio riesgo de confusión por mi ignorancia natural al haber nacido accidentalmente en una tierra de conejos. Con todo y siendo en verdad monstruoso que alguien así haya llegado donde ha llegado, no es el único mal sueño de estas fechas. La primavera tiene estas cosas, nos inunda de casi todo, hasta del más sucio aroma de la historia cuando se repite a sí misma como un regüeldo. Entonces aparece Berlusconi, rescatado por la justicia italiana para el noble ejercicio de la política, mientras otros tribunales absuelven a los bomberos salvavidas de un Mediterráneo que sigue oliendo a muerto y un poco más allá, ribereños también con el cementerio, decenas de palestinos suman sus cadáveres a la larga condena de un pueblo encarcelado. En los sueños nunca se sabe con certeza lo que es una crisis humanitaria y todos cometemos deslices que, al parecer, se saldan con una disculpa, un quítame allá esas pajas y pelillos a la mar, que es el morir. Y así, volviendo a la realidad, resulta que esta misma semana se oficiaron las ceremonias del balón y hubo que declarar el estado de sitio para garantizar el juego, y eso que no intervenía la federación argentina ilustrando a sus hinchas sobre cómo tratar a las mujeres indígenas para no asustarlas. Otra congoja. O asistimos al festival de los excesos luminosos, la ñoñería y el disparate de una Europa extraviada a la que un día amamos tanto. En fin, hasta Bustamante tiene nueva novia y en ciertos bares y restaurantes comienzan a cobrarnos el agua del grifo porque, dicen, nos la sirven filtrada. Con ácido lisérgico seguramente.

Publicado en La Nueva Crónica, 20 mayo 2018

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